"El tiempo estropea al actor"
?Es el rey Lear? Es Alfredo Alc¨®n; alto, vestido de negro, parece que fuera a volar en medio de la calle frente al Valle Incl¨¢n, donde representa El rey Lear, de Shakespeare, versi¨®n de Juan Mayorga, direcci¨®n de Gerardo Vera. Tiene 79 a?os. Es uno de los grandes de la escena; en su pa¨ªs, Argentina, le aplauden por la calle. En Espa?a fue actor predilecto de Jos¨¦ Luis Alonso (El zapato de raso, de Claudel) y de Llu¨ªs Pasqual (El p¨²blico, de Lorca). El 20 de abril acaba las funciones en Madrid; el 1 de mayo estrena en Sevilla, y acaba en Catalu?a en junio.
Pregunta. Dentro de nada, 80 a?os. ?Qu¨¦ le hace el tiempo a un actor?
Respuesta. Lo estropea. La experiencia sirve para muy poco. Vales lo que haces ahora. Y en teatro m¨¢s, qu¨¦ sabes t¨² c¨®mo te va a salir la funci¨®n de hoy, aunque la de ayer haya sido espectacular.
P. ?Y sirve el teatro?
R. Es como una nostalgia. Sirve porque nos gusta que nos cuenten cuentos, como cuando ¨¦ramos peque?os. El teatro es de mirada libre, te permite una interpretaci¨®n libre de la realidad.
P. Por eso tiene tanto ¨¦xito Shakespeare, habla de la vida.
R. Era la teor¨ªa de Lorca cuando llevaba La Barraca a los pueblos de Espa?a. Les llevaba las grandes obras del Siglo de Oro: dec¨ªa que era el lenguaje del pueblo, que le hab¨ªa sido arrebatado.
P. ?Y qu¨¦ ha ido aprendiendo usted, qu¨¦ le ha dado la vida?
R. Ni hago balances ni creo en ellos. Los dem¨¢s dicen que soy un hombre grande, pero yo soy el mismo chico que jugaba al teatro en la azotea de mi casa. Poner un r¨®tulo a cada cosa nos da la sensaci¨®n de que dominamos ese desorden que es estar vivo.
P. Y no dominamos nada.
R. Y cuando uno cree que domina est¨¢ perdiendo la vida. Si quiero poner mi experiencia de ayer en el d¨ªa de hoy, me pierdo el d¨ªa de hoy. Todas las funciones son distintas. Y eso hace que los actores de teatro seamos tan inseguros.
P. Y del teatro, de lo que dicen las obras, ?qu¨¦ aprende?
R. Uno tiene la sensaci¨®n de estar en v¨ªsperas de una revelaci¨®n que nunca llega. Hay d¨ªas en que el espectador y el actor respiran al mismo ritmo, se comparte la pasi¨®n, y cuando llega ese momento se produce en escena un compa?erismo pudoroso, una camarader¨ªa con los actores... D¨¦jeme que le diga esto: Espa?a no se porta muy bien con sus actores...
P. ?No?
R. No. En Argentina, ya seas el malo o el bueno, no te cobran los taxis, muchas veces te invitan en los restaurantes. Me lo dijo un actor espa?ol: "Sois mejores actores porque la gente os mira con afecto, y el afecto hace crecer".
P. Eso revela una manera de relacionarse con la cultura.
R. Hasta hace poco a los c¨®micos no nos enterraban en sagrado; la Iglesia nos consideraba seres demon¨ªacos: ?quer¨ªamos ser otros! Pero la gente va al teatro; en Buenos Aires tardamos horas los actores en dejar el teatro cuando hicimos Eduardo II. ?Nos esperaban, mis compa?eros espa?oles no daban cr¨¦dito! All¨ª nos sentimos necesarios.
P. No lo parar¨¢n en la calle, pero aqu¨ª le quieren mucho...
R. Eso empieza con Jos¨¦ Luis Alonso, que fue el primero que confi¨® en m¨ª. Ahora, Gerardo
es muy generoso. Siento por este pa¨ªs un afecto pudoroso, y he sentido que me quieren, como quieren los espa?oles. Recuerdo una representaci¨®n de Edipo rey; hablaba en el escenario, y siempre ve¨ªa a Vicky Pe?a con un vaso de agua, en las bambalinas; me acercaba, le ped¨ªa y beb¨ªa. Y siempre hab¨ªa alguien con un vaso de agua. Hasta que supe que era para m¨ª, siempre era para m¨ª. "Claro, como hablas tanto, c¨®mo no vamos a tenerte un vaso dispuesto", me dijo Vicky.
P. ?Qu¨¦ le ha parecido este pa¨ªs ahora?
R. Hay un movimiento muy interesante de teatro, mucha gente que estudia muy seriamente. Y hay un p¨²blico mejor que el de antes.
P. Y si nosotros somos juveniles, ?los argentinos qu¨¦ son?
R. Adolescentes... Argentina est¨¢ ahora como toda Latinoam¨¦rica. Hay que destruir tanto para construir algo nuevo... Hay tanto sometimiento a las multinacionales. No somos pa¨ªses, somos colonias. Pero lo que me gusta de mi pa¨ªs es que est¨¢ muy vivo.
P. ?Las heridas se cicatrizaron?
R. Hay recuerdos indelebles. Si te refieres a la dictadura militar, reci¨¦n est¨¢n empezando a hacer algo. Hubo mucho tiempo de silencio, de injusticia, y all¨ª no se puede contar la historia sin pensar en las mujeres de la plaza de Mayo... Ellas son el ejemplo de la lucha constante, las han masacrado y han seguido.
P. ?Tiene usted una herida de ese tiempo?
R. S¨ª, hay gente que no volv¨ª a ver m¨¢s. M¨¢s all¨¢ de las cosas que me prohibieron a m¨ª. Yo no me fui del pa¨ªs a pesar de estar en las listas. La acusaci¨®n era propagar ideas judeo marxistas y todo porque hab¨ªa hecho La muerte de un viajante, de Arthur Miller. Si no te ibas en 48 horas del pa¨ªs te mataban. El miedo que te daba era terrible, terrible.
P. El teatro le habr¨¢ servido en esa ¨¦poca.
R. Si, f¨ªjate que est¨¢bamos haciendo Hamlet. Pero dec¨ªas: "Algo huele a podrido en Dinamarca" y la gente dec¨ªa: "?Fijate, ha dicho podrido!".
P. ?Qu¨¦ nos dir¨ªa hoy el rey Lear sobre lo que nos pasa?
R. La obra habla m¨¢s all¨¢ de lo que pasa. Habla de la dificultad del amor. Si con el amor bastara... Del hecho de que el amor no basta nace todo el mal del mundo. Porque si bastara..."Espa?a no se porta muy bien con los actores; hace falta el afecto para crecer"
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