La reinserci¨®n con una brocha
Ocho presas disfrutan de una semana de libertad para ayudar a repintar una parroquia de Vitoria - El cura de Nanclares organiz¨® la experiencia
La boliviana Carmela Rom¨¢n nunca antes hab¨ªa cogido una brocha. Despu¨¦s de ayudar a pintar durante tres d¨ªas la parroquia Nuestra de Se?ora de la Esperanza, en el centro de Vitoria, cree que podr¨ªa hacer lo mismo con su casa sin necesidad de recibir ayuda profesional. El problema es que para que se pueda cumplir ese sue?o a¨²n le quedan por delante cinco a?os de los nueve de condena que cumple en la c¨¢rcel alavesa de Nanclares de la Oca por tr¨¢fico de drogas.
Carmela Rom¨¢n, con dos hijos y ya abuela de un nieto de seis meses a sus 44 a?os, es una de las ocho reclusas que durante la pasada semana han disfrutado de libertad para participar en un campo de trabajo organizado, tutelado y supervisado por el cura de la prisi¨®n, Txarli Mart¨ªnez de Bujanda. El trabajo que ten¨ªan encargado consist¨ªa en dar la segunda mano de pintura a las paredes de la parroquia de Nuestra Se?ora de la Esperanza, labor en la que han contado con la ayuda de varios feligreses. En este caso, el camino de la reinserci¨®n empieza por la pintura.
"Salir de la c¨¢rcel resulta emocionante. Todo es diferente"
"Este tipo de experiencias", comenta Carmela embutida en un mono azul salpicado de manchas de pintura, "te ayudan a valorar m¨¢s las cosas, por peque?as que sean. Ya no voy a necesitar contratar un pintor para mi casa. No ten¨ªa experiencia y ya casi hemos terminado de pintar la iglesia".
El trabajo concluy¨® el pasado viernes. Mart¨ªnez de Bujanda dividi¨® a las internas, todas ellas condenadas por tr¨¢fico de drogas, en dos equipos. El primero de ellos trabaj¨® el lunes y el martes, y el mi¨¦rcoles se fue de excursi¨®n a La Rioja. Todos esos d¨ªas durmieron en un albergue. Las componentes del segundo grupo se pusieron manos a la obra el jueves y viernes. Y anteayer tambi¨¦n pudieron disfrutar de una excursi¨®n a La Rioja como colof¨®n a su labor.
Aurora Agudelo, colombiana de 46 a?os, es otra de las reclusas que ha podido disfrutar de esta "semilibertad", como ella misma la define. "Salir de la c¨¢rcel resulta emocionante. Ves personas diferentes, todo es diferente. Un d¨ªa menos de prisi¨®n, as¨ª lo siento yo". En total, lleva 37 meses en prisi¨®n, de los que 27 los ha pasado en Nanclares. Al igual que su compa?era, cumple una condena de nueve a?os.
"Nunca hab¨ªa pintado; es la primera vez. A veces nos riega la pintura al pasar el rodillo, pero ya tengo un poco de experiencia". Trabajaba como camarera en Bilbao antes de toparse con el narcotr¨¢fico. Su esperanza pasa ahora por conseguir una oferta de trabajo que le permita acceder al tercer grado, con lo que podr¨ªa salir de d¨ªa a trabajar y regresar a Nanclares s¨®lo para dormir. "Esa es mi ilusi¨®n, reconocer sonriendo y sin perder el buen humor.
La convivencia con los parroquianos resulta positiva. "No hay ning¨²n tipo de discriminaci¨®n. S¨®lo el hecho de estar aqu¨ª, pintando una pared, sin sentir la c¨¢rcel, ya te llena de alegr¨ªa", concluye Agudelo.
La francesa Djessila M., de 23 a?os, es la m¨¢s joven de todo el grupo. "Estoy feliz aqu¨ª, con la pintura y conociendo a la gente de la parroquia", apunta. Para ella, este tipo de salidas suponen una forma de descubrir c¨®mo se vive en Espa?a y c¨®mo son sus gentes. "Es una forma como otra cualquiera de conocer a las personas". Lleva un a?o de c¨¢rcel en Espa?a por tr¨¢ficar con hach¨ªs. Los tres ¨²ltimos meses los ha cumplido en Nanclares. "A final del a?o voy a Francia a cumplir el resto de mi condena", casi dos a?os. Tampoco hab¨ªa pintado nunca antes. "Se trata de cosas que no he hecho en mi vida y seguro que me van a ayudar a la reinserci¨®n", indica.
Son las siete de la tarde y el cielo amenaza lluvia. Las reclusas empiezan a recoger el material. El sacerdote les ayuda. "Cuando est¨¢s en la c¨¢rcel, hasta lo m¨¢s peque?o, lo que puede parecer m¨¢s insignificante para las personas que se encuentran fuera, tiene un gran valor", resume. La jornada de trabajo llega a su fin.
M¨¢s de dos a?os
"En noviembre de 2005 fuimos a Navaridas [una localidad de apenas 200 habitantes en la Rioja Alavesa] a limpiar una fuente. Sali¨® bien y a partir de ah¨ª hemos ido encadenando campos de trabajo", recuerda Txarli Mart¨ªnez de Bujanda, capell¨¢n de la prisi¨®n de Nanclares desde hace una d¨¦cada. En su tarea, Mart¨ªnez de Bujanda se ha destacado por organizar numerosas actividades sociales para contribuir a la reinserci¨®n de los reclusos que cumplen condena en la carcel alavesa. En 2007, por ejemplo, distintos grupos de reclusos limpiaron los montes de Amurrio a lo largo de todo el a?o.
"El planteamiento es sencillo: salir de la c¨¢rcel, trabajar unas horas, cobrar una cantidad simb¨®lica de dinero y que los presos se den cuenta de lo que supone el esfuerzo. Se trata de que todos salgan beneficiados, los reclusos y la comunidad", detalla el sacerdote.
"Y no es por nada, pero en todos los sitios en los que hemos estado se ha hecho una buena labor", a?ade. La pr¨®xima parada es la localidad alavesa de Nanclares de Gamboa, donde un grupo de presos limpiar¨¢ el pueblo.
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