C¨®mic con may¨²sculas
Ocho tebeos que anunciaron la madurez de la narraci¨®n gr¨¢fica.
Crumb. Obras completas
Robert Crumb, 1968
Da igual que el primer n¨²mero de Zap Comix apareciera hace ya cuatro d¨¦cadas. El esp¨ªritu de su creador, Robert Crumb, sigue siendo un referente obligado para el, hoy superpoblado, universo del tebeo independiente en Estados Unidos. Su tem¨¢tica na¨ªf, su irreverencia o sus controvertidas ideas de ¨ªndole sexual (que a¨²n hoy en d¨ªa son vistas por muchos como pol¨ªticamente incorrect¨ªsimas) gozan de un extraordinario eco hasta los ochenta, ¨¦poca en la que Crumb publica y dirige la revista antol¨®gica Weirdo. Sus cientos de historietas han dejado a su paso verdaderos iconos de la revoluci¨®n contracultural, como el calenturiento gato Fritz o Mr. Natural, un gur¨² cargado de cinismo y un puntito s¨¢dico. En Espa?a, la editorial La C¨²pula ha editado todo este legado en una extensa colecci¨®n titulada Crumb. Obras completas.
Paracuellos
Carlos Gim¨¦nez, 1977
En la historieta espa?ola hay un antes y un despu¨¦s de Paracuellos (Random House). El madrile?o Carlos Gim¨¦nez comenz¨® a publicar esta pieza maestra de la narraci¨®n gr¨¢fica hace m¨¢s de treinta a?os, ¨¦poca en la que las tem¨¢ticas adultas eran pr¨¢cticamente inexistentes en Espa?a. Sus historias, basadas en las experiencias que el autor vivi¨® en los colegios de Auxilio Social durante los primeros a?os del franquismo, constituyen un ejercicio introspectivo encomiable y un vivo retrato de lo que la Espa?a infectada por la violencia nacionalcat¨®lica hizo no s¨®lo con los vencidos, sino con los m¨¢s d¨¦biles. Sus p¨¢ginas pobladas de aterradores sermones, interminables rosarios y dobles bofetadas ("as¨ª el ni?o no se cae y est¨¢ listo para recibir la siguiente") son un prodigio en cuanto a ritmo narrativo y aprovechamiento expresivo de la vi?eta.
Maus
Art Spiegelman, 1973
A principios de los setenta, el estadounidense Art Spiegelman se embarc¨® en la ardua tarea de recrear, vi?eta a vi?eta, las memorias de su padre, un jud¨ªo polaco que sobrevivi¨® al internamiento en Auschwitz. Para ello emple¨® un dibujo de aire expresionista que retrata a los personajes como animales antropom¨®rficos (los jud¨ªos son ratones; los alemanes, gatos
...). El resultado, publicado a lo largo de dos d¨¦cadas y m¨¢s tarde compilado en un solo volumen, mereci¨® el Pulitzer en 1992. Sus m¨¦ritos van m¨¢s all¨¢ de lo documental, ya que adem¨¢s Spiegelman desgrana con aplastante sinceridad la espinosa relaci¨®n con su padre, plasmando todo el proceso de ejecuci¨®n de la obra. Por todo ello, Maus (Random House) supone un tebeo clave en la historia del medio que anticipa el gran trabajo de otros autores como Joe Sacco o Marjane Satrapi.
Watchmen
A. Moore y D. Gibbons, 1986
Los superh¨¦roes existen desde los a?os treinta. Son personas sin poderes que usan disfraz y se coordinan para combatir el crimen. De aqu¨ª parti¨® el brit¨¢nico Alan Moore, para muchos el mejor guionista de c¨®mics de la historia, para crear Watchmen (Planeta) junto a su compatriota el dibujante Dave Gibbons. Y qu¨¦ mejor que arrancar con el misterioso asesinato de uno de estos famosos enmascarados en una d¨¦cada de los ochenta alternativa, donde Richard Nixon a¨²n es presidente y la guerra fr¨ªa est¨¢, como sugiere Moore, a cinco minutos del holocausto nuclear. A partir de aqu¨ª se despliega una monumental narraci¨®n que deconstruye la psicolog¨ªa del superh¨¦roe (y que ha servido de modelo para redibujarlo hasta el d¨ªa de hoy) con un argumento cautivador, violento y pesimista y un uso inteligent¨ªsimo de la metaficci¨®n y el di¨¢logo.
Black Jack
Osamu Tezuka, 1973
La conquista mundial del manga, con series de tebeos capaces de alcanzar cifras de ventas mastod¨®nticas, nunca habr¨ªa sido posible sin el trabajo de Osamu Tezuka. El padre del manga moderno fue el primero en desarrollar largas l¨ªneas argumentales o incorporar el encuadre din¨¢mico, all¨¢ por los a?os cuarenta. Su prol¨ªfica obra ha dejado personajes m¨ªticos como Astroboy o Kimba, el le¨®n blanco, obra que parad¨®jicamente la Disney, una de las grandes influencias estil¨ªsticas del japon¨¦s, fusil¨® para hacer El rey le¨®n. Aun as¨ª Black Jack (Gl¨¦nat) es, seguramente, su creaci¨®n m¨¢s meritoria; un cirujano clandestino con aires de dandi y un bistur¨ª incre¨ªblemente diestro (es capaz operar de memoria, completamente a oscuras) que surge de la angustia posat¨®mica de Tezuka y de su amplia formaci¨®n m¨¦dica.
El regreso del caballero oscuro
Frank Miller, 1986
Pese al esfuerzo por reciclarlo a mediados de los ochenta, Batman a¨²n se asocia con la imagen hortera de la serie cat¨®dica de Adam West. Eso fue hasta que Frank Miller public¨® El regreso del caballero oscuro (Planeta), c¨®mic que devolvi¨® al murci¨¦lago la imagen de justiciero intratable con la que fue concebido, desarroll¨® a¨²n m¨¢s su faceta neur¨®tica y cuestion¨® las motivaciones de su cruzada contra el crimen. Con un gran manejo de los tiempos narrativos, Miller sit¨²a la acci¨®n en una Gotham City futurista, donde un Bruce Wayne cincuent¨®n y estigmatizado por la muerte de Robin retoma el disfraz y acaba enfrentado al Gobierno federal. El mismo presidente (una clara referencia a Reagan) encomienda a Superman, empleado por Washington para contrarrestar los intereses sovi¨¦ticos, la tarea de "domar" a ese caballo de Gotham que ha salido "demasiado bravo".
Alack Sinner
Mu?oz y Sampayo, 1975
Fue en Barcelona, un d¨ªa de junio de 1974. Dos argentinos errantes (uno, dibujante; el otro, escritor y publicista) deciden crear un c¨®mic de serie negra que cambiar¨¢ el rostro del tebeo adulto para siempre. A trav¨¦s de las aventuras del detective privado Alack Sinner, Jos¨¦ Mu?oz y Carlos Sampayo van destilando a lo largo de los a?os un estilo que colme sus inquietudes creativas. As¨ª, el c¨®mic acaba por dejar de lado lo detectivesco y se centra en los conflictos personales. Encuentros y reencuentros (Planeta), de 1984, es la historieta que definir¨¢ el estilo heterodoxo y ¨²nico de Alack Sinner, dot¨¢ndolo de una cr¨ªtica social mucho m¨¢s feroz y una apuesta gr¨¢fica tremendamente arriesgada, cuyo dibujo expresionista y a ratos grotesco compone, junto a su econom¨ªa textual, uno de los mejores relatos intimistas de la historia del c¨®mic.
La ascensi¨®n del gran mal
David B., 1996
David B. es probablemente la figura m¨¢s destacada surgida de L'Association, editorial francesa que ha revolucionado el panorama del c¨®mic independiente en la ¨²ltima d¨¦cada sacando a la palestra a grandes autores de la nueva Bande dessin¨¦. Su tebeo autobiogr¨¢fico, La ascensi¨®n del gran mal (Sins Entido), es una obra maestra publicada en seis tomos que ha merecido los mayores galardones del Festival de Angulema. El relato se centra en la infancia y adolescencia de Beauchard (verdadero apellido del autor), marcada por los terribles ataques epil¨¦pticos que sufre su hermano mayor. La incurable enfermedad separa los caminos de ambos, anta?o inseparables, y acaba desatando las oscuras obsesiones del dibujante. Las mismas que caracterizan su hermosa y encrespada narrativa gr¨¢fica; puro lirismo cargado de monstruos y enso?aciones.
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