"Alguna vez todav¨ªa me pregunto si mi padre estar¨¢ vivo"
Lo que cuenta esta noche en un caf¨¦, a estas horas vac¨ªo, no concuerda con su glamourosa indumentaria. Mar¨ªa Botto, melena ondulada y larga y ojos muy pintados, ha elegido un traje de encaje negro escotado y unos altos tacones para asistir a la proyecci¨®n en M¨¢laga, dentro de la secci¨®n oficial del festival, de su ¨²ltima pel¨ªcula, Paisito. La actriz, nacida en Argentina en 1974, se relaja con un cigarro, mientras toma una croqueta y un canap¨¦ de foie. A pocos pasos de all¨ª, el p¨²blico del teatro Cervantes contempla la historia desgarrada de un amor en los inicios de la dictadura uruguaya en 1973 y de las heridas no cicatrizadas. Mar¨ªa Botto es Rosana, hija de un alto cargo policial en Uruguay, cuyo amor, Xavi, es hijo de un republicano espa?ol exiliado en aquel pa¨ªs y famoso futbolista.
La actriz de origen argentino presenta un drama sobre la dictadura uruguaya
Paisito, dirigida por Ana D¨ªez, da voz a los atrapados en medio de un conflicto, a aquellos que no se atreven a tomar partido. El filme se desarrolla en Uruguay, pero tambi¨¦n podr¨ªa ser Chile o Argentina, lugares de horror en aquellos a?os. Mar¨ªa Botto lo sabe bien. Su padre, un guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias que luchaba contra la dictadura militar argentina, desapareci¨® en 1977. Ella ten¨ªa cuatro a?os. En 1978, su madre, su hermano y ella se exiliaron en Espa?a. "Mi madre me va a matar", dice cuando empieza a recordar todo aquello. "Siempre hemos querido mantener un silencio, una intimidad, pero ya han pasado 30 a?os... Ya es hora", a?ade. "Le detuvieron una noche y mi madre supo de ¨¦l durante un tiempo... Luego, nada".
Su madre, Cristina Rota, les fue contando a ella y a su hermano, el tambi¨¦n actor Juan Diego Botto. "Tengo r¨¢fagas de recuerdos que se mezclan con sue?os. Intento reconstruir en la memoria, pero a veces son retazos inventados", a?ade la int¨¦rprete en una tranquila confesi¨®n. "Lo m¨¢s doloroso para m¨ª es el hecho de no saber qu¨¦ le pas¨®, cu¨¢nto dur¨®, si cant¨®, son preguntas que uno convive con ellas. A d¨ªa de hoy, muchas veces me pregunto si mi padre puede seguir vivo".
Con esta historia detr¨¢s, Botto dud¨® en un principio si aceptar el gui¨®n de Paisito. "Me lo pens¨¦ mucho, cre¨ª que lo mejor era no hacerlo, que iba a ser doloroso". Fue finalmente su madre quien la empuj¨®: "Me aconsej¨® que distanciara al personaje de m¨ª, que no lo dramatizara, que cuando hay dolor real no act¨²a el dolor, sino la alegr¨ªa de seguir viviendo. Me repiti¨® una y otra vez que nunca perdiera la sonrisa, que siempre hubiera inocencia en la mirada de Rosana, que diera rienda suelta a la esperanza". Y as¨ª lo hizo y ahora sus ojos delatan orgullo y satisfacci¨®n, pero no olvido. "Las heridas est¨¢n ah¨ª. Lo peor de todo es el terrorismo de Estado. La historia se repara con justicia, con el juicio y castigo a los culpables, sin torturas, como ellos hicieron. Es la ¨²nica manera de que un pa¨ªs siga adelante. No se puede vivir pisando fantasmas".
Le gusta m¨¢s picotear que cenar. Se ha tomado una croqueta y un par de canap¨¦s de foie y, quiz¨¢s aliviada por sus ¨ªntimas confesiones, se ha relajado, medio tumbada en un rinc¨®n de decoraci¨®n ¨¢rabe del caf¨¦. Dura poco el descanso. Al aviso de los organizadores, Mar¨ªa Botto se pone de nuevo las pilas para cruzar la calle y recibir con el resto de sus compa?eros del equipo -Emilio Guti¨¦rrez Caba y la directora Ana D¨ªez- los aplausos del p¨²blico del teatro Cervantes.
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