Siniestra belleza
Cuatrocientos cincuenta a?os. ?sa es la distancia aproximada entre El triunfo de la muerte, un grabado del pintor alem¨¢n Hans Sebald Beham (1500-1550), y el dibujo La muerte y la doncella, de la artista norteamericana hoy afincada en Londres Laurie Lipton (Nueva York, 1953). Con estilos bastante aproximados (Lipton se reconoce heredera del Renacimiento alem¨¢n), ambos representan a una mujer joven a la que la muerte abraza como un siniestro destino inevitable. Curiosamente, estos dos artistas tan alejados en el tiempo coincidieron recientemente en Madrid, exhibiendo sus trabajos en salas dependientes de la Fundaci¨®n Caja Madrid. ?Pura coincidencia? Posiblemente no. Lo macabro ha vuelto al mundo del arte para instalarse c¨®modamente. ?A qu¨¦ responde su regreso ahora? Lipton lo tiene claro: "En una sociedad basada en la opulencia y el consumo, donde se nos empuja a una obsesi¨®n constante por mantenernos j¨®venes y bellos, sin que nada m¨¢s importe, mi arte no creo que pueda definirse como macabro. M¨¢s bien es realista. Define el estado de las cosas".
Una ola de cinismo con tintes siniestros planea sobre los talleres y estudios de los artistas. Otro ejemplo: Damien Hirst (Bristol, 1965), enfant terrible del arte brit¨¢nico. Considerado el m¨¢s dotado de su generaci¨®n, Hirst elabora sus piezas a modo de interrogantes conceptuales sobre los temas fundamentales de la existencia, entre ellos, la vida y la muerte. Es tambi¨¦n un artista perseguido por el esc¨¢ndalo casi desde sus inicios, y f¨¢cilmente reconocible gracias a sus animales seccionados sumergidos en tanques de formaldeh¨ªdo (el compuesto qu¨ªmico usado para la conservaci¨®n de cad¨¢veres), muchos de los cuales son iconos art¨ªsticos del siglo XX. Por el amor de Dios, una de sus piezas estrella, es la reproducci¨®n en platino de una calavera humana cubierta por 8.601 diamantes aut¨¦nticos. La obra va m¨¢s all¨¢ del concepto de memento mori (representaci¨®n de la muerte como un "recuerdo de que vamos a morir") y de la propia trascendencia de la condici¨®n humana. Y lo hace por la v¨ªa m¨¢s insospechada: la del dinero. La de Hirst es otra de las muchas calaveras exhibidas ¨²ltimamente. Quiz¨¢ como reflejo de una tendencia de moda omnipresente en la calle y que ya aburre, otros artistas tambi¨¦n han aprovechado el cr¨¢neo humano y su poder simb¨®lico.
?Cu¨¢l es el mensaje que nos est¨¢n mandando los artistas? ?Por qu¨¦ esa insistencia en recordarnos lo perecederos que somos? ?Nos considerar¨¢n insensibilizados frente a la muerte? ?O es un s¨ªntoma de la superficialidad con que tratamos hoy los temas trascendentes? "No s¨¦ si es la muerte lo que interesa hoy", comenta el cr¨ªtico y comisario de exposiciones Frederic Montorn¨¨s, "al menos, tal y como se ha entendido en otras ¨¦pocas, como en los ochenta, donde el sida provoc¨® un shock de dolor. Creo que todo esto apunta m¨¢s a un desencanto palpable frente a la situaci¨®n general del mundo, de los valores". Montorn¨¨s invit¨® el pasado a?o a Joan Morey (Mallorca, 1972) a intervenir el claustro del Centro de Arte Santa M¨®nica en Barcelona. Postmortem se present¨® como un pol¨ªptico de siete performances donde el artista pretend¨ªa cerrar un ciclo iniciado en 1997, cuando cre¨® la marca comercial STP (Soy Tu Puta) como un medio para subrayar ?la sujeci¨®n de cualquier producci¨®n art¨ªstica a las estructuras de poder dominante?. Morey decidi¨® crear un decorado cerrado que ten¨ªa la forma de un enorme ata¨²d. Estableci¨® adem¨¢s un c¨®digo de vestuario en estricto negro de duelo y esparci¨® un perfume que remit¨ªa al olor h¨²medo de un cementerio. Es ese factor ic¨®nico de la muerte lo que fomenta su uso, porque a nivel conceptual se le puede sacar partido para hablar casi de cualquier idea: la muerte de la autor¨ªa, la muerte de la obra f¨ªsica y la p¨¦rdida de la mirada, la muerte de los valores y las ideolog¨ªas?
