La tropa en el retrovisor
No s¨¦ d¨®nde hizo la mili Zapatero si es que alguna vez la hizo. Por lo que a m¨ª respeta, mi escaso sentido de servir a la patria me llev¨® a prorrogar sine die mi aportaci¨®n a la defensa nacional. No s¨¦ si todav¨ªa me llamar¨¢n a proteger la frontera o como reservista miope a vigilar el tr¨¢fico a¨¦reo, pero creo que a este paso no va a ser necesario.
No hice la mili porque primero estudiaba en la Universidad, luego porque tuve hijos muy joven y tercero porque perder un a?o de mi vida contando chuscos en alg¨²n acuartelamiento sin oficio ni beneficio me parec¨ªa un peaje alt¨ªsimo que pagar a la causa. Soy en cierto modo un traidor porque casi toda mi generaci¨®n, la del 61, se chuparon sus buenas horas de sol en Canarias, Melilla o Lanzarote, mientras que yo acud¨ªa los veranos a la Capitan¨ªa General de A Coru?a tembl¨¢ndome las canillas a presentar un nuevo aplazamiento de mi incorporaci¨®n a la intendencia.
Cuando la ministra Chac¨®n mand¨® formar la tropa muchos espa?oles tuvimos una especie de 'flash-back'
Fui durante ocho a?os consecutivos hasta que supongo se hartaron de m¨ª o llegu¨¦ a esa edad fronteriza con los 30 d¨®nde no conviene irse a Figueirido con los cadetes de 18 no vaya a ser que se les malee con teor¨ªas subversivas. El caso es que qued¨¦ exento de tan noble tarea y por eso no me conozco ning¨²n chiste del "periodo excepcional" ni puedo compartir a veces el ardor guerrero de varios compa?eros de viaje que relatan todav¨ªa hoy su estancia en El Goloso o entre zapadores pirenaicos como la batalla de Las Term¨®pilas.
No s¨¦ en qu¨¦ cuerpo hizo la mili Zapatero, aunque por su juventud de diputado leon¨¦s por el PSOE imagino que la hizo en la Carrera de San Jer¨®nimo, por el batall¨®n de los literatos. Mucha gente de mi quinta (la de los Beatles), eso s¨ª, adorn¨® su juventud con alg¨²n tatuaje, alguna novia en el puerto y ciertos vicios como el co?ac, el tabaco o la grifa que, cierto es, tambi¨¦n se cog¨ªan de paisano. El caso es que cuando vuelvo la vista atr¨¢s, cuando contemplo la imaginaria marcha verde de mi vida militar no puedo evitar cierta ausencia en el Gobierno de mis recuerdos, como si el uniforme y las botas, la instrucci¨®n y el arma, me hubieran alejado un poco de ese periodo que todos narran.
Alguna vez incluso mir¨¦ los muros de la Academia Naval de Mar¨ªn con cierta lujuria quevedesca, aunque muchos de los que all¨ª cumplieron no navegaron ni una sola milla mar¨ªtima. Deb¨ªan ser por tanto los resplandores del uniforme blanco (el almirantazgo s¨®lo me lo permitieron mis padres durante la primera comuni¨®n) y el ardor de las chavalas en la estaci¨®n de autobuses.
Esta semana, cuando la ministra Carme Chac¨®n mand¨® formar la tropa con su barriga prominente creo que muchos espa?oles que no hemos hecho la mili tuvimos una especie de flash-back. Yo especialmente me fij¨¦ en su barriga para acariciar mi aplazada llegada al cuartel. No s¨¦ si es frivolidad la m¨ªa o la del presidente del Gobierno, pero llevo una temporada intrigado por el mando, me froto los ojos pensando que aqu¨ª hemos cambiado tanto que a veces hay que rebobinar la m¨¢quina del tiempo: una mujer embarazada en Defensa pod¨ªa ser una pel¨ªcula de los Monthy Phyton en los a?os ochenta, pero tambi¨¦n podr¨ªa serlo un Ministerio de la Igualdad o que el alcalde de L?Hospitalet controlara a los inmigrantes que se cuelan por la valla.
En fin, que nadie ya se sorprende por estas y muchas cosas del Gobierno y eso es buena cosa, pero el inconsciente colectivo yo creo que est¨¢ para tumbarse en el div¨¢n, arrojarse de cabeza a la pila del agua bendita o pedir el reingreso en la caballer¨ªa.
Algunos pensar¨¢n que hay falta de respeto en alguna de estas imaginaciones, nada m¨¢s lejos de mi intenci¨®n, les prometo que s¨®lo estoy tratando de rascarme los bolsillos en busca de la perdida medalla al valor, estruj¨¢ndome las meninges a m¨¢s no poder a ver si encuentro ese eslab¨®n perdido que me diga que aquel muchacho que preparaba las maletas el 23 de febrero de 1981 en busca de la frontera sea ahora quien tenga que mirar una y otra vez por el ojo retrovisor para comprobar que en cualquier momento el Ej¨¦rcito entrar¨¢ en el sal¨®n de su casa y le llamar¨¢ para una misi¨®n de paz.
Creo que primero analizar¨¦ con mi terapeuta todo este alboroto que proviene de una zona fantasma de mi vida y luego aguardar¨¦ al pr¨®ximo desfile el D¨ªa del Pilar para ver si sigue desfilando la cabra. En caso afirmativo podr¨¦ dormir tranquilo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.