"Pero ah¨ª est¨¢ la poes¨ªa: de pie contra la muerte"
[...] Mi gratitud es profunda y desborda lo meramente personal. [...] A la poes¨ªa hoy se premia, como fuera premiada ayer y aun antes en este hist¨®rico Paraninfo donde voces muy altas resuenan todav¨ªa. Y es algo verdaderamente admirable en estos D¨¹rftiger Zeite, estos tiempos mezquinos, estos tiempos de penuria, como los calificaba H?lderlin pregunt¨¢ndose Wozu Dichter, para qu¨¦ poetas. ?Qu¨¦ hubiera dicho hoy, en un mundo en el que cada tres segundos y medio un ni?o menor de cinco a?os muere de enfermedades curables, de hambre, de pobreza? Me pregunto cu¨¢ntos habr¨¢n fallecido desde que comenc¨¦ a decir estas palabras. Pero ah¨ª est¨¢ la poes¨ªa: de pie contra la muerte.
[...] Mallarm¨¦ conoci¨® la desnudez de los sue?os dispersos, santa Teresa recog¨ªa las im¨¢genes y los fantasmas de los objetos que mueven apetitos, san Juan bebi¨® el vino de amor que s¨®lo una copa sirve, ...] ?No ser¨¢ la palabra po¨¦tica el sue?o de otro sue?o?
"Yo mor¨ªa muchas veces y m¨¢s con cada noticia de un amigo asesinado"
El autorretrato de Cervantes "nada me dec¨ªa, salvo sus 'alegres ojos"
"Celebro a una Espa?a empe?ada en rescatar su memoria hist¨®rica"
...] Santa Teresa y san Juan de la Cruz tuvieron para m¨ª un significado muy particular en el exilio al que me conden¨® la dictadura militar argentina. Su lectura desde otro lugar me reuni¨® con lo que yo mismo sent¨ªa, es decir, la presencia ausente de lo amado, [...] Y yo mor¨ªa muchas veces y m¨¢s con cada noticia de un amigo o compa?ero asesinado o desaparecido que agrandaba la p¨¦rdida de lo amado. La dictadura militar argentina desapareci¨® a 30.000 personas y cabe se?alar que la palabra desaparecido es una sola, pero encierra cuatro conceptos: el secuestro de ciudadanas y ciudadanos inermes, su tortura, su asesinato y la desaparici¨®n de sus restos en el fuego, en el mar o en suelo ignoto. El Quijote me abr¨ªa entonces manantiales de consuelo.
[...] ?C¨®mo habr¨¢ sido el hombre, don Miguel? [...] a¨²n hoy creo a veces escuchar sus carcajadas cuando acostaba al Caballero de la Triste Figura en el papel. S¨®lo quien, desde el dolor, ha escrito con verdadero goce puede dar a sus lectores un gozo semejante. C¨®mico es el rostro de la tragedia cuando se mira a s¨ª misma. [...] as¨ª yo, encandilado por don Alonso Quijano, no puedo sustraerme a su fulgor.
...] Este discurso carece de invenci¨®n, es menguado de estilo, pobre de conceptos, falto de toda erudici¨®n y doctrina. S¨®lo hablo como lector devoto de Cervantes ...]
...] Cervantes se instala en un supuesto pasado de nobleza e hidalgu¨ªa para criticar las injusticias de su ¨¦poca, que son las mismas de hoy: la pobreza, la opresi¨®n, la corrupci¨®n arriba y la impotencia abajo, la imposibilidad de mejorar los tiempos de penuria que H?lderlin nombr¨®. [...] Cervantes invent¨® la primera novela moderna, que contiene y es madre de todas las novedades posteriores, de Kafka a Joyce. Y cuando en pleno siglo XX Michel Foucault encuentra en Raymond Roussel las caracter¨ªsticas de la novela moderna, ¨¦stas: "el espacio, el vac¨ªo, la muerte, la transgresi¨®n, la distancia, el delirio, el doble, la locura, el simulacro, la fractura del sujeto", uno se pregunta ?qu¨¦? ?No existe todo eso, y m¨¢s, en la escritura de Cervantes?
...] Desde el lugar de presunto caballero andante, [...] Don Quijote destaca un hecho que ha modificado por completo la concepci¨®n de la muerte en Occidente: es la aparici¨®n de la muerte a distancia, cada vez m¨¢s segura para el que mata, cada vez m¨¢s terrible para el que muere. ...] Y qu¨¦ decir de los 200.000 civiles de Hiroshima que el coronel Paul Tobbets aniquil¨® desde la altura apretando un simple bot¨®n. Piloteaba un aparato que bautiz¨® con el nombre de su madre, arroj¨® la bomba at¨®mica y despu¨¦s durmi¨® tranquilo todas las noches, dijo. La muerte se ha vuelto an¨®nima y hay algo peor: hoy mismo centenares de miles de seres humanos son privados de la muerte propia. As¨ª se da en Irak.
Creo, sin embargo, como el historiador y fil¨®sofo Juan Carlos Rodr¨ªguez, que el Quijote es una gran novela de amor. Del amor imposible. En el amor se da lo que no se tiene y se recibe lo que no se da y ah¨ª est¨¢ la presencia del ser amado nunca visto, el amor a un mundo m¨¢s humano nunca visto y torpemente entrevisto, el amor a una mujer que no es y a una justicia para todos que no es.
