Convergencias y afinidades
Hay un cine que es rock, al menos en actitud. Hay un rock que ambiciona ser cine, en capacidad narrativa. Y entre medias, todo tipo de solapamientos.
Todos parecen tener el s¨ªndrome de la hierba del vecino. Es decir, la envidia por el mundo creativo ajeno. La gente de la m¨²sica pierde su (escaso) sentido del rid¨ªculo cuando atisba la posibilidad de hacer cine; infinita la lista de cantantes que han probado suerte como actores, ignorando que precisamente su poderosa imagen les dificulta encarnar a otros personajes, a no ser que deriven de su propia mitolog¨ªa (caso de muchos de los papeles que interpret¨® David Bowie). La atracci¨®n por el cine es adictiva: un Mick Jagger ansioso por abrirse una carrera fuera de los Stones hasta termin¨® fundando una productora?, que no le ha dado grandes satisfacciones. Igual podr¨ªa afirmarse de los artistas ambiciosos, que se han atrevido a ejercer de realizadores: desde Zappa a Neil Young, pasando por Dylan o Byrne. M¨¢s cercanos a nosotros, hallamos a Fito P¨¢ez o Ant¨®n Reixa. Esa querencia podr¨ªa ser juzgada como una aberraci¨®n pero, ojo, ocurre algo parecido en direcci¨®n contraria. Muchos actores desarrollan fugaces carreras musicales —el ¨²ltimo ejemplo, Scarlett Johansson con sus versiones de Tom Waits— o se apuntan a cualquier proyecto que les aporte un gramo de credibilidad rockera. Eso ha generado algunos discos muy embarazosos y muchos cameos irrelevantes. Uno traga saliva al ver a Johnny Depp, disfrazado de pirata del Caribe, opinando sobre el tormento vital de Joe Strummer, en el documental Vida y muerte de un cantante. Sin olvidar, para completar la paradoja, que el propio Strummer se refugi¨® en el cine —como actor y autor de bandas sonoras— cuando cerr¨® su etapa con The Clash.
En realidad, la producci¨®n de Hollywood (y su suburbio indie) de los ¨²ltimos treinta a?os revela una coincidencia generacional: los cineastas pertenecen a la cultura rock y procuran hacerlo evidente. Abundan las pel¨ªculas que se bautizan con el t¨ªtulo de canciones cl¨¢sicas para beneficiarse de su resonancia en el imaginario colