Las entra?as del rock
Hoy se cumplen 30 a?os del estreno de El ¨²ltimo vals, paradigma de lo que debe ser un documental sobre el rock o, para ser precisos, sobre un concierto de rock. Martin Scorsese grab¨® con especial fortuna el que dieron de despedida los m¨ªticos The Band en el Winterland Arena de San Francisco, el D¨ªa de Acci¨®n de Gracias de 1976, en el que participaron Bob Dylan, Van Morrison, Joni Mitchell y Neil Young, entre otros. Pero Scorsese no era un advenedizo; en 1970 fue uno de los editores del m¨ªtico Woodstock y, tras el ¨¦xito del documental, la Warner le llam¨® a Hollywood para que montara otro, Medicine Ball Caravan, sobre un grupo de rockeros hippies que viaja por Estados Unidos dando conciertos gratuitos. Las siete c¨¢maras que se usaron en el rodaje de El ¨²ltimo vals estaban al servicio de la m¨²sica y de los espectadores que luego ver¨ªan el concierto en la pantalla, se mov¨ªan lo justo, se acercaban a gestos, miradas y virtuosismo en el momento oportuno y s¨®lo ofrec¨ªan una panor¨¢mica cuando era preciso. Los m¨²sicos eran protagonistas, con el propio Scorsese ejerciendo de entrevistador. Quien hoy pone en duda las excelencias del filme, le reprocha el exceso de nostalgia por los a?os setenta. Son esos que prefieren el vigor que mostr¨® en 1984 Jonathan Demme para darle brillo al espect¨¢culo de los Talkind Heads en Stop Making Sense. Demme, por cierto, tambi¨¦n dirigi¨® en 2006 uno de los documentales m¨¢s logrados sobre Neil Young, Heart of Gold, que, no se entiende, pas¨® sin pena ni gloria en nuestros cines. Son los mismos que alaban al propio Scorsese ejerciendo de bi¨®grafo de Dylan en la magistral No Direction Home, al tiempo que se ven decepcionados por su reciente Shine a light, esperaban de Scorsese y los Rolling Stones mucho m¨¢s que recrearse en las arrugas. No ten¨ªa f¨¢cil superar Gimme Shelter, el documental sobre los Stones de los hermanos Maysles, de 1970, que recogieron una muerte real entre el p¨²blico, la de un joven negro, de chaqueta verde, apu?alado por algunos ?ngeles del Infierno, que ejerc¨ªan de seguridad. Scorsese ahora s¨®lo ha tenido a los Clinton, suegra incluida, como espectadores de lujo.
La relaci¨®n entre el cine y el rock desde la aparici¨®n de ¨¦ste fue inevitable y tema recurrente en sus argumentos, se convirti¨® casi en un g¨¦nero y muchos m¨²sicos se transformaron en estrellas de la pantalla. En el principio, all¨¢ por 1955, fue Richard Brooks que, en su pel¨ªcula Blackboard Jungle (Semilla de maldad), en la que Glenn Ford interpretaba a un idealista profesor de instituto, hizo de Rock Around the Clock el tema musical central. El director la eligi¨® despu¨¦s de escuchar un mont¨®n de discos del hijo de Ford. El a?o siguiente, en The girl can't help it (Una rubia en la cumbre), de Frank Tashlin, en medio de la comedia, y ajenos a la trama principal, aparecen cantando como ellos mismos Fats Domino, Gene Vincent, Little Richard y los Platters. Ese a?o apareci¨® Rock Around the Clock, que protagonizaba Bill Haley con sus Comets y los Platters, que dirigi¨® Fred F. Sears. Al tiempo, triunfaban las pel¨ªculas de Elvis Presley como Jailhouse Rock; King Creole y Loving You. Eran historias m¨¢s o menos t¨®picas, con el rock and roll de fondo, pero como pod¨ªa haber sido otro g¨¦nero musical. Los hippies y sus conciertos quedaron registrados en numerosos documentales de los a?os sesenta y setenta. Woodstock, Monterrey Pop, Message to Love, The Isle of Wight Festival o Concierto para Bangladesh quedaron ah¨ª como memoria excepcional de una ¨¦poca. Para entonces, tambi¨¦n los Beatles hab¨ªan triunfado con Qu¨¦ noche la de aquel d¨ªa y Help y Jimmy Page, los Yardbirds y Jeff Beck hac¨ªan un cameo en Blow Up de Antonioni.
La llegada del v¨ªdeo y el videoclip no mat¨® al cine, pero le dej¨® paral¨ªtico, el rock encontr¨® su forma de darle im¨¢genes de sus ¨ªdolos a los j¨®venes y se alej¨® del cine. Sin embargo, en los ¨²ltimos tiempos el inter¨¦s del cine por el mundo del rock se ha acentuado, cualquier artista graba en cine o v¨ªdeo sus conciertos y proliferan los biopic sobre estrellas de la m¨²sica y los rockumentales, neologismo para un g¨¦nero que se extiende en el ¨¢mbito musical.
