Dictadores

Ciertas cosas son comprensibles. Lo de Venezuela con Los vigilantes de la playa, por ejemplo. Los mandados de Hugo Ch¨¢vez han ordenado a una televisi¨®n privada que suspenda las emisiones de Los Simpson porque "atentan contra la formaci¨®n integral de ni?os, ni?as y adolescentes"; dicho y hecho, los dibujos sat¨ªricos han sido sustituidos por Los vigilantes de la playa, una serie mucho m¨¢s educativa e integral, sobre todo para los adolescentes en plena verbena de hormonas.

Los vigilantes de la playa fue una serie atenta a las necesidades del p¨²blico. Creo recordar que las mejores escenas eran inmediatamente repetidas a c¨¢mara lenta, con el ¨¢nimo de ayudar a seguir las complejidades y sutilezas de la trama. Entiendo que para Venezuela, de cuyos quir¨®fanos han salido decenas de misses, sea adem¨¢s una serie especial, como muy de casa.

Hugo Ch¨¢vez tiene criterio televisivo. Su exitosa carrera no se limita a la emisi¨®n humor¨ªstica Al¨®, presidente, que dura ya nueve a?os y que, por lo que he visto, constituye una espl¨¦ndida s¨¢tira sobre los caudillos latinoamericanos. Ch¨¢vez empez¨® de joven, como subteniente, con un programa semanal en Radio Guarina. Ya ascendido a capit¨¢n, triunf¨® con Popi, un programa televisivo infantil protagonizado por un payaso. En ese sentido, Popi mostraba ya ciertos rasgos concretados ahora en Al¨®, presidente.

Si Ch¨¢vez dice que no hay que ver Los Simpson tendr¨¢ sus buenas razones t¨¦cnicas. Leo que a un diputado peronista argentino, Lorenzo Pepe, tampoco le gustan Los Simpson. Ha pedido que se tomen medidas contra un episodio en el que llaman "dictador" a Juan Domingo Per¨®n, supongo que por delito de pleonasmo. Decir "Per¨®n dictador" es como decir "cad¨¢ver difunto": una repetici¨®n fea y boba, potencialmente perniciosa para el estilo literario de la audiencia.