Ni vascos y vascas, ni diputados y diputadas
Crecen las alternativas para evitar el masculino a pesar de la Academia - El nuevo Congreso se enfrenta a una moci¨®n para cambiar su nombre
?Tienen sexo las palabras o, simplemente, g¨¦nero? ?El hecho de que un t¨¦rmino sea masculino o femenino depende de su evoluci¨®n dentro de una cultura en la que, hasta hace poco, las mujeres eran invisibles o, por el contrario, depende de una serie de reglas gramaticales ajenas a toda ideolog¨ªa? ?Se refiere tambi¨¦n a las vascas el plural "vascos" o es necesario citar ambas formas como hace, incansable, el lehendakari Ibarretxe? ?Est¨¢n incluidas las diputadas en el nombre actual del Congreso de los Diputados? La gram¨¢tica dice que s¨ª, pero los ling¨¹istas no acaban de ponerse de acuerdo. Y la pol¨¦mica sobre el posible sexismo del lenguaje arrecia. ?Una nueva batalla contra la discriminaci¨®n o el en¨¦simo artificio pol¨ªticamente correcto?
La gram¨¢tica defiende el plural en masculino, pero la batalla arrecia
?Pueden convivirla correcci¨®n pol¨ªtica y las normas ling¨¹¨ªsticas?
La Ley de Soldados y Marineros se convirti¨® en Ley de Tropa y Mariner¨ªa
Nadie se sorprende si oye presidenta, pero ujiera no tiene sentido
Las ling¨¹istas creen que las razones gramaticales no bastan
La Academia cambiar¨¢ matrimonio si su uso se extiende
En diciembre de 1978 muri¨® Golda Meir y a m¨¢s de uno le escandaliz¨® que se hablara de ella como ex primera ministra israel¨ª. Y eso a pesar de que la Real Academia Espa?ola hab¨ªa aceptado ya el femenino de ministro. Por no hablar de que, en 1925, Rafael Alberti hab¨ªa llamado a la luna "presidenta de la noche". Con el acceso de las mujeres a profesiones tradicionalmente ejercidas por los hombres han llegado las dudas sobre si la correcci¨®n pol¨ªtica puede convivir con la gramatical. Es decir, si, en el camino de arquitectas, juezas y abogadas, Angela Merkel ser¨¢ alg¨²n d¨ªa cancillera alemana o Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, portavoza del PP.
El nombre de las profesiones es uno de los mayores campos de batalla contra el posible sexismo. El otro, y tal vez el m¨¢s ruidoso, es el desdoblamiento de masculino y femenino -el compa?eros y compa?eras de Llamazares o el citado vascos y vascas de Ibarretxe-, llamativo por su uso fundamentalmente p¨²blico y porque rompe una de las reglas m¨¢s simples del lenguaje, cl¨¢sica y muy anterior al SMS, la econom¨ªa: decir todo lo posible con el menor n¨²mero de palabras posible. Algo que, entre otras cosas y sexos aparte, hace que en ciertos contextos la palabra d¨ªa incluya tambi¨¦n a la noche.
La gram¨¢tica espa?ola recuerda que en las lenguas rom¨¢nicas el masculino es el llamado g¨¦nero no marcado, es decir, que abarca a individuos de los dos sexos. Sirve para los seres humanos, claro, pero tambi¨¦n para los animales. Cuando alguien dice que el oso es una especie en peligro de extinci¨®n incluye tanto a machos como a hembras. Para Ignacio Bosque, miembro de la RAE, el desdoblamiento es un artificio que distancia a¨²n m¨¢s el lenguaje de los pol¨ªticos del lenguaje com¨²n. "Si uno habla del nivel de vida de los espa?oles, es absurdo a?adir 'de las espa?olas'. Suena incluso rid¨ªculo", apunta. "Si yo le pregunto a alguien c¨®mo est¨¢n sus hijos se entiende que tambi¨¦n le pregunto por sus hijas. No creo que sea discriminatorio". Bosque es ponente de la comisi¨®n que trabaja en la nueva gram¨¢tica, que estar¨¢ lista en dos a?os. La anterior era de 1931 y el esbozo para la renovaci¨®n, de 1973. El acad¨¦mico insiste en que lo que algunos consideran el "ladrillo simb¨®lico" del patriarcado no responde m¨¢s que a una simple regla gramatical. La misma que funciona cuando se coordinan un sustantivo masculino y uno femenino. En "Juan y Mar¨ªa han ido juntos", "juntos" es un masculino plural: "As¨ª es el idioma, no hay otra forma de decirlo". El ling¨¹ista sostiene que incluso los pol¨ªticos son conscientes de que la doble forma es artificial: "Cuando no tienen delante un micr¨®fono hablan como todo el mundo". Incluso hablando en p¨²blico los pol¨ªticos se relajan. Al final del ¨²ltimo Consejo de Ministros, la vicepresidenta del Gobierno asegur¨®, a vueltas con la sequ¨ªa en Barcelona, que al final habr¨ªa agua para todos "los barceloneses y las barcelonesas". Acto seguido a?adi¨® que en el mismo caso estar¨ªan los valencianos, los murcianos y los andaluces. Esta vez, s¨®lo en masculino plural. "Quienes proponen el desdoblamiento se dan cuenta de que no pueden mantenerlo a ultranza", insiste Bosque.
