Guerra de Irak y ayuda al desarrollo
El presidente Bush ha ordenado suspender el repliegue de las tropas norteamericanas en Irak pocas fechas despu¨¦s de que se cumplieran los cinco a?os del inicio de una guerra en que Estados Unidos y algunos de sus aliados se lanzaron contra el Gobierno de Sadam Husein sin previa resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU y bajo pretexto de que ¨¦ste dispon¨ªa de armas de destrucci¨®n masiva.
Con esa guerra, Bush hijo se lanz¨® a un proceso en el que no hab¨ªa querido meterse Bush padre cuando se limit¨® a restablecer las fronteras de Kuwait tras la invasi¨®n de este pa¨ªs por Sadam Husein y renunci¨® a derrocar al r¨¦gimen de Sadam sabiendo que hacerlo crear¨ªa un vac¨ªo de poder en Irak que desencadenar¨ªa problemas de gobernabilidad entre sus habitantes chi¨ªes y sun¨ªes. Bush padre ten¨ªa muy presente que su antecesor Jimmy Carter hab¨ªa cometido el error de abrir el Gobierno de Ir¨¢n al ayatol¨¢ Jomeini contra el sha Reza Palevi que -sin ser demasiado dem¨®crata- hab¨ªa sido mejor aliado de Estados Unidos que el Ir¨¢n islamista radical que a¨²n persiste hoy.
En este conflicto se est¨¢ malgastando un dinero que se escatima al Tercer Mundo
Olvidando la prudencia de su padre, Bush hijo -tras la desafortunada reuni¨®n de las Azores con los entonces primeros ministros del Reino Unido (Blair), Espa?a (Aznar) y Portugal (Barroso)- se lanz¨® a la invasi¨®n de Irak en una aventura de la que se arrepinti¨® Blair en su d¨ªa, pero de la que no se han arrepentido todav¨ªa ni Bush ni Aznar, que siguen diciendo, a¨²n hoy, que los iraqu¨ªes est¨¢n mejor ahora de lo que lo estaban hace cinco a?os, sin tener en cuenta las decenas de miles de muertos y la desorganizaci¨®n en que est¨¢ sumida la sociedad iraqu¨ª.
Cinco a?os despu¨¦s del inicio de la desgraciada "guerra preventiva", Irak est¨¢ peor de lo que estaba y, adem¨¢s, y por si esto fuera poco, el mundo ha sufrido atentados terroristas (Bali, Casablanca, Madrid, Londres...) y amenazas (Bin Laden) que sin aquella guerra, quiz¨¢s, no se hubieran producido.
Decididamente la guerra no fue una buena opci¨®n y adem¨¢s ha supuesto un gasto de recursos humanos y econ¨®micos que se hubieran podido emplear para la ayuda al desarrollo y para hacer avanzar el cumplimiento de los Objetivos del Milenio, al que todos los miembros de Naciones Unidas nos obligamos en la Asamblea General del Milenio en 2000, con la mirada puesta en llegar a ellos en 2015.
Hace unas semanas compr¨¦, en Nueva York, el ¨²ltimo libro que el premio Nobel de Econom¨ªa Joseph E. Stiglitz acaba de escribir, con la profesora de Harvard Linda J. Bilmes, y en el que estiman que el conflicto del Irak tiene un coste de tres billones de d¨®lares (The Three Trillion Dollar War: The true cost of the Iraq Conflict). Los autores estudian de forma seria y solvente los impactos macroecon¨®micos en Estados Unidos y en todo el mundo de esa guerra, unos impactos que est¨¢n a la vista de todos -y que el propio Stiglitz comentaba en su art¨ªculo en EL PA?S del 13 de abril- y a los que hay que sumar los costes presupuestarios, humanos y sociales de todo tipo que van desde las pensiones a pagar por los muertos y tambi¨¦n por los mutilados o traumatizados -sin posibilidad de volver a trabajar el resto de su vida-, hasta el coste del armamento quemado en el conflicto. Y lo peor es que nada de ello ha servido para mejorar la vida del conjunto de las poblaciones afectadas por la dictadura de Sadam Husein, para regularizar o abaratar el coste del petr¨®leo o para conseguir una mayor seguridad en Irak, en Oriente Pr¨®ximo y en el mundo.
Frente a estas enormes cifras, la OCDE acaba de dar a conocer el Informe 2007 sobre la Cooperaci¨®n al Desarrollo. Seg¨²n ese documento, la ayuda oficial al desarrollo proporcionada por los pa¨ªses ricos alcanza solamente los 107.421 millones de d¨®lares (unos 70.500 millones de euros) con una lamentable disminuci¨®n del 4,5% respecto al a?o anterior. Ello supone solamente el 0,31% del PIB de los pa¨ªses donantes, de modo que no s¨®lo no nos acercamos al 0,7% del PIB que las Naciones Unidas se han fijado como objetivo para la ayuda al desarrollo, sino que nos estamos alejando de tal objetivo pactado.
La conclusi¨®n de todo esto es muy clara: mientras el absurdo de Irak -con su exorbitante coste- prosigue, la cicater¨ªa es la norma respecto a los vol¨²menes de ayuda oficial al desarrollo y a la apertura comercial a las exportaciones de los pa¨ªses pobres.
Estos d¨ªas, del 20 al 25 de abril, en Accra, los pobres volver¨¢n a recordarnos en la XII Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo que las promesas que se les han hecho siguen siendo papel mojado.
Francesc Granell es catedr¨¢tico de Organizaci¨®n Econ¨®mica Internacional de la Universidad de Barcelona.
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