La igualdad y el poder
Ahora que conmemoramos mayo del 68, algunas medidas de Zapatero parecen evocar el esp¨ªritu ut¨®pico de aquellos d¨ªas. El establecimiento de un Ministerio de la Igualdad y sobre todo el desbordamiento en rosa son signos de que para su segunda legislatura aspira a insistir en lo que fueron aspectos innovadores de su primera etapa de gesti¨®n: medidas para acabar con la discriminaci¨®n sufrida por mujeres y homosexuales, atenci¨®n a aspectos asistenciales antes olvidados (Ley de Dependencia), integraci¨®n de los inmigrantes, restauraci¨®n de la dignidad para los vencidos republicanos.
En el caso de la mujer, conviene recordar el c¨²mulo de filtros que garantizaban su inferioridad, incluso cuando a mediados de los 60 la p¨ªldora anticonceptiva le abri¨® la posesi¨®n de su cuerpo al transferir la reproducci¨®n al nivel de la decisi¨®n consciente. A mediados de esa d¨¦cada en Francia, como ahora recuerda Cohn Bendit, una esposa ten¨ªa que contar con la aprobaci¨®n del marido para abrir una cuenta en un banco. No era un secreto el limitado acceso de la mujer a puestos de responsabilidad. A ritmos desiguales todo esto ha cambiado y la explosi¨®n de la violencia de g¨¦nero tiene mucho que ver con ello. Cabe pensar que s¨®lo cuando la situaci¨®n de igualdad de g¨¦nero sea plenamente establecida y asumida podr¨¢ alcanzarse la normalizaci¨®n en las relaciones entre los sexos. La opci¨®n del Gobierno favorece esa orientaci¨®n.
La autoridad del gobernante no se obtiene haciendo ver a unos y a otros que ¨¦l es quien decide y elige
A partir de aqu¨ª, perplejidad. Algunos piensan que el poder es necesariamente arbitrario, pensando en los primeros pasos dados por Zapatero, lo cual no encaja con la tradici¨®n del pensamiento democr¨¢tico (v¨¦ase Philip Petit). La base del poder es la autoridad del gobernante, y ¨¦sta se obtiene con la firmeza y el acierto de unas decisiones adoptadas de acuerdo con el principio de elecci¨®n racional. No haciendo ver a unos y a otros que ¨¦l es quien decide y elige, si hace falta dando la espalda a la opini¨®n p¨²blica y al buen sentido. M¨¢s de un dictador sigui¨® este patr¨®n para mostrar a las claras qui¨¦n ejerc¨ªa el mando, ya que no la autoridad. Hasta cierto punto lo reproduce la decisi¨®n de Zapatero de mantener al ministro de Justicia, y sobre todo a la de Fomento, y de nombrar ministro de Industria a Miguel Sebasti¨¢n despu¨¦s de su impresentable campa?a municipal de Madrid. Si trata de mostrar que en el socialismo espa?ol no se mueve una hoja sin su permiso, lo ha logrado. M¨¢s all¨¢, el mando sobra.
Porque nombramientos arbitrarios sugieren adopci¨®n de decisiones asimismo arbitrarias. El ejemplo m¨¢s claro es la pol¨ªtica "de paz" en Euskadi, cuyo rotundo fracaso ha sido perdonado a Zapatero a la vista de una buena intenci¨®n innegable. El error aqu¨ª made in PP consiste en fijarse en el s¨ª o el no a la negociaci¨®n, cuando lo importante fue el total incumplimiento por parte de Zapatero de las dos cl¨¢usulas del acuerdo del Congreso, negociar si hab¨ªa seguridad del desarme etarra y que la negociaci¨®n no fuera pol¨ªtica. El texto del "pacto de Loyola", fruto de una negociaci¨®n estrictamente pol¨ªtica, presentado por el PSE y rechazado por ETA, part¨ªa de un reconocimiento del derecho de autodeterminaci¨®n vasco sin injerencia de "las instituciones del Estado". Constituci¨®n fuera. Lo curioso es que la cr¨ªtica a este disparate formulada por Rosa D¨ªez, saco de los golpes para todo el que se precie de gubernamental, ha sido zafiamente descalificada sin debate.
Adem¨¢s, dado que Zapatero se presenta como un apasionado de la igualdad, resulta inexplicable que no sean tenidas en cuenta las observaciones de la misma diputada sobre las desigualdades territorial y ling¨¹¨ªstica. Urgen dos libros blancos en que sean registradas no s¨®lo las balanzas fiscales, sino las comerciales y los efectos financieros previsibles del nuevo Estatut, y en que se compruebe si es posible poner un anuncio en espa?ol, o en espa?ol al lado del catal¨¢n, all¨ª donde es precisa la autorizaci¨®n de un ayuntamiento catal¨¢n, cu¨¢les son las sanciones y sus causas por la "infracci¨®n" ling¨¹¨ªstica -Avui es expl¨ªcito-, y si lo que est¨¢ desarroll¨¢ndose es un fomento del catal¨¢n o una postergaci¨®n escalonada del espa?ol. Deriva impensable en cualquier otra democracia europea.
Finalmente, el conflicto del agua puede servir de ilustraci¨®n acerca de las ventajas de un r¨¦gimen confederal, como el que para el tema hidr¨¢ulico definen los ¨²ltimos estatutos: a cada uno su inter¨¦s reservado y la decisi¨®n en funci¨®n de los intereses generales, pr¨¢cticamente imposible. Hay que hacer un pacto, dicen. M¨¢s bien deb¨ªa haberse establecido previamente una articulaci¨®n de demandas y necesidades resoluble mediante una l¨®gica federal. Claro que es mejor que todos "se sientan c¨®modos". Lo que suceda a medio y a largo plazo no importa.
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