Sneijder saca al Madrid del fango
Mala actuaci¨®n de los de Schuster, que derrotan al Murcia con un gol del holand¨¦s y tienen el t¨ªtulo a la vista
Los abrazos de los jugadores madridistas tras el pitido final estaban justificados. Y no por el partido que acababan de ejecutar, de cierto aire calamitoso, sino por lo que significaba el sufrido triunfo: el Madrid agarr¨® ayer media Liga, y s¨®lo una hecatombe impedir¨¢ que en unas semanas se la apropie del todo. Venci¨® el equipo de Schuster a un Murcia al borde del desahucio, en el que Clemente ejerci¨® de s¨ª mismo, prudente como acostumbra a ser, que no es cuesti¨®n de asomarse al Bernab¨¦u y darse el gusto de atacar. Venci¨® el Madrid gracias a un magn¨ªfico gol de Sneijder, su jugador m¨¢s inspirado junto a Guti. Y lo hizo pese a jugar 70 minutos con diez, por la expulsi¨®n de Torres. Venci¨® el Madrid, en fin, sin convencer a nadie, y ya le saca brillo al t¨ªtulo.
REAL MADRID 1 - MURCIA 0
Real Madrid: Casillas, Torres, Pepe, Heinze, Marcelo; Gago, Guti (Diarra, m. 42), Sneijder (Drenthe, m. 80); Robben, Robinho (M¨ªchel Salgado, m. 62) y Ra¨²l. No utilizados: Codina; Baptista, Higua¨ªn y Saviola.
Murcia: Carini; Pina, Pignol (Movilla, m. 60), Cuadrado, Ochoa, Pe?a; Arzo, Kabous; De Lucas (Rosinei, m. 57), Aquino (Jofre, m. 66) y Goitom. No utilizados: Notario; De Coz, Ochoa y Richi.
Gol: 1-0. M. 58. Ra¨²l toca hacia atr¨¢s un bal¨®n que Pignol no alcanza a despejar y Sneijder lo recoge para marcar.
?rbitro: Iturralde Gonz¨¢lez. Expuls¨® con tarjeta roja a Torres (m. 19). Amonest¨® a Pepe, Guti, Robben, Cuadrado y Arzo.
Unos 78.000 espectadores en el Santiago Bernab¨¦u.
Y eso que Iturralde estomag¨® al equipo blanco, que se arrog¨® el papel de v¨ªctima, algo impropio de su fuste. Todo comenz¨® con la expulsi¨®n de Torres, que encendi¨® la ira del madridismo en pleno. Ten¨ªa Aquino el bal¨®n controlado en la banda y Torres le golpe¨® por detr¨¢s, abajo, al tobillo, de mala manera. No lo dud¨® el ¨¢rbitro, que sac¨® la roja del bolsillo y ech¨® al lateral. Con toda justicia, adem¨¢s. A partir de ese momento, minuto 19, los jugadores del Madrid estuvieron m¨¢s pendientes de Iturralde que del f¨²tbol. Tronaba la grada a cada decisi¨®n del ¨¢rbitro y el equipo de Schuster se contagi¨®. Gritos, protestas, incredulidad, las manos a la cabeza, piscinazos... Se vino arriba Iturralde, al que le va la marcha, con las consecuencias habituales: no acert¨® ni una.
Clemente era consciente de que sacar algo del Bernab¨¦u supon¨ªa un reto heroico. Y no se cort¨® a la hora de poner en marcha su ideario. Sali¨® a escena con cuatro defensas y con un quinto, Cuadrado, persiguiendo por todo el campo a Ra¨²l, una soluci¨®n futbol¨ªstica propia del pleistoceno. El Madrid jam¨¢s se encontr¨® a gusto, y mucho menos cuando se qued¨® con diez. El arrebato de Torres le mand¨® a la ducha y Schuster opt¨® por no mover ficha. Dej¨® al equipo con tres defensas e hizo que Gago se retrasara unos metros. Guti y Sneijder cogieron el mando, pero el equipo ech¨® de menos a Robinho, cuya actuaci¨®n tuvo un aroma fantasmal, y a Robben, tan intermitente como de costumbre. Pese a que ten¨ªa un jugador m¨¢s, el Murcia nunca se hizo con el partido, algo l¨®gico en un equipo que tose y se va a Segunda. Al borde del descanso tuvo su gran oportunidad, cuando en un contragolpe se presentaron tres jugadores en el ¨¢rea madridista, guardada s¨®lo por dos defensas. Pero Aquino se enred¨® y fue incapaz siquiera de disparar a puerta.
El Madrid, pese a su inferioridad, controlaba el partido con absoluta tranquilidad. Ra¨²l, acosado siempre por Cuadrado, fall¨® un par de oportunidades. La resoluci¨®n del conflicto, dado el papel de Robinho y Robben, qued¨® en manos de Sneijder y Guti, que se asomaban con reiteraci¨®n al borde del ¨¢rea rival. Y ocurri¨® que Pepe lanz¨® largo un saque de banda, Ra¨²l pein¨® hacia atr¨¢s y Pignol no supo c¨®mo despejar. Le cay¨® el bal¨®n a Sneijder, que lo par¨® con la zurda y solt¨® un derechazo combado a la escuadra izquierda de Carini, que no pudo llegar.
Quedaba un mundo por delante, pero el partido estaba acabado. Schuster, ahora s¨ª, reforz¨® la defensa con Salgado, y el Madrid se parapet¨® a la espera de sufrir el acoso del Murcia. No hubo tal. Los de Clemente no cre¨ªan en la causa y aceptaron una derrota anunciada. Pit¨® Iturralde, ya m¨¢s tranquilo, el final y los jugadores del Madrid se abrazaron alborozados sobre el c¨¦sped, sabedores de que est¨¢n a punto de alcanzar la Liga n¨²mero 31 de la historia del club y, a qu¨¦ negarlo, la menos brillante.
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