El bar¨®n pimpante
La guerra del PP ya no se libra en los despachos de G¨¦nova ni en el Ayuntamiento de Madrid, Ruiz-Gallard¨®n la ha desplegado en la escena internacional, con sus declaraciones de Pek¨ªn, donde ha proclamado su adhesi¨®n al liderazgo de Rajoy. Hay que percatarse de c¨®mo el presunto centrismo se mete all¨ª de donde nunca sali¨®. Por otra parte, si el ¨¦nfasis de Esperanza Aguirre no se desvanece, el debate ideol¨®gico que abandera se resolver¨¢, muy probablemente en el mes de junio y en el cap i casal de una comunidad que ya es baron¨ªa territorial, y cuyo titular no se encarama a un ¨¢rbol, como el personaje de Italo Calvino, sino a una alambrada de espinos. Mientras la derecha regurgita sus extremosos principios y salpica hasta los confines m¨¢s remotos de esta sufrida democracia, en Valencia se dispone la alfombra, para el desfile de los despojos. Otro gran evento, podr¨ªa pensar Francisco Camps. Pero el bar¨®n pimpante arrastra toda la pringue que ha acumulado el PP durante los a?os que lleva al frente de la Generalitat. Y qu¨¦ pringue. Desde el l¨ªo tem¨¢tico, hasta los pufos del ladrillo; desde el personal de la carcunda y la especulaci¨®n inventariado en los papeles matasellados de justicia, a los regidores que a¨²n andan sac¨¢ndole brillo a la parafernalia emblem¨¢tica del franquismo y del fascismo, ech¨¢ndole mucho desvelo y m¨¢s jeta. De modo que, para barrer y adecentar la alfombra, al bar¨®n pimpante y a sus vasallos no se les ha ocurrido m¨¢s, entre otros probables disparates, que apuntalar su condici¨®n voceando una nueva caza de brujas, de bruja, en este caso, porque van a por Emilia Caballero, quien desempe?a la Sindicatura de Greuges, con car¨¢cter interino, pero con el pulso y los criterios propios de la instituci¨®n, aunque, en ocasiones, tambi¨¦n les enmiende la plana a los populares, como es de menester. Y no solo la acusan de partidismo, sino que la reprueban, como ya la reprobaron, cuando ejerci¨® el mismo cargo, iniciado el siglo. Emilia Caballero tiene experiencia, integridad y entereza suficientes como para seguir ostentado, con toda garant¨ªa, la titularidad de la Sindicatura. Por supuesto, a muchos, su vigilante actitud, les incomoda. Tal es el caso del inefable alcalde de la ciudad de Alicante, quien, recientemente, se opuso a la petici¨®n del grupo municipal socialista de retirar los honores y distinciones, que las corporaciones franquistas le concedieron al dictador. El alcalde que no legisla, sino que administra o que debiera administrar los bienes que, por cuatro a?os, le han confiado los ciudadanos, con el autoritarismo que le caracteriza, se neg¨® a debatir el asunto y replic¨® que le entregaran 25.000 firmas de vecinos con esa petici¨®n. Una vez m¨¢s, olvid¨® que la ley es imperativa, que le concierne y que no puede andarse con m¨¢s chuleos y desplantes. Y de nuevo, la PIC (Plataforma de Iniciativas Ciudadanas) sali¨® al paso del desprop¨®sito y present¨® una queja a la S¨ªndic, quien la ha admitido a tr¨¢mite. Para la PIC, el regidor "apoya y ampara al franquismo", califica su exigencia de "indecencia pol¨ªtica" y al mismo, de "alcalde predemocr¨¢tico". Al bar¨®n pimpante le toca desinsectar la alfombra.
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