Rosario, rabo de lagartija
Estaba Rosario particularmente arrebatada aquella noche. Actuaba en el habanero teatro Karl Marx y los cubanos no conoc¨ªan su m¨²sica, pero hab¨ªan acudido al infalible reclamo de "la hija de Lola Flores". Rosario quiso ponerse a la altura del mito y se emple¨® a fondo, un torbellino de desparpajo rockero y baile gitano. Cimbre¨¢ndose feliz, se solt¨® el pa?uelo que, anudado al cuello, cubr¨ªa sus pechos. Se qued¨® con el torso al aire y miles de personas lanzaron un grito de consternaci¨®n: en Cuba no se acepta el top less, y menos en un recinto estrictamente vigilado, que suele acoger solemnes actos del Partido Comunista.
Rosario se tap¨® como pudo y se retir¨® mientras los m¨²sicos improvisaban desconcertados. Los espectadores se mov¨ªan nerviosos, como si se temieran una suspensi¨®n inmediata del concierto: no ser¨ªa la primera vez que all¨ª mismo se ha reprimido cruelmente a espa?olas ingenuamente embriagadas por la m¨²sica. Pero ella reapareci¨® en unos minutos, enfundada en una camiseta y minimizando el incidente: "Pues no es para tanto, ?verdad? Total, dos granitos?".
A partir de ah¨ª, el delirio. Rosario conserva cierta inocencia de chica hippy que le permite salir indemne de cualquier situaci¨®n comprometida. Aqu¨¦lla lo fue. "Bueno, bueno: todav¨ªa me acuerdo de la cara de susto de los cubanos que estaban entre bambalinas. No se ri¨® nadie, pero nadie. Aqu¨ª habr¨ªa salido al d¨ªa siguiente en todas las televisiones".
Puede que luzca muy naif, pero Rosario tambi¨¦n se manifiesta hiperconsciente de que los sabuesos de cierta prensa carn¨ªvora siempre est¨¢n rondando. "Yo he crecido con la prensa del coraz¨®n como algo inevitable. De hecho, ¨¦sa fue mi primera rebeli¨®n: no quer¨ªa salir en el ?Hola! y mi madre se indignaba. Pero con 14 a?os sab¨ªa que era contraproducente para m¨ª. Que mi futura carrera no iba por all¨ª. Y que, de alguna manera, hab¨ªa un handicap por ser hija de Lola de Espa?a".
-?Catorce a?os?
-Algo as¨ª. Creo que entend¨ª pronto el poder de la prensa rosa. Quiero decir: te hac¨ªan la vida inc¨®moda, pero tambi¨¦n te proporcionaban un brillo raro. Me eduqu¨¦ en colegios muy pijos y me asombraba que mis compa?eras y las madres de mis compa?eras, se?oras tipo barrio de Salamanca, estuvieran al tanto de todo lo que pasaba en mi familia.
Lola Flores sab¨ªa rentabilizar la curiosidad nacional. As¨ª que Rosario matiza su valoraci¨®n de ese negocio: "Yo no puedo criticar a las personas que venden exclusivas y dem¨¢s. Te proporcionan un dinero muy atractivo que viene bien si vives del arte, que es un oficio donde las rachas van y vienen. Mi madre era matriarca de un clan grande que hab¨ªa que mantener, aunque escasearan los bolos. La gente no sabe que los discos no dan para comer, ni entonces ni mucho menos ahora".
Es la trampa dorada, reflexiona: "Primero, calculas que si estas revistas y esos programas van a hacer millones con tu vida, tal vez deber¨ªas pedir tu cacho. Pero si llevas un tiempo en esto, sabes que salir all¨ª no te ayuda a vender ni discos ni entradas. Todo lo contrario: pierdes el poco respeto que se tiene en este pa¨ªs a los cantantes. Me ha costado bastante pasar de Rosariyo, la ni?a del papel cuch¨¦, a Rosario Flores, la artista".