Mercedes Bengoechea, decana de la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares y estudiosa del sexismo en el lenguaje, est¨¢ de acuerdo con su colega acad¨¦mico: usar el masculino y el femenino sistem¨¢ticamente es insostenible. Pero matiza: "Lo importante es que quede en la referencia personal, en los sustantivos". Adem¨¢s, recuerda que el desdoblamiento no es un invento nuevo. Est¨¢ en el Cantar de M¨ªo Cid, en el Libro de buen amor y en el romancero: "All¨ª se habla de hombres y mujeres, moros y moras... Es un recurso de la oralidad, es cierto, pero ah¨ª est¨¢. Se encuentra hasta despu¨¦s de Cervantes, pero cuando aparecen las academias se crea una norma androc¨¦ntrica".
La Real Academia Espa?ola se fund¨® en 1713 y la primera mujer en ingresar en ella, la escritora Carmen Conde, lo hizo en 1978. De los 40 acad¨¦micos actuales, s¨®lo tres son mujeres. La novelista Ana Mar¨ªa Matute, la cient¨ªfica Margarita Salas y la historiadora Carmen Iglesias. Con todo, Bengoechea no cree que el sexismo sea voluntario. Y ¨¦se es, en su opini¨®n, el problema. "Ya s¨¦ que cuando alguien dice 'telespectadores' no tiene intenci¨®n sexista", dice. "Es una herencia cultural. Como los toros. Tambi¨¦n heredamos palabras. Yo misma dej¨¦ de usar 'minusv¨¢lido' porque dos alumnos me dijeron que, como afectados, les sonaba fatal. Prefer¨ªan 'discapacitado'. Alguien tiene que abrirte los ojos".
Una de las salidas a la pol¨¦mica del desdoblamiento es el uso de sustantivos colectivos -decir magistratura o justicia en lugar de jueces y juezas- y nombrar las instituciones seg¨²n la actividad y no seg¨²n el sexo -Colegio de la abogac¨ªa en lugar de Colegio de abogados-. Ignacio Bosque, que recuerda que la nueva gram¨¢tica limita el desdoblamiento a situaciones en las que su ausencia podr¨ªa ser malinterpretada -como en el caso de "los espa?oles y las espa?olas pueden servir en el Ej¨¦rcito"-, recuerda tambi¨¦n que el uso de sustantivos colectivos no siempre funciona. El alumnado es, s¨ª, el conjunto de los alumnos, pero "el conjunto de los enfermos no es la enfermer¨ªa, ni el conjunto de los m¨¦dicos es la medicina, ni el conjunto de los periodistas es el periodismo".
Con todo, el lenguaje pol¨ªtico y legal ha sido el m¨¢s vigilante ante el posible sexismo, aunque los legisladores siguen demorando la respuesta a la demanda de quienes piden que se reforme el art¨ªculo 14 de la Constituci¨®n, el que dice que todos los espa?oles son iguales ante la ley. ?Est¨¢n tambi¨¦n las espa?olas en ese masculino plural? La gram¨¢tica, ya vimos, dice que s¨ª. Algunas teor¨ªas, que no. Entretanto, el Congreso corrigi¨® en noviembre de 2006 los t¨¦rminos considerados sexistas en el nuevo estatuto andaluz. Se a?adi¨® "andaluzas" "pueblo andaluz" y "ciudadan¨ªa andaluza" donde s¨®lo dec¨ªa "andaluces". Tambi¨¦n se a?adieron "funcionarias" y "ciudadanas". Todo ello haciendo caso omiso a un informe encargado a la RAE por el Parlamento sevillano.