He celebrado hace dos a?os, [...] mi llegada a una Espa?a que no acepta las aventuras b¨¦licas y que rompe clausuras sociales que hieren la intimidad de las personas. Hoy celebro nuevamente a una Espa?a empe?ada en rescatar su memoria hist¨®rica, ¨²nico camino para construir una conciencia c¨ªvica s¨®lida que abra las puertas al futuro. Ya no vivimos en la Grecia del siglo V antes de Cristo en que los ciudadanos eran obligados a olvidar por decreto. Esa clase de olvido es imposible. Bien lo sabemos en nuestro Cono Sur.
Para san Agust¨ªn, la memoria es un santuario vasto, sin l¨ªmite, en el que se llama a los recuerdos que a uno se le antojan. Pero hay recuerdos que no necesitan ser llamados y siempre est¨¢n ah¨ª y muestran su rostro sin descanso. Es el rostro de los seres amados que las dictaduras militares desaparecieron. Pesan en el interior de cada familiar, de cada amigo, de cada compa?ero de trabajo, alimentan preguntas incesantes: ?c¨®mo murieron? ?Qui¨¦nes lo mataron? ?Por qu¨¦? ?D¨®nde est¨¢n sus restos para recuperarlos y darles un lugar de homenaje y de memoria? ?D¨®nde est¨¢ la verdad, su verdad? La nuestra es la verdad del sufrimiento. La de los asesinos, la cobard¨ªa del silencio. As¨ª prolongan la impunidad de sus cr¨ªmenes y la convierten en impunidad dos veces.
Enterrar a sus muertos es una ley no escrita, dice Ant¨ªgona, una ley fija siempre, inmutable, que no es una ley de hoy sino una ley eterna que nadie sabe cu¨¢ndo comenz¨® a regir. "?Iba yo a pisotear esas leyes venerables, impuestas por los dioses, ante la antojadiza voluntad de un hombre, fuera el que fuera!", exclama. As¨ª habla de y con los familiares de desaparecidos bajo las dictaduras militares que devastaron nuestros pa¨ªses. Y los hombres no han logrado a¨²n lo que Medea ped¨ªa: curar el infortunio con el canto.
[...] Las heridas a¨²n no est¨¢n cerradas. Laten en el subsuelo de la sociedad como un c¨¢ncer sin sosiego. Su ¨²nico tratamiento es la verdad. Y luego, la justicia. S¨®lo as¨ª es posible el olvido verdadero. La memoria es memoria si es presente y as¨ª como Don Quijote limpiaba sus armas, hay que limpiar el pasado para que entre en su pasado. Y sospecho que no pocos de quienes preconizan la destituci¨®n del pasado en general, en realidad quieren la destituci¨®n de su pasado en particular.
Pero volviendo a algunos p¨¢rrafos atr¨¢s: hay tanto que decir de Cervantes, de este hombre tan fuera del uso de los otros. De sus neologismos, por ejemplo. Salvo ¨¦l, nadie vio a una persona caminar asnalmente. O llevar en la cabeza un baciyelmo. O bachillear. Don Quijote aprueba la creaci¨®n de palabras nuevas, porque "esto es enriquecer la lengua, sobre quien tienen poder el vulgo y el uso". Hace unos a?os ciertos poetas lanzaron una advertencia en tono casi legislativo: no hay que lastimar al lenguaje, como si ¨¦ste fuera r¨ªo coagulado, como si los pueblos no vinieran "lastim¨¢ndolo" desde que empezaron a nombrar. Cuando Lope dice "siempre ma?ana y nunca ma?anamos" agranda el lenguaje y muestra que el castellano vive, porque s¨®lo no cambian las lenguas que est¨¢n muertas. La lengua expande el lenguaje para hablar mejor consigo misma.
Esas invenciones laten en las entra?as de la lengua y traen balbuceos y brisas de la infancia como memoria de la palabra que de afuera vino, toc¨® al infante en su cuna y le abri¨® una herida que nunca ha de cerrar. Esas palabras nuevas, ?no son acaso una victoria contra los l¨ªmites del lenguaje? ?Acaso el aire no nos sigue hablando? ?Y el mar, la lluvia, no tienen muchas voces? ?Cu¨¢ntas palabras a¨²n desconocidas guardan en sus silencios? Hay millones de espacios sin nombrar y la poes¨ªa trabaja y nombra lo que no tiene nombre todav¨ªa.
Esto exige que el poeta despeje en s¨ª caminos que no recorri¨® antes, que desbroce las malezas de su subjetividad, que no escuche el estr¨¦pito de la palabra impuesta, que explore los mil rostros que la vivencia abre en la imaginaci¨®n, que encuentre la expresi¨®n que les d¨¦ rostro en la escritura. El internarse en s¨ª mismo del poeta es un atrevimiento que lo expone a la intemperie. Aunque bien dec¨ªa Rilke: "lo que finalmente nos resguarda / es nuestra desprotecci¨®n". Ese atrevimiento conduce al poeta a un m¨¢s adentro de s¨ª que lo trasciende como ser. Es un trascender hacia s¨ª mismo que se dirige a la verdad del coraz¨®n y a la verdad del mundo. Marina Tsvetaeva, la gran poeta rusa aniquilada por el estalinismo, record¨® alguna vez que el poeta no vive para escribir. Escribe para vivir.
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