R¨®dano abajo
Todos los deltas de r¨ªo se parecen. El del R¨®dano no es muy diferente del del Ebro, cuyo aspecto ilustraba ayer la fotograf¨ªa de apertura de esta secci¨®n: arrozales inundados, m¨¢rgenes trazados con tiral¨ªneas, aves zancudas picoteando entre los lodos, caba?as encaladas con cubiertas de ca?izo, cierto aire africano de acequias y compuertas y una indefinici¨®n permanente entre elementos s¨®lidos y l¨ªquidos que Graham Swift retrat¨® magistralmente en El pa¨ªs del agua (Anagrama). Es el paisaje de la horizontalidad, donde la mano del hombre se extiende en anchura, y en el que la ¨²nica verticalidad tolerada es la de las hileras de chopos, vig¨ªas impert¨¦rritos del territorio.
En el caso del R¨®dano, sin embargo, se aprecia una mayor decisi¨®n que en otros lugares a la hora de dise?ar el paisaje. De Arles a Port Saint Louis, junto a la desembocadura, la carretera discurre entre dos cursos de agua principales: el Grand Rh?ne -as¨ª llamado para distinguirlo del Petit Rh?ne, un brazo que desemboca al oeste de Saintes Maries-de la-Mer, la capital gitana de la Camarga- y el canal navegable de Arles a Fos-sur-Mer, mandado construir por Napole¨®n en 1802 pero que no entr¨® en servicio hasta 1871. Sobre este canal, a pocos kil¨®metros de Arles, se halla el famoso puente levadizo de Langlois que Van Gogh inmortaliz¨® en 1888. No hay ya lavanderas a su vera, ni ning¨²n veh¨ªculo lo cruza. Es un lugar solitario, al menos por esta ¨¦poca del a?o: tal vez sea ¨¦se el precio que hay que pagar para ser considerado monumento hist¨®rico.
Port Saint Louis, de unos 8.000 habitantes, se halla en la margen izquierda del r¨ªo, cuyo caudal arroja al mar cerca de 1.650 metros c¨²bicos cada segundo. Se trata de una poblaci¨®n reciente, surgida a ra¨ªz de la crecida de las aguas en 1711, tan poderosa que modific¨® el curso mismo del r¨ªo. Poco tiempo despu¨¦s, en 1737, se construy¨® lo que todav¨ªa hoy es el signo de identidad del pueblo, la torre de San Luis, de 17 metros de altura, que serv¨ªa como edificio de aduanas y de defensa en la desembocadura, que hoy se halla algunos kil¨®metros m¨¢s abajo. En la actualidad la torre aloja la oficina de turismo. En el Ayuntamiento, una pancarta exige que no se incinere el futuro de la villa, comprometido por un proyecto de construcci¨®n de una planta de residuos.
El p¨¨re Rh?ne es un r¨ªo innegablemente masculino, como atestigua un monumento en Ly¨®n, en el cual un herc¨²leo anciano tiende su mano hacia la ninfa Sa?ne, el afluente que corre a su encuentro en el centro mismo de la ciudad. Basta con observarlo desde el puente de la Trinquetaille, el barrio de Arles de la orilla derecha donde, seg¨²n Lawrence Durrell, recalaban los ata¨²des de los difuntos avi?oneses en descenso libre para su inhumaci¨®n -y que recib¨ªan mayores o menores honores funerarios seg¨²n la cantidad de dinero que sus deudos les hab¨ªan colocado en la boca-, para convenir que es un r¨ªo viril y fuerte: las balizas que delimitan el canal navegable se inclinan hasta tocar el espejo del agua por efecto de la poderosa corriente.
El agua que algunos pretenden hacer llegar hasta Barcelona proceder¨ªa del canal de Philippe Lamour, que roba aguas al norte de Arles, en direcci¨®n a Beaucaire, y la lleva hasta Montpellier, donde seg¨²n el proyecto deber¨ªa seguir hacia Perpi?¨¢n y de ah¨ª hasta Cardedeu para abastecer a la capital catalana. Lamour (1903-1992) era un abogado y pol¨ªtico del norte de Francia, de ideas fascisto-socialistas -aunque se opuso gallardamente al r¨¦gimen de Vichy-, fundador de la revista Plans -en la que, entre otros, colaboraron Le Corbusier y Jean Giono- y que en 1955 fue nombrado presidente de una compa?¨ªa estatal para el desarrollo del bajo R¨®dano y el Languedoc. En 1963 emprendi¨® la construcci¨®n de este canal de regad¨ªo que ha resultado ser un elemento decisivo en la ordenaci¨®n del territorio.
Una pol¨ªtica seria del agua deber¨ªa aprender algo de toda esta experiencia acumulada.
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