Incivismo y cu?a
Hace unos d¨ªas el alcalde coru?¨¦s constataba que Fadesa ya no es lo que era: volv¨ªa a recortar la plantilla en A Coru?a. La crisis del ladrillo, los apuros financieros de esa empresa y el fracaso de un proyecto desmedido en Mi?o decidieron a sus due?os a despedir trabajadores aqu¨ª y no all¨ª, en la sede madrile?a. Pero es que la empresa ya no es gallega, la vendieron. Tambi¨¦n por estos d¨ªas vino por aqu¨ª un se?or de Madrid a pedir para Fenosa un trato especial en la concesi¨®n de licencias, invocaba las ra¨ªces gallegas de esa empresa; pero tambi¨¦n su sede es madrile?a, tambi¨¦n la vendieron. Los due?os de las empresas son libres de venderlas, son suyas; los romanos inventaron el derecho justo para eso.
Los gallego hablantes tienen que ser biling¨¹es; los castellano hablantes pueden ser monoling¨¹es
Salvo excepciones, nuestros empresarios carecen de cultura empresarial y de compromiso con su pa¨ªs. Carecen de sentido de pa¨ªs, no tienen sentido c¨ªvico, est¨¢n a monte. La cultura democr¨¢tica, la de la ciudadan¨ªa, no entr¨® en ellos. Esa falta de responsabilidad con el pa¨ªs es m¨¢s culpable en los que tienen m¨¢s poder, pero est¨¢ en sinton¨ªa con la media de nuestra sociedad.
Y aqu¨ª est¨¢ la en¨¦sima campa?a contra el gallego. Como si hiciesen falta campa?as contra una lengua que se extingue inexorablemente. La Ley de Normalizaci¨®n Ling¨¹¨ªstica no se cumpli¨® ni antes ni ahora, y no bastar¨ªa para detener un proceso social profundo. Seguimos teniendo un ¨²nico canal de televisi¨®n en gallego, que pr¨¢cticamente no est¨¢ en el quiosco. Hoy sigue siendo imposible hacer la vida plena en gallego, uno est¨¢ obligado constantemente a usar el castellano oral o escrito; los gallego hablantes tienen que ser biling¨¹es, mientras los castellano hablantes pueden vivir toda su vida aqu¨ª siendo monoling¨¹es.
A¨²n as¨ª se se?ala y culpa a los biling¨¹es que quieren vivir en gallego en Galicia, incre¨ªble pero cierto. Por eso son tan singulares estas campa?as innecesarias, denotan una sa?a in¨²til, una rabia contra nuestras palabras, las del pa¨ªs, un odio a lo nuestro llamativo. C¨®mo no ver el lado enfermizo en ello, c¨®mo no sentir algo de compasi¨®n por quien vive as¨ª.
La en¨¦sima campa?a de "tan gallego es el gallego como el castellano" (? o era al rev¨¦s, "tan castellano es el castellano como el gallego"?), alentada por el mismo peri¨®dico de siempre, reivindica lo de siempre: algunas personas quieren vivir aqu¨ª pero como si fuese all¨ª. Pero no como en un all¨ª cualquiera, no como en Marsella, Cracovia, Tur¨ªn o Leningrado. No. Quieren vivir en Galicia pero como si fuese Murcia, Castilla-La Mancha, Castilla y Le¨®n, Andaluc¨ªa, La Rioja, Extremadura, Madrid o Arag¨®n. En la Espa?a monoling¨¹e. No les vale vivir aqu¨ª como en Catalu?a, Euskadi, Valencia o Mallorca. Y tampoco les vale emigrar ellos, pretenden que vivamos todos emigrados, como emigrantes en nuestro pa¨ªs. Niegan la realidad f¨ªsica y humana, nuestra historia, nuestra memoria, nuestra cultura y nuestros intereses, todo lo que nos envuelve, y pretenden vivir en un pa¨ªs et¨¦reo, sin pisar tierra y sin gallegos. Quieren vivir en una realidad jur¨ªdica, que por cierto no es la nuestra, pues el estado franquista, Madrid y provincias, desapareci¨® y lo que rige es la Constituci¨®n y el Estatuto. Esa negaci¨®n del entorno gallego es una falta de simpat¨ªa, empat¨ªa y de solidaridad total, una falta de compromiso con la sociedad y una negaci¨®n del pa¨ªs. Nace de un incivismo total.
En las pasadas elecciones el PP agit¨® el miedo a los inmigrantes y plante¨® un contrato a cada inmigrante para su integraci¨®n: tendr¨ªan el deber de aceptar las leyes vigentes entre nosotros y de conocer la cultura y lengua del pa¨ªs. Estuvo muy mal azuzar el miedo al inmigrante, pero s¨ª que se puede discutir en fr¨ªo y razonablemente que todos debemos asumir nuestra pertenencia a la sociedad que nos acoge, cumplir las leyes y conocer y practicar la lengua del pa¨ªs. Pero por qu¨¦ van a cumplir ese pacto c¨ªvico los inmigrantes si ya hay aqu¨ª entre nosotros personas que se niegan a ello y meten la cu?a en la madera de la convivencia. Y es el propio PP quien los anima.
Pero el problema de Galicia no es la incapacidad de los empresarios para constituirse en empresariado gallego, ni el PP, ni quienes no aceptan la Constituci¨®n ni el Estatuto de la nacionalidad gallega y sus leyes, ni los inmigrantes... El problema es nuestro atraso c¨ªvico, la incuria e incivismo que nos impide construir un pa¨ªs de ciudadanos y ciudadanas.
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