Hace un par de a?os grab¨® Que me dejen vivir, una canci¨®n de Josel¨ªn Vargas que arremet¨ªa contra esos medios. "No es cierto que te respeten si no entras en el juego de negociar con tu intimidad. ?sa es una disculpa que usan para autojustificarse. Si tienes algo noticiable, aunque seas la madre Teresa de Calcuta, ir¨¢n a por ti y te har¨¢n la vida imposible, sin contemplaciones. Cuando yo me cas¨¦, lo hice en secreto. Mand¨¦ un mensaje a mis ¨ªntimos convoc¨¢ndoles a C¨¢diz: 'Dentro de tres d¨ªas para una cosa muy importante'. Y all¨ª s¨®lo se presentaron los que ten¨ªan que estar. Fue una boda discret¨ªsima, por lo civil y por lo flamenco. El alcalde de Barbate accedi¨® a casarnos en mi casa, con unos gitanos de Jerez haciendo sus canciones de boda".
Rosario est¨¢ casada con Pedro Lazaga, descendiente de uno de los realizadores m¨¢s prol¨ªficos del cine espa?ol. Se conocieron en el rodaje de Hable con ella, donde Lazaga ejerc¨ªa de ayudante de direcci¨®n, y surgi¨® la chispa: "Ambos est¨¢bamos muy currados, con 37 a?os empiezas a desconfiar de la posibilidad de establecer una relaci¨®n bonita, pero la vida te da sorpresas, como dice la canci¨®n". No es lo ¨²nico que aprendi¨® bajo las alas de Pedro Almod¨®var. "Para mi papel ten¨ªa que saber torear. Un torero retirado, Macareno, me ense?¨® y me entr¨® el gusanillo. A partir de entonces no hay profesi¨®n que admire m¨¢s. ?Y las burradas que le gritan en la plaza a alguien que se juega la vida! Yo hab¨ªa sido refractaria a los toros, era parte de la herencia familiar a rechazar. Mi hermano Antonio y yo constitu¨ªamos el sector contestatario de los Flores, hab¨ªa cosas de la tradici¨®n que no acept¨¢bamos por pura cabezoner¨ªa".
El cine no est¨¢ hoy en lo alto de su lista de prioridades. "Ya hice bastante en los ochenta. Pero cuando has participado en una pel¨ªcula como Hable con ella, que gana el Oscar y todo, ya no te conformas con cualquier gui¨®n. No me han ofrecido nada que me obligue a plantearme dejar de cantar durante una temporada. Y vivo el cine de otra manera, a trav¨¦s de la profesi¨®n de mi marido y de los cortos que rodamos en casa".
Almod¨®var tambi¨¦n fue espectador de una de las situaciones m¨¢s embarazosas vividas por Rosario. Uno de esos desastres sociales que los protagonistas, usando sus artes alquimistas, convirtieron en canci¨®n chispeante, publicada como Cayetano. Una historia que conviene aclarar: "Ca??yetano es como llam¨¢bamos cari?osamente a Caetano Veloso. Fui a Brasil con Rossy de Palma, Antonio [Carmona] y Mariola [Orellana, fiel manager de Rosario y esposa de Antonio]. Uno de esos viajes que parecen destinados a ser maravillosos: un amigo nos hab¨ªa dejado una casa fant¨¢stica, encima en un lugar conocido como Playa del Flamenco. Visitamos a mi amigo Carlinhos Brown y resulta que estaba con Pedro Almod¨®var y Cayetano. Era el cumplea?os de Mariola y, naturalmente, les invitamos a una fiesta en nuestra casa".
-?Y qui¨¦n se encarg¨® de la animaci¨®n? ?Brasile?os o espa?oles?
-?Lo dudas? Todos nos pusimos a bailar y cantar, pero a las diez de la noche, los invitados se marchaban y los gitanos quer¨ªamos seguir. Necesit¨¢bamos una guitarra y le pedimos a Cayetano que nos dejara la suya. En contra de mi opini¨®n, que s¨¦ que hay instrumentos que no se deben ni pedir ni prestar. El resto ocurri¨® como se cuenta en la canci¨®n. Al d¨ªa siguiente, Cayetano nos la reclam¨® y? hab¨ªa desaparecido. Despu¨¦s de buscarla desesperados, calculamos que s¨®lo pod¨ªa hab¨¦rsela llevado el se?or que limpiaba la casa.
