Su ADN y el de Kate Moss
Hay una tienda nueva en el Soho neoyorquino que suscita gran inter¨¦s. Lo cual, teniendo en cuenta la densidad comercial de la zona, tiene su m¨¦rito. Pero es que ahora a la vuelta del local de Prada concebido por Rem Koolhaas y el de la cadena japonesa Uniqlo, hay un mostrador donde puede analizar sus genes.
Seg¨²n The New York Times, por 2.500 euros y con una muestra de saliva, Navigenics le informa de su riesgo a contraer 18 patolog¨ªas, entre ellas, c¨¢ncer de pecho o alzh¨¦imer. Ni el servicio ni la empresa son nuevos, pero el mensaje que lanza la elecci¨®n del lugar donde han montado el chiringuito resulta significativo.
No s¨¦ si conocer nuestra predisposici¨®n a sufrir un ataque al coraz¨®n se convertir¨¢ en complemento de moda de la temporada, pero son conceptos que comparten mucho m¨¢s de lo que parece. Ambos alimentan la ansiedad colectiva. En todo caso, la ubicaci¨®n del negocio (se autodenomina showroom, espacios donde la moda exhibe sus colecciones a profesionales, lo que apuntala su v¨ªnculo con la zona) abre un sinf¨ªn de imaginativas posibilidades para la industria.
Est¨¢ enfrente de la boutique Kiki de Montparnasse, de lencer¨ªa picante pero fina, la marca favorita de dise?adoras y modelos. Un buen reclamo para que Kate Moss se deje caer por Greene Street para analizar su ADN. Es ciencia-ficci¨®n, claro, pero tambi¨¦n lo ¨²nico que queda para averiguar qu¨¦ tiene esa mujer en sus cromosomas capaz de generar tan inagotable fascinaci¨®n.
Tras 20 a?os de verla en todas las posturas y situaciones imaginables (y en algunas m¨¢s de las deseables), Kate Moss no s¨®lo se mantiene. Adem¨¢s, cotiza al alza en el mercado del arte. Hoy se subastan en Londres tres obras inspiradas en su salvaje persona. Entre ellas, un retrato del misterioso graffitero Banksy por el que antes de la puja se esperaba alcanzar 50.000 libras. ?Alguien da m¨¢s? Seguro que s¨ª.
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