Grandes cenas y sepulturas llenas
Quiz¨¢s se debiera a que hab¨ªa pasado la tarde viendo el dvd de Female Vampire (1973), una infame pel¨ªcula de "terror er¨®tico" de Jess Frank (el admirable t¨ªo ovejanegra de Javier Mar¨ªas), en la que una vampira af¨¢sica daba cuenta de sus v¨ªctimas tras someterlas a letales felaciones a plena luz del d¨ªa, lo que, como se sabe, desaf¨ªa todas las convenciones del g¨¦nero. O, tal vez, a que, tras una cena copiosa, hab¨ªa estado leyendo El estudiante de Salamanca, de Jos¨¦ de Espronceda (1808-1842), como personal homenaje a un poeta que es lo m¨¢s parecido que tenemos a un Byron local (aunque Domingo Yndur¨¢in lo llam¨® "se?orito chisgarab¨ªs sin fundamento") y cuyo bicentenario est¨¢ pasando injustamente inadvertido. Sea como fuere, lo cierto es que me despert¨¦ de madrugada empapado en sudor y con el recuerdo difuso de una espantosa pesadilla. Mi sue?o transcurr¨ªa en el Infierno, pero no en uno gore y con llamas, sino en un saloncito burgu¨¦s nada dantesco de los que se usaban para los montajes universitarios del Huis-clos sartreano. Yo permanec¨ªa sentado y sin poderme mover, mientras a mi alrededor se agitaban mis demonios torturadores: Mercedes Mil¨¢, que estaba presentando entusiasmada una versi¨®n infernal de Gran Hermano; Zaplana, que levantaba pesas perfectamente peinado; Sabina, que cantaba sin cesar un himno barriobajero; Whoopi Goldberg y Chuck Norris, que copulaban sonrientes; Jim¨¦nez Losantos e Ignacio Villa, que, vestidos de pardo, se empe?aban en unir con pegamento los fragmentos de un mapa de Espa?a. Y, de repente, como si hubieran estado esperando una se?al, todos dejaron lo que estaban haciendo y se acercaron a donde yo estaba, en actitud amenazante y acus¨¢ndome de algo que ya no recuerdo. Y fue entonces cuando me despert¨¦, mientras me ven¨ªan a la memoria unos macabros versos le¨ªdos la noche antes, en los que el esqueleto de la burlada do?a Elvira se acerca al estudiante cr¨¢pula, y "con su boca cavernosa busca / la boca a Montemar, y a su mejilla / la ¨¢rida, descarnada y amarilla / junta y refriega repugnante faz". Fue espantoso, cr¨¦anme. Me he prometido no volver a abusar del Kentucky Fried Chicken, y controlar mis lecturas nocturnas.
'The Guardian' invita a hacer un 'audiotour' virtual, turismo cultural e hist¨®rico por el mitol¨®gico Par¨ªs mayero
Juanramoniana
El cine ama el Premio Nobel. Desde Madame Curie (1943), de Mervyn LeRoy, a Una mente maravillosa (2001), de Ron Howard, son varios los biopics sobre escritores o cient¨ªficos que han vivido su momento de gloria en el gran show anual de Estocolmo. Pero quiz¨¢s ninguna pel¨ªcula se haya centrado tanto en los proleg¨®menos de la ceremonia como El Premio (1963), de Mark Robson, una comedia de intriga un poco pedorra basada en el best seller de Irving Wallace (Grijalbo, agotado), y cuyos m¨¦ritos fundamentales eran un leve aire hitchconiano y el trabajo de Paul Newman y Edward G. Robinson, quienes consegu¨ªan hacernos olvidar los perpetuos morritos de una Elke Sommer m¨¢s g¨¦lida que un paquete de guisantes Findus. Bueno, pues si quieren leer algo mucho m¨¢s intrigante no se pierdan Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, 1936; cr¨®nica de un Premio Nobel (Publicaciones Residencia de Estudiantes), de Alfonso Alegre Heitzmann, un relato emocionante y erudito (no son t¨¦rminos incompatibles) acerca de los avatares de la candidatura de JRJ al Premio Nobel de Literatura, que acab¨® consiguiendo en 1956 a pesar de la falta total de apoyo de las instituciones (incluida la RAE) del