Cornelia Funke, la J. K. Rowling alemana
Risue?a, jovial y con una voz tan cantarina que dulcifica la dureza de su alem¨¢n, Cornelia Funke (1958) no pone pegas a la comparaci¨®n con la autora de Harry Potter. Se la toma como un cumplido. "?Por qu¨¦ me iba a importar? Es mejor disfrutar del momento, de una ¨¦poca como la que vivieron los pintores renacentistas, rodeados de maestros. Son tantas las historias por contar y tantos los lectores hambrientos", a?ade con un suspiro que huele a t¨¦ de menta, ese que se est¨¢ tomando para superar un inoportuno catarro primaveral. La revista Time la eligi¨® como una de las cien personas m¨¢s influyentes del mundo. Y los n¨²meros tambi¨¦n est¨¢n de su parte. En Espa?a Coraz¨®n de tinta (Siruela) -la primera entrega de la trilog¨ªa que completan Sangre de tinta y Muerte de tinta, que se publicar¨¢ en mayo en espa?ol- ha vendido mill¨®n y medio de ejemplares, cifra que asciende a cuatro millones en el resto del mundo. Adem¨¢s, se acaba de adaptar al cine Coraz¨®n de tinta, que se estrenar¨¢ a finales de a?o.
Cornelia Funke es una mujer impredecible, un adjetivo con el que Clive Baker defini¨® su obra. "Es mi ¨²nico consejo: nunca creas a los que dicen que debes escoger el camino m¨¢s claro en tu vida. Aprendemos de nosotros mismos y de las historias dando tumbos, y mi vida es un ejemplo", afirma disfrutando de otra de esas agradables tardes californianas, rodeada de arces en medio del ca?¨®n de Coldwater, uno de los pasos monta?osos que unen el lujo de Beverly Hills con el ambiente residencial del valle de San Fernando, dos ¨¢reas completamente opuestas de Los ?ngeles entre las que vive Funke con sus hijos, Ben y Anna, de 14 y 22 a?os, respectivamente. Junto a ella, su perra, Luna, tan alocada que en ocasiones la llama "looney" (loca), completan una estampa perfecta en esta casita blanca de cuento en la que vive y que en su d¨ªa perteneci¨® a la actriz Faye Dunaway.
Su camino hacia la escritura -public¨® su primer libro a los 28 a?os- fue tan intrigante como sus paseos de infancia a la biblioteca del pueblo. "Una ciudad muy peque?a de Westfalia, muy industrial, no demasiado bonita y terriblemente bombardeada durante la guerra", recuerda. "Mi padre y yo hac¨ªamos esos paseos, cruzando puentes, por un camino sinuoso, para acabar en aquella escalera de espiral que a m¨ª me parec¨ªa una casa entre los ¨¢rboles donde mi padre torc¨ªa a la derecha y yo a la izquierda antes de regresar con pilas de libros como si fueran un tesoro".
Como el protagonista de su novela m¨¢s exitosa, Mo, ella es capaz de dar vida a los personajes s¨®lo con leer sus aventuras en voz alta, Cornelia Funke transforma el mundo que la rodea con sus palabras. "Cada vez me doy m¨¢s cuenta de que no he perdido el deseo de leer y me siento atrapada por las historias tanto como cuando era peque?a", explica. Disfruta con la lectura. Ahora tiene en espera La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zaf¨®n, y varias novelas de Graham Greene, Somerset Maugham, Philip Pullman o Michael Ondaatje.
Su "casa de escritora" -como llama a otra vivienda m¨¢s peque?a y pintoresca que est¨¢ en la parte trasera de su hogar y que utiliza como despacho para escribir- est¨¢ forrada con sus libros, fotos de Liguria (Italia), donde transcurre la acci¨®n de Mundos de tinta, o de la catedral g¨®tica de Salisbury, donde tendr¨¢ lugar su pr¨®xima novela, The knight and the boy. En las paredes, una amplia colecci¨®n de dragones, su animal preferido, y regalos que recibe de sus lectores. Entre ellos, un cami¨®n de bomberos, para "apagar las llamas del amor", y un p¨®ster de El laberinto del fauno, su pel¨ªcula preferida, que dej¨® a Funke "sin respiraci¨®n". "Nunca fui escritora por hobby. Era la que tra¨ªa el dinero a casa". Hace unos a?os decidi¨® trasladarse con toda su familia a Los ?ngeles para huir del fr¨ªo alem¨¢n "que se te mete en el cuerpo". Ni la fama ni el dinero tuvieron que ver en esta decisi¨®n. Al poco de llegar a Los ?ngeles, a Rolf, su marido, le diagnosticaron un c¨¢ncer del que muri¨®.
Cormelia Funke nunca plane¨® sus Mundos de tinta como una trilog¨ªa ni se puso a escribir libros pensando en el p¨²blico infantil, y todav¨ªa recuerda a los que criticaron la publicaci¨®n de El jinete del drag¨®n porque "los ni?os no le¨ªan vol¨²menes tan gordos".
Un a?o m¨¢s tarde lleg¨® Harry Potter y la piedra filosofal y lo cambi¨® todo. "Aquello fue la explosi¨®n. Ya nadie puso pegas al n¨²mero de p¨¢ginas ni se atrevieron a decir que los ni?os no leen nombres complicados o no entienden temas escabrosos", comenta Funke, agradecida al camino abierto por Rowling, alguien a quien no conoce, pero con quien comparte agente literario adem¨¢s de pasi¨®n por la escritura. Tambi¨¦n coincide con ella en el escalofr¨ªo que cruz¨® por su espalda el primer d¨ªa cuando se sent¨® en los decorados del filme que est¨¢ rodando Ian Softley de Coraz¨®n de tinta. "Como hizo Rowling en el rodaje de Harry Potter, yo me quise sentar sola en ese decorado durante unos minutos porque la magia era completa. Sentir que se hab¨ªa hecho real eso que s¨®?lo estaba en tu imaginaci¨®n", afirma todav¨ªa emocionada por la experiencia.
"Me molesta que me pregunten que cu¨¢ndo voy a escribir un libro de verdad; me dicen como un halago que mi literatura es demasiado bella para ser destinada a ni?os. Yo escribo para ni?os, pero los mayores tambi¨¦n est¨¢n autorizados a disfrutar con ellos. Lo que creo que es raro y hasta preocupante es que no lean otras cosas, con los maravillosos cuentos para adultos que existen en nuestros d¨ªas".
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