En ocasiones, el colectivo es una soluci¨®n f¨¢cil, como cuando la Ley de Soldados y Marineros se transform¨® en Ley de Tropa y Mariner¨ªa. En otras, la manera de dar con una buena respuesta consiste en eliminar la pregunta. En noviembre de 2004 Converg¨¨ncia i Uni¨® present¨® una proposici¨®n no de ley para pedir que la futura reforma de la Constituci¨®n incluyera que el Congreso lo sea a secas y deje de ser s¨®lo de los Diputados. "El plural masculino es gramaticalmente correcto, pero hace invisibles a las mujeres", afirm¨® en el debate la convergente Merc¨¦ Pigem. Reelegida el pasado 9 de marzo para una C¨¢mara en la que, pese a la Ley de Igualdad, en esta legislatura habr¨¢ una mujer menos que en la anterior, la parlamentaria recuerda que se trataba de que "el nombre del Congreso no deje fuera a casi la mitad [menos del 36% en realidad] de sus miembros". Izquierda Unida lleg¨® a plantear incluso que se denominara Congreso de los Diputados y de las Diputadas. Finalmente, la Comisi¨®n Mixta de los Derechos de la Mujer y la Igualdad de Oportunidades, formada por 38 mujeres y dos hombres, aprob¨® la propuesta catalana por unanimidad. La votaci¨®n, con todo, no era vinculante y su puesta en pr¨¢ctica est¨¢ supeditada a que la actualizaci¨®n de la Carta Magna vaya m¨¢s all¨¢ de lo propuesto por el propio Gobierno, fundamentalmente reformar el Senado y terminar con la discriminaci¨®n de la mujer en la sucesi¨®n real. "El PSOE se comprometi¨®", afirma Pigem, "pero hay que seguir vigilantes". La legislatura que ahora comienza dir¨¢. Aunque no parece claro que la Constituci¨®n vaya a tocarse demasiado, sigue en el aire una medida que a pioneras como Clara Campoamor o Victoria Kent, parlamentarias en los a?os treinta, les habr¨ªa resultado de un futurismo intr¨¦pido, muy posible pero poco probable. Ellas se llamaban a s¨ª mismas "diputado".
Aun as¨ª, el inter¨¦s de las Cortes est¨¢ por eliminar en lo posible el lenguaje sexista, siguiendo una sensibilidad cada vez m¨¢s extendida en la Administraci¨®n. En 1999 el Ayuntamiento de Madrid decret¨® que cuando se mencionaran en sus documentos puestos ocupados por personas concretas, se utilizara "el g¨¦nero masculino o femenino que a la persona concreta corresponda". Tambi¨¦n hab¨ªa decidido modificar sus formularios para evitar formas como "el titular", "el firmante" o "el que suscribe". Tambi¨¦n los diccionarios han cambiado. En las definiciones se tiende cada vez m¨¢s a usar "persona que" en lugar del tradicional "el que". "En el fondo, los acad¨¦micos no est¨¢n tan en desacuerdo", apunta Mercedes Bengoechea, que recuerda que la publicidad ha empezado tambi¨¦n a evitar f¨®rmulas sexistas: "Nos hace visibles para que compremos m¨¢s, pero es un s¨ªntoma". La fil¨®loga, que es una de las impulsoras de Nombra.en.red, una base de datos del Instituto de la Mujer con alternativas para evitar el sexismo, afirma que buena parte de nuestro sentido de la correcci¨®n tiene que ver con la costumbre: "Hace 14 a?os un novelista espa?ol dijo que jam¨¢s se extender¨ªa la forma 'presidenta'. Y hoy la sociedad lo dice con naturalidad. Lo que suena raro es o¨ªr 'la presidente'. Si desde que fue elegida se hubiera llamado 'cancillera' a Angela Merkel nos sonar¨ªa normal. Pero me temo que ya no se va a feminizar. Ya lo hemos o¨ªdo mucho".