r¨¦gimen franquista. Heitzmann, estudioso juanramoniano (adem¨¢s de poeta) del que la "Resi" est¨¢ publicando una estupenda edici¨®n del Epistolario de JRJ, se ha beneficiado de la apertura de los archivos referentes al poeta en la Academia Sueca. Resulta apasionante seguir a trav¨¦s de todo tipo de documentos, sabiamente dispuestos con sentido dram¨¢tico, el c¨²mulo de apoyos, tibiezas, mezquindades y generosidades que la candidatura de JRJ fue obteniendo desde 1947 -cuando su obra empez¨® a ser audazmente reivindicada en plena dictadura por la gente de ?nsula- hasta que finalmente logr¨® el premio sueco (compitiendo con Men¨¦ndez Pidal), tres d¨ªas antes de la muerte de su esposa Zenobia. Un acierto de la siempre impecable editorial de la Residencia. Por cierto que mi topo en la Universidad de Barcelona me escribe que mi comentario de hace unos meses acerca de las enormes trabas impuestas por la Residencia a muchos de quienes pretend¨ªan investigar en sus archivos ha tenido un efecto ben¨¦fico: desde entonces alg¨²n otro colega ha logrado obtener m¨¢s f¨¢cil acceso a papeles que se guardan en el sancta sanct¨®rum residencial. De manera que ya puedo dedicarme tranquilamente a "arreglar otros problemas sociales", tal como me recomend¨® una malhumorada funcionaria de la "Resi" nada proclive a tolerar la cr¨ªtica. Aunque venga de amigos.
Sesentayochismo
Contin¨²a el tir¨®n medi¨¢tico -cuarenta a?os despu¨¦s- del a?o m¨¢s prodigioso de la d¨¦cada prodigiosa (?glup!). Si quieren saber o recordar lo que pas¨® entonces del uno al otro conf¨ªn sigue siendo muy ¨²til la cr¨®nica de Mark Kurlanski 1968, el a?o que conmocion¨® al mundo (Destino, 2005; ?para cu¨¢ndo en bolsillo?). Por lo dem¨¢s, Francia sigue estando a la cabeza de la producci¨®n bibliogr¨¢fica sobre el asunto, con las editoriales compitiendo en las mesas de novedades y todos los principales diarios publicando extras y suplementos sobre los soixante-huitards y sus momentos de Grandeur. Le Figaro, al que se le ve el plumero (como a todos, por otra parte) ha publicado un suplemento de libros con un t¨ªtulo que es toda una declaraci¨®n de principios: Mai 68, inventaire avant liquidation. Y es que a la derecha le siguen saliendo sarpullidos cuando piensa en aquello, y eso que muchos de sus m¨¢s agresivos paladines de ahora se mov¨ªan entonces con adoquines (o aerosoles de pintura) en las manos entre la rue de Gay Lussac y La Sorbona. Le Monde ha publicado una interesante revista "fuera de serie" que recoge lo m¨¢s importante de aquel a?o y en la que destacan el an¨¢lisis de Philippe Sollers ("respuesta a los contestatarios de la contestaci¨®n") y una entrevista con el incombustible Negri. Y, ya puestos a rizar el rizo, The Guardian se descolg¨® el s¨¢bado con un reportaje especial en su suplemento Travel en el que invitan a hacer un audiotour virtual (incluye v¨ªnculos para bajarse el podcast) por las calles de la revuelta y a tomarse un caf¨¦ o una cerveza en los lugares que frecuentaban los estudiantes; en fin, a hacer turismo cultural e hist¨®rico por el mitol¨®gico Par¨ªs mayero. Ante tanto asquito desbordado me siento un poco como ?lvaro de Campos, aquel heter¨®nimo pessoano autor de Tabacaria ("el mejor poema del siglo", seg¨²n Tabucchi), cuando dec¨ªa: "Hoy estoy dividido entre la lealtad que debo / al Estanco del otro lado de la calle, como cosa real por fuera / y la sensaci¨®n de que todo es sue?o, como cosa real por dentro". Y as¨ª van pasando los d¨ªas: con vuelos baratos, pero sin Grandes Relatos.
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