La reconquista de Flandes

La semana en la que el damnificado del gran absurdo del a?o ciclista, Alberto Contador, ha seguido empe?ado en demostrar, v¨ªa victoria en el Pa¨ªs Vasco, la injusticia de su exclusi¨®n del Tour, otra paradoja, otra incongruencia con la tradici¨®n, quiz¨¢s no tan sangrante pero igualmente llamativa, se ha desplegado en las grises tierras del Flandes belga y los Pa¨ªses Bajos.

El pasado domingo, Juan Antonio Flecha termin¨® tercero el Tour de Flandes. El primer espa?ol que termin¨® entre los diez primeros en la historia del monumento de los muros, del viejo Quaremont y del Grammont. Como muestra de la singularidad del corredor catal¨¢n, un ejemplo: el viernes anterior hab¨ªa alcanzado casi el orgasmo mientras dorm¨ªa so?ando que se recorr¨ªa a pie los m¨¢s de 250 kil¨®metros de laber¨ªntico trazado y que no se perd¨ªa, que se sab¨ªa el recorrido de memoria. El mi¨¦rcoles, Pedro Horrillo hac¨ªa los mejores 500 metros de su vida para lanzar a su compa?ero ?scar Freire a la victoria en el sprint de la Gante-Wevelgem, otra de las cl¨¢sicas hist¨®ricas de la primavera flamenca. Otra an¨¦cdota ejemplifica la distinci¨®n del ciclista de Ermua: el lunes anterior presentaba en ?msterdam el segundo tomo, en holand¨¦s, con parte de las columnas que escribe regularmente para EL PA?S.

Los tres corredores protagonistas de la primavera belga pertenecen al mismo equipo, el Rabobank. Y all¨ª, en un equipo holand¨¦s especializado desde su nacimiento en las cl¨¢sicas, han conseguido la no peque?a proeza de convertirse en los l¨ªderes indiscutibles cuando se habla de pruebas de un d¨ªa, de muros, de adoquines o de sprints. Los holandeses, la nueva hornada, quedan para las carreras por etapas, para la monta?a y cosas as¨ª. "Todo es cuesti¨®n de amor", dicen Horrillo y Flecha, que el viernes segu¨ªan acantonados en Gante, casi en la frontera francesa, con la vista, y los sue?os, en su pr¨®ximo objetivo, el ¨²ltimo de la estaci¨®n, el m¨¢s importante, la Par¨ªs-Roubaix, que se corre hoy. "Estas carreras s¨®lo las puedes ganar si las amas. Si no las amas, no tiene siquiera sentido participar en ellas".

Hace unos a?os, el que un ciclista espa?ol declarase su amor a las cl¨¢sicas del Norte le convert¨ªa autom¨¢ticamente en objeto de burlas de sus compa?eros del pelot¨®n. "El primero que rompi¨® el fuego fue Rub¨¦n Galv¨¢n, de quien se re¨ªan porque dec¨ªa que su sue?o era correr junto a Museeuw, Van Petegem, Ballerini y compa?¨ªa. Despu¨¦s fuimos los dem¨¢s", dice Flecha, que ya ha quedado tercero y segundo en la Par¨ªs-Roubaix, dos podios que se unen a los dos conseguidos por Miguel Poblet en los a?os 50; "y el amor a esta carrera hay que transmit¨ªrselo a los que llegan".

As¨ª, el jueves, en el tradicional reconocimiento de algunos de los 28 tramos de pav¨¦s (adoquinado) que suman 58 kil¨®metros, en el bosque de Arenberg, en el cruce del ?rbol, en las curvas de Mons en P¨¦v¨¨le, Flecha se dedic¨® a pasarle sus conocimientos al joven holand¨¦s Tom Leeze. Despu¨¦s verbaliz¨® dos deseos: que lloviera a c¨¢ntaros para hacer la carrera m¨¢s dura, m¨¢s "aut¨¦ntica", y que ganara Horrillo, el corredor que le transmiti¨® su amor por el infierno del Norte.

El primer deseo, seg¨²n los meteor¨®logos, se cumplir¨¢. Para que se realice el segundo habr¨¢ que esperar a ver qu¨¦ opinan otros favoritos, como Boonen, Cancellara o Backstedt.