El insulto tambi¨¦n es violencia
La agresi¨®n verbal es tolerada en los estadios - Las ofensas no desahogan, irritan m¨¢s
El insulto se siente c¨®modo en los estadios en Espa?a, donde se vive el ejemplo m¨¢s notorio de la ligereza y la frecuencia de la agresi¨®n verbal en este pa¨ªs. Un estudio reci¨¦n publicado en la revista International Journal of Intercultural Relations, en el que han participado 3.000 estudiantes de 11 pa¨ªses, identifica la virulencia del insulto en Espa?a, al igual que en otros pa¨ªses mediterr¨¢neos, con ataques a la familia o el cuestionamiento de la virilidad del insultado.
Este peri¨®dico ha acudido a varios estadios, desde Primera Divisi¨®n a entrenamientos de barrio, y no hay papel suficiente en un peri¨®dico -ni ganas- para recoger todos los insultos escuchados. En el campo de f¨²tbol se contempla como algo normal chillarle al ¨¢rbitro todo tipo de improperios desde la grada. La alarma s¨®lo aparece cuando el insulto escala un pelda?o m¨¢s y se convierte en agresi¨®n f¨ªsica, como ocurri¨® hace unas semanas en el estadio Ruiz de Lopera, en Sevilla, cuando un aficionado del Betis lanz¨® una botella al campo que caus¨® heridas en un ojo al portero del Athletic de Bilbao. Sin embargo, el insulto y la agresi¨®n f¨ªsica son formas de violencia que s¨®lo se distinguen por una cuesti¨®n de grado y la l¨ªnea que las separa es extremadamente fina.
El ¨¢rbitro o el jugador se convierten en un ente lejano y difuso
La justicia catalana confirm¨® ayer pena de prisi¨®n para tres hinchas violentos
Insultar en el estadio aumenta el nivel de agresividad fuera de ¨¦l
La l¨ªnea que separa violencia verbal y f¨ªsica es muy fina. seg¨²n los expertos
El et¨®logo brit¨¢nico Desmond Morris compar¨® en su libro El deporte rey la competici¨®n entre dos equipos de f¨²tbol con la guerra entre tribus y encontr¨®, uno por uno, todos los rituales b¨¦licos tradicionales. "El f¨²tbol, en cuanto enfrentamiento, tiene un componente muy importante de agresi¨®n al rival", explica el profesor titular de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid Andr¨¦s Canteras. Esa agresividad se transmite al p¨²blico, que con entusiasmo la traduce a palabras no siempre biensonantes. "?Vete a tomar por culo, cabr¨®n!", se registr¨® en uno de los cuatro partidos de f¨²tbol de diferentes categor¨ªas que fueron tomados para ilustrar este reportaje. "Vete a la mierda, ?cabr¨®n!", "?Subnormal!", "??rbitro, gilipollas!" o "?Cuentista de mierda!" son otros de los anotados. Muchos de estos insultos est¨¢n entre los m¨¢s repetidos, en general, entre los espa?oles, que se diferencian del resto de pa¨ªses en su capacidad ¨²nica para faltar aludiendo a la virilidad, seg¨²n el estudio internacional sobre insultos y diferencias culturales, que en Espa?a ha coordinado Carmen Carmona, de la Universidad de Valencia.
Y la violencia verbal es cualquier cosa menos inocente. Seg¨²n la catedr¨¢tica de Psicolog¨ªa de la Universidad de C¨®rdoba y experta en violencia Rosario Ortega, "la diferencia entre la violencia verbal y la f¨ªsica es una mera cuesti¨®n de grado, pero hay formas de violencia verbal que pueden doler mucho si atacan determinadas partes de la identidad". Puede ser el caso, por ejemplo, de insultos como "?Negro hijo de puta!" y "?Corre, puto negro!", espetados por aficionados del Real Madrid a un jugador propio (el defensa holand¨¦s Drenthe) en un partido contra el Getafe.
El insulto racista se percibe como el m¨¢s grave, pero muchos aficionados que han interiorizado el estigma social del racismo optan por agresiones igualmente ofensivas pero no tan mal vistas que atacan a un aspecto de la personalidad del atacado. Siempre hay alg¨²n jugador calvo, feo, bajito o sospechoso de homosexualidad del que poder mofarse. "?Pero qu¨¦ dices, enano!", le espetaban a un ¨¢rbitro de baja estatura en la localidad toledana de Sonseca, en un partido del equipo local contra el Mora CF. Otros insultos como "?Calvo de mierda!" o "Guti-Guti-Guti maric¨®n" fueron escuchados en el estadio Vicente Calder¨®n de Madrid.
En ocasiones basta el factor diferencial de la procedencia geogr¨¢fica para justificar el insulto. Al ¨¢rbitro del encuentro entre el Atl¨¦tico de Madrid y el Athletic de Bilbao el pasado 17 de febrero le gritaban "Sevillano hijo de puta" por favorecer supuestamente a los jugadores del equipo bilba¨ªno. A ¨¦stos, por su parte, se les espetaba: "?Vascos de mierda, joder!", mientras que del sector donde ondeaban m¨¢s banderas espa?olas llegaba un coro antiterrorista mezclado con el estremecedor enaltecimiento de un crimen pasado: "Puta ETA, puta Zabaleta".