Ignacio Bosque, sin embargo, recuerda que "canciller" es un nombre com¨²n (es decir, masculino y femenino a la vez) en cuanto al g¨¦nero, como otros terminados en -er (ujier, sumiller). Y no se desdobla: "Tiene que ver con paradigmas morfol¨®gicos. Estas cosas no son gratuitas. Cuando la Academia propone una soluci¨®n es porque la ha pensado. Hay que fijarse en un paradigma completo. Existen razones puramente gramaticales para que las cosas sean as¨ª".
Tambi¨¦n son comunes sustantivos acabados en -ista como "pianista" o "artista". Otros, como "modista", tambi¨¦n lo son, aunque "modisto" est¨¦ cada vez m¨¢s extendido. Siempre hay casos particulares. En Espa?a se dice "clienta", algo que en Am¨¦rica es muy raro. La nueva gram¨¢tica, insisten los acad¨¦micos, no impondr¨¢ una forma. S¨®lo explicar¨¢ el uso que hacen los hablantes. Por ejemplo, que jueza est¨¢ generalizado en Argentina, Costa Rica y Venezuela, pero no en M¨¦xico ni en Espa?a. Aunque, paradojas de la lentitud, tal vez lo est¨¦ cuando se publique la nueva norma. La pol¨ªtica de la RAE es no imponer t¨¦rminos cuyo uso no se ha extendido. Es lo que sucede con "matrimonio", todav¨ªa no recogido en el diccionario acad¨¦mico como "uni¨®n legal de dos personas del mismo o de distinto sexo": "Si se re¨²ne suficiente documentaci¨®n de este uso nuevo, tendr¨¢ que estar", afirma el profesor Bosque. "La Academia refleja el uso que los hablantes hacen del idioma, no el que los pol¨ªticos dicen que debe hacerse. Y es evidente que en la lengua com¨²n el desdoblamiento, por ejemplo, no se usa porque no hace ninguna falta".
Para quienes vigilan el supuesto sexismo ling¨¹¨ªstico, las razones puramente gramaticales no son tan puras. Est¨¢n, dicen, cargadas de ideolog¨ªa. ?sa es la base del problema y ah¨ª la sinton¨ªa parece imposible. Todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que las lenguas no son el resultado de actos conscientes de los hablantes. Pero hay quien sostiene que esa inconsciencia est¨¢ llena de prejuicios. Para aqu¨¦llos, las convenciones ling¨¹¨ªsticas no son un reflejo directo de la sociedad. Para ¨¦stos, no hay otro m¨¢s directo: "Se dice que la sintaxis son reglas inocentes y sin ideolog¨ªa porque se ha olvidado la sociedad y la historia que creaba esas reglas patriarcales", recuerda Mercedes Bengoechea. "Quedan restos de su origen. Una lengua nativa norteamericana, por ejemplo, habla de 'p¨¢jaros, fuego, mujeres y otros animales peligrosos'. Es curioso que entrasen en la misma categor¨ªa. El uso del masculino es una regla gramatical, s¨ª, pero no ajena a la realidad. La lucha de los defensores de la neutralidad del lenguaje tambi¨¦n es ideol¨®gica, como la nuestra, pero ellos no lo reconocen".
Bosque, en efecto, no comparte las razones extraling¨¹¨ªsticas. "Existe discriminaci¨®n, pero no en el lenguaje, en la vida: laboral y social. ?sa es la verdadera discriminaci¨®n de las mujeres. La ling¨¹¨ªstica es falsa". Ambos fil¨®logos coinciden, no obstante, en que los posibles cambios, sean los que sean, tendr¨¢n que venir de un uso mayoritario. "Yo evito el lenguaje sexista en lo posible, pero, como decana, por ejemplo, no impongo nada en los asuntos de mi facultad. Debe ser algo natural. Tambi¨¦n yo hace 20 a?os pensaba de otra manera", dice Bengoechea. No valen las imposiciones. Las palabras ser¨¢n de quien sea, rezaba la vieja sentencia africana, pero la canci¨®n es nuestra.
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