Pero si alguien habla de la muerte de forma directa y franca, ¨¦sa es Teresa Margolles (Culiac¨¢n, 1963), que expuso recientemente en dos espacios madrile?os. Cofundadora del colectivo SEMEFO, acr¨®nimo del Servicio M¨¦dico Forense mexicano, donde se educ¨® y en el que, aprovechando lo obsoleto y corrupto del sistema, logr¨® material para su trabajo, su arte est¨¢ vinculado directamente con la morgue. Con los a?os, su discurso ha ido reduciendo los detalles escabrosos sin perder agudeza intelectual. De las instalaciones con s¨¢banas ensangrentadas y grasas humanas extendidas sobre paredes, muy controvertidas en su ruptura de ciertos tab¨²es, Margolles ha dado paso a visiones m¨¢s sutiles que ampl¨ªan el sentido pol¨ªtico y social de sus acciones. Es el caso de su serie Puntas, donde los rudimentarios pu?ales utilizados por convictas en las c¨¢rceles mexicanas se convierten casi en joyas ¨²nicas de insoportable poder fascinador.
M¨¦xico es un referente universal, casi un t¨®pico, sobre lo que puede significar una visi¨®n m¨¢s cercana de la muerte como hecho cultural. "Hace 15 a?os hice mi primer tatuaje de la Santa Muerte, que era una imagen religiosa exclusiva de delincuentes y prostitutas; ahora se ha puesto de moda" explica Dr. Lakra, seud¨®nimo del tatuador y pintor Jer¨®nimo L¨®pez Ram¨ªrez (M¨¦xico DF, 1972), uno de los valores m¨¢s singulares del arte mexicano actual. Dr. Lakra trabaja sobre aquello a lo que su propio nombre rinde homenaje, la marginalidad.
Un poco m¨¢s al norte, Melanie Pullen (Nueva York, 1975) sostiene otra teor¨ªa. Tambi¨¦n fascinada por la fotograf¨ªa criminal, revis¨® los archivos del Departamento de Polic¨ªa de Los ?ngeles, ciudad en la que vive y trabaja, para realizar High fashion crimes scenes, una serie de m¨¢s de cien fotograf¨ªas. Pullen trabaja en torno a las convenciones de la industria de la moda, el lujo y el espect¨¢culo: las v¨ªctimas son todas modelos o actrices (Juliette Lewis, entre ellas) y van vestidas de alta costura. A Pullen no le interesa tanto el crimen como los detalles que envuelven la escena y que terminan por narrar la tragedia. Y lo justifica claramente: ?Me noto tan insensibilizada frente a la muerte, que cuando miro una de estas im¨¢genes me fijo en todo salvo en la violencia que las ha motivado?. Seg¨²n Pullen, la culpa la tiene el espect¨¢culo, que ha acabado por contaminarlo todo: ?Las pel¨ªculas se han vuelto tan violentas y la comercializaci¨®n de noticias con im¨¢genes escabrosas es tan palpable, que ha producido un efecto real sobre las personas. Mi trabajo denuncia precisamente esa espectacularizaci¨®n de la muerte a trav¨¦s de las convenciones del drama, de su reproducci¨®n teatralizada?. Algo similar piensa el artista vasco Kepa Garraza (Berango, Vizcaya,1979), que en ?ngeles ca¨ªdos, retratos de m¨ªticos pintores en el momento de su defunci¨®n, se acerca a la tradici¨®n barroca espa?ola. El artista traslada c¨ªnicamente al mundo del arte el mito de los m¨¢rtires, ironizando sobre la visi¨®n rom¨¢ntica del artista. Garraza cree que, sin elaboraci¨®n est¨¦tica, la muerte ya no convence: "Hace falta mucho para emocionarnos, porque estamos muy habituados a las im¨¢genes de muerte y violencia".
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