"Para las personas que insultan en el f¨²tbol, ¨¦sta es la posibilidad de exteriorizar muchas inhibiciones y emociones contenidas", recuerda Andr¨¦s Canteras, y lo compara con el placer que experimentan muchos usuarios de servicios sexuales al insultar a una prostituta. La catedr¨¢tica de Psicolog¨ªa niega, sin embargo, que la violencia sea una "necesidad ontol¨®gica" del ser humano y que tenga una funci¨®n de desfogue. "La creencia de que insultando en el f¨²tbol la gente se descarga es tan falsa como que fumar relaja", asegura. No s¨®lo no descarga, sino que es perjudicial para la propia persona, ya que "lesiona el criterio moral y el balance emocional del agresor". Cuando un agresor verbal se va a su casa, "se siente como un energ¨²meno porque se ha comportado como un energ¨²meno", comenta Ortega.
"Toda violencia es una respuesta inapropiadamente agresiva ante una situaci¨®n que se percibe como frustrante", define Ortega. En realidad, toda conducta violenta parte de lo mismo, s¨®lo que la exteriorizaci¨®n o manifestaci¨®n puede ser m¨¢s o menos grave, y en este sentido la agresi¨®n verbal ser¨ªa la forma menos grave, a?ade la catedr¨¢tica.
El de los estadios es un fen¨®meno colectivo que ya llam¨® la atenci¨®n a principios del siglo XX, en el que las personas sienten que su identidad est¨¢ diluida en t¨¦rminos de su control moral. Para el soci¨®logo Canteras, en el f¨²tbol se crea una inercia emocional colectiva: "Se pierden las inhibiciones al ver que todos insultan, como producto de un gran acuerdo t¨¢cito. Encuentran en la colectividad la legitimaci¨®n para llevar a cabo comportamientos que no tendr¨ªan en solitario". Rosario Ortega lo explica como una "disminuci¨®n del autocontrol ¨¦tico-moral de los aficionados al diluirse en la colectividad, acompa?ado de un contagio emocional entre los sujetos". Adem¨¢s, apunta Ortega, esto se ve agravado porque la relaci¨®n deja de ser interpersonal para pasar a ser entre una persona y un ente m¨¢s o menos lejano, intangible y difuso, como puede ser el ¨¢rbitro, que se convierte en el objeto de las iras.
Esta lejan¨ªa se rompe cuando un individuo lanza un objeto al campo con intenci¨®n de da?ar a otro, momento en que se produce una "relaci¨®n directa interpersonal" entre agresor y agredido. Quien pasa del insulto al lanzamiento de una botella, como ocurri¨® hace unas semanas en Sevilla, "est¨¢ liderando el paso a un grado m¨¢s all¨¢ de la violencia". "Dar el paso hacia otro nivel, debido al factor del contagio, es invitar conscientemente a los dem¨¢s a pasar a la acci¨®n", se?ala la catedr¨¢tica. Ayer mismo, la Audiencia de Barcelona confirm¨® la pena de tres a?os de prisi¨®n a tres hinchas del Espanyol por violencia.
En opini¨®n de la psic¨®loga, las personas que acostumbran a insultar en los estadios no son necesariamente m¨¢s violentas que el resto en su vida normal, pero s¨ª tienden a aumentar el nivel de agresividad de su conducta en el estadio. "El psiquiatra Luis Rojas Marcos lo describi¨® de una manera muy interesante cuando dijo que existe una espiral de la violencia. El que participa en alg¨²n tipo de violencia tiene tendencia a meterse en otra mayor. Se habit¨²a a la violencia y pierde la sensibilidad moral", explica. Pero hay que distinguir, advierte, la agresi¨®n "unidireccional e injustificada" de la pelea, que es bidireccional.
Para Canteras, "lo m¨¢s preocupante es que hay padres que llevan a sus hijos al f¨²tbol, les ense?an el comportamiento agresivo y los socializan en la cultura del insulto, y no tienen la sensaci¨®n de haber hecho nada malo", a?ade Andr¨¦s Canteras. Canteras considera la agresividad en el deporte "comparable a la que encontramos en el tr¨¢fico de una gran ciudad". Para comprobarlo no hay m¨¢s que subirse a un taxi madrile?o un d¨ªa cualquiera y esperar a que el conductor se desespere.
Obsesi¨®n viril
- "La cultura espa?ola es ¨²nica en su especializaci¨®n en referencias a la virilidad". As¨ª lo asegura el estudio sobre insultos y diferencias culturales, dirigido por el profesor holand¨¦s Jan Pieter Van Oudenhoven, para el que se ha entrevistado a casi 3.000 universitarios de 11 pa¨ªses. Lo acaba de publicar la revista International Journal of Intercultural Relations.- Los insultos m¨¢s recurrentes en espa?ol son imb¨¦cil/subnormal/idiota, tonta/est¨²pida, maleducada, gilipollas y cabrona, a las mujeres. A los hombres, imb¨¦cil/subnormal/idiota, gilipollas, tonto/est¨²pido, cabr¨®n y capullo.- Machismo mediterr¨¢neo. Los pa¨ªses mediterr¨¢neos en general, y Espa?a y Grecia, en particular, son los que m¨¢s ponen en duda la virilidad de los dem¨¢s, algo que el estudio relaciona con el machismo.- Las mujeres, en general, reciben menos insultos (con las excepciones de Alemania y Croacia) y los que reciben son m¨¢s suaves. Esto es mucho m¨¢s acusado, de nuevo, en los pa¨ªses mediterr¨¢neos.- La familia o el ¨¦xito social. Mientras las referencias familiares son m¨¢s t¨ªpicas en Espa?a y Croacia, en Italia, Alemania, Reino Unido, Noruega y Holanda, sobre todo en los tres primeros, prefieren mentar la falta de ¨¦xito social.- Las referencias sexuales se extienden a todos los pa¨ªses, pero en especial las usan Croacia y Estados Unidos, y apenas se recurre a ellas en Francia y Holanda.
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