Cine y rock se alimentan mutuamente pero tambi¨¦n luchan por el mismo trozo de pastel, compiten por los mismos consumidores en mercados, el del arte y el ocio, muy pr¨®ximos. La explicaci¨®n reside en los nuevos soportes audiovisuales, en la presencia gratis de todos los productos en la red y en las nuevas formas de ver y escuchar cine y m¨²sica, que poco a poco desaparece como acto colectivo. Su fragilidad ante los nuevos consumidores los condena a entenderse, a seguir estrategias comunes.
En esa reciente avalancha varios t¨ªtulos reclaman un hueco en las carteleras y si no lo tienen, el DVD les espera, aunque todos esos t¨ªtulos ya viajan por la red. Entre ellos: Patti Smith: Dream of Life, un recorrido por la trayectoria art¨ªstica de la multifac¨¦tica cantante, por el que fue premiado su director, Steven Sebrig, en Sundance. Neil Young ha dirigido su propio documental CSNY. D¨¦j¨¤ vu, donde la m¨²sica de Crosby, Stills, Nash and Young sirve de pretexto para denunciar la guerra de Irak, que para ¨¦l tiene ecos de otra guerra, la de Vietnam. En Berlin Julian Schnabel ha sido muy respetuoso con Lou Reed y s¨®lo coloca las c¨¢maras con sentido com¨²n, para registrar el concierto en el que el cantante rememora aquel que le hizo famoso en 1973, donde sus diez canciones hablaban del hundimiento de su matrimonio a trav¨¦s de la historia de dos drogadictos norteamericanos que viven en Berl¨ªn. El fot¨®grafo Anton Corbijn ha realizado Control, un hermoso retrato en blanco y negro de Ian Curtis, el l¨ªder de Joy Division, y del crep¨²sculo del punk, aunque Corbijn prefiere hablar de una historia de amor que termina mal. En I'm not there Todd Haynes ofrece su particular biograf¨ªa de Bob Dylan a partir de seis personalidades que interpretan, entre otros, Richard Gere, Christian Bale, Heath Ledger o la actriz Cate Blanchett. Destaca su banda sonora con versiones de temas de Dylan interpretados por una treintena de artistas.
Fernando Trueba, uno de los directores espa?oles que m¨¢s se ha acercado al mundo de la m¨²sica -Hasta que el cuerpo aguante; Calle 54; El milagro de Candeal; Blanco y negro-, aunque no tanto al rock, reconoce que no es f¨¢cil para un director alcanzar con sus im¨¢genes la fuerza y el poder del sudor de un concierto, pero cree que a veces lo supera: "Sobre todo si tenemos en cuenta los mil inconvenientes del directo, para el espectador com¨²n, que no es amigo del artista. En el directo a veces se ve mal, se oye mal, es inc¨®modo, el m¨²sico no est¨¢ en un buen d¨ªa, o el espectador".
Dice Trueba que a un director a la hora de enfrentarse con este tipo de pel¨ªculas no le basta con tener criterio para colocar las c¨¢maras, "hay que amar la m¨²sica, dejarse llevar por ella, recrearla cinematogr¨¢ficamente, transmitir la emoci¨®n al espectador, dominar la t¨¦cnica, pero tambi¨¦n tener un concepto sonoro, son muchas teclas".
La complicidad entre m¨²sicos y director parece innegociable, como reconoce, por ejemplo, Julien Temple, que tiene en cartel el documental sobre el l¨ªder de The Clash, Joe Strummer, vida y muerte de un cantante. "Ha sido una forma de aceptar la muerte del amigo, como una ceremonia de despedida. Aunque tambi¨¦n me parece importante que los j¨®venes conozcan lo que fue Joe y el punk", se?ala Temple.
Y amigos eran Scorsese y Robbie Robertson, el l¨ªder de The Band, que compartieron durante varios meses mansi¨®n y drogas. Pero no siempre es una relaci¨®n f¨¢cil para el director, aunque no m¨¢s que con los actores. "Hay m¨²sicos dif¨ªciles y actores dif¨ªciles, pero con esos no hay que trabajar. Es importante la complicidad con el m¨²sico, pero sobre todo con la m¨²sica", a?ade Trueba.
Y ¨¦sa, seg¨²n cuenta Peter Biskind, que recoge las palabras del productor Don Simpson, en Moteros tranquilos, toros salvajes (Anagrama), a Scorsese le sobraba: "Pod¨ªa pasarse d¨ªas enteros despierto hablando de cine y de m¨²sica, m¨¢s de m¨²sica que de cine. Ten¨ªa el rock metido en la cabeza, se sab¨ªa todas las letras, todos los t¨ªtulos. Y comprend¨ªa que la m¨²sica era un componente fundamental del esp¨ªritu de la ¨¦poca".
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