T¨ªpicamente, Rosario se sent¨ªa inc¨®moda con la idea de se?alar con el dedo al posible culpable. "Yo dec¨ªa: ese hombre est¨¢ tieso y tiene hijos, ?c¨®mo se va a arriesgar a la c¨¢rcel? Pero es que Cayetano es Dios en Brasil y cualquier cosa puede ocurrir. Se arm¨® una bronca tremenda, lleg¨® la polic¨ªa, salimos en los peri¨®dicos. Y nada. Evidentemente, contactamos con el luthier que se la hizo y le encargamos una igual, que nos cost¨® un past¨®n incre¨ªble. A todo esto, intu¨ªamos que Cayetano no se fiaba, que pensaba que hab¨ªamos perdido su guitarra por descuido. Todo lo contrario, la hab¨ªamos guardado en un armario ropero con todo el amor del mundo. Fue tan horroroso que lo ¨²nico que nos qued¨® fue cachondearnos del marr¨®n, del drama que nos montaron Cayetano y su mujer, de nuestra propia situaci¨®n. Lleg¨® el momento en que nos indignamos: 'Oye, que es s¨®lo una guitarra, no hemos extraviado a un ni?o chico'. Espero que Cayetano no haya llegado a escuchar la canci¨®n".
Con Rosario, las cosas no ocurren as¨ª como as¨ª. Todo lo que vive repercute en su arte. Si empez¨® a componer, fue debido a la muerte de su hermano Antonio. Si acaba de hacer un disco de versiones, lo explica por una concatenaci¨®n de circunstancias: "Me tocaba hacer un disco de directo, yo soy animal de escenario. Quer¨ªa contar con grandes nombres, amigos como Marc Anthony o Carlinhos, una movida gorda. Pero me qued¨¦ embarazada y lo tuve que posponer. Me propusieron el disco de versiones, que te¨®ricamente ser¨ªa una cosa sencillita. Luego, sufr¨ª el percance de perder a la criatura, pero el disco sigui¨® su curso. Y lo de siempre, result¨® m¨¢s dif¨ªcil de lo que imagin¨¢bamos. Pas¨¦ muchas fatigas intentando hacer algo personal con Algo de m¨ª, de Camilo Sesto, o Te quiero, te quiero, de Nino Bravo, que son canciones muy dif¨ªciles".
Llama la atenci¨®n, gratamente, la versi¨®n de Algo contigo. Es la misma f¨®rmula que utilizaba El Pesca¨ªlla en Sabor a m¨ª: un esbelto bolero lanzado hacia el frenes¨ª de la rumba. "Hay muchos gitanos que hacen boleros, pero ninguno, ninguno ha alcanzado la elegancia de mi padre. Lo digo de coraz¨®n". El gran misterio de la familia Flores fue el eclipse voluntario de El Pesca¨ªlla. Apenas sac¨® discos, no desarroll¨® su carrera. Rosario salta en su defensa: "En realidad, nunca dej¨® de hacer m¨²sica. Todos los d¨ªas agarraba la guitarra. Hay artistas que se saben buenos y no requieren confirmaci¨®n externa. En cierta manera, ¨¦l ten¨ªa m¨¢s sensibilidad art¨ªstica que mi madre, ella era m¨¢s de energ¨ªa bruta que de finuras".
Aun as¨ª, cuesta entenderlo. La rumba catalana es el gran invento musical espa?ol de los a?os sesenta, pero El Pesca¨ªlla se desentiende de su evoluci¨®n y lo deja en manos de Peret, que segu¨ªa una l¨ªnea m¨¢s gamberra. "S¨ª, Peret siempre se pone un poco raro cuando se menciona a mi padre. Y no voy a entrar en esa rencilla, yo me alegro de que tambi¨¦n existiera la rumba al estilo Peret. En todo caso, deber¨ªa estar contento de que mi padre se apartara de los focos. Mi madre le dec¨ªa: 'Mira a Peret, todos los d¨ªas en la televisi¨®n, no s¨¦ c¨®mo no te revuelves'. A gritos, que mi madre no era de susurrar".
coincide rosario con las an¨¦cdotas de m¨²sicos convocados para ensayar con ¨¦l. Aseguran que era Lola Flores quien insist¨ªa en que trabajara m¨¢s, que preparara m¨¢s canciones. "?sa es otra muestra de la grandeza de mi madre. Los realmente grandes no tienen envidias, no temen ser eclipsados ni por el c¨®nyuge ni por nadie. Ella llegaba de noche a casa con amigos y me despertaba, para que bailara. Puede que yo no tuviera ganas, pero ahora entiendo que quer¨ªa sacar la artista que intu¨ªa que hab¨ªa en m¨ª".
-Igual era simple orgullo de madre.
-Seguro, pero tambi¨¦n eso tan gitano de reverenciar el arte, de creer que el mundo es mucho m¨¢s agradable cuando hay arte. Arte en coser, en pintar una pared, en preparar un potaje? Mi madre vio a Tomasito en la calle, un ni?o que bailaba breakdance por buler¨ªas, y enseguida quiso llev¨¢rselo a su compa?¨ªa.
-Una curiosidad: ?no se llegaron a grabar o a filmar algunas de aquellas legendarias fiestas en El Lerele?
-No creo. Mi madre era poco tecnol¨®gica. Cuando llegaron a Espa?a los monitores de escenario, ella dijo que no los necesitaba, que se escuchaba perfectamente sin aquellos trastos. Era de otro mundo, ni siquiera ten¨ªa local de ensayo, simplemente quedaba con los guitarristas y los palmeros en el sal¨®n de casa y tira palante. Daba lo mismo que fuera para preparar las galas de verano o para actuar en Miami.
Cada poco, tambi¨¦n Rosario cruza el Atl¨¢ntico y se planta en Am¨¦rica. Asegura que esos viajes obedecen m¨¢s a una necesidad personal que a un milimetrado plan de conquista. "No lo hago como parte de una campa?a de lanzamiento, all¨ª nunca he sido objetivo de mis discogr¨¢ficas. Pero es cierto lo que contaba mi madre: te tratan como a alguien importante, alguien que tiene un don y reparte felicidad. Cuando empec¨¦ a ir y me llamaban diosa, reina y esas cosas, pens¨¦ que era como una broma, algo del mundo gay. Luego entend¨ª que iba en serio. Nada que ver con lo nuestro. Somos un pa¨ªs muy jod¨ªo, siempre estamos buscando los fallos de los que triunfan, como si sus desgracias o sus miserias nos reconfortaran".
-Es m¨¢s complejo el panorama, me temo. Al mismo tiempo, Espa?a tolera a artistas que no se arriesgan, que triunfan copi¨¢ndose a s¨ª mismos y haci¨¦ndolo cada vez peor.
-No me lo dir¨¢s por m¨ª, ?verdad? Yo quiero abrirme a otras m¨²sicas, pero no encuentro la for??ma. Llevo desde el principio trabajando con [el productor y bajista] Fernando Ill¨¢n y siempre estamos con que nos vendr¨ªa bien divorciarnos un ratito. Pero no hay manera. He pasado a muchas personas mis maquetas, diciendo: "Aqu¨ª estoy yo desnuda, sola con mi guitarrita; haz algo que me sorprenda". Y nada. Todos me recomiendan que me meta en la electr¨®nica, pero lo intento y me hacen unas cosas muy simplonas, de chunda-chunda. Al final, lo de toda la vida es lo mejor: guitarra, percusi¨®n y poco m¨¢s.
-Lo que suger¨ªa es que cuando el p¨²blico espa?ol se enamora de un artista, le sigue aunque lleve a?os derrapando.
-No s¨¦, hay que tener mucho cuidado. Cuando di un giro muy grande con Jugar a la locura [1999] me estrell¨¦. Era un disco de rock fuerte y no me lo toleraron. Para seg¨²n qu¨¦ cosas, no es bueno llamarse Rosario Flores. Sigo pensando que era un disco l¨®gico, mi respuesta a la muerte de mi madre y mi hermano. Igual que es l¨®gico que mi hermana y yo hayamos terminado cantando las rumbas de mi padre. Me le imagino, con su sorna: "Ah, o sea, que ahora es moderno cantar lo que hac¨ªa papi?".
-?Para qu¨¦ cosas es bueno llamarse Rosario Flores?
-En general, hay cari?o para los Flores. A¨²n dura la ola de amor que sigui¨® a nuestras desgracias. Puedo estar por la calle y de repente oigo: "?Viva la madre que te pari¨®!". O lo de "?guapa!", que es m¨¢s discutible.
-Un buen ombligo tira mucho?
-Gracias. Antes me recordabas lo de Cuba, cuando me qued¨¦ en bolas de la cintura para arriba. Todav¨ªa hay quien sugiere que me opere, que me ponga unas tetas algo visibles. Y les cuesta entender que yo estoy hecha para lo m¨ªo, para pegar saltos sobre el escenario. Adem¨¢s, el p¨²blico no debe distraerse con mis mamas. Tiene que fijarse en mi arte, que es lo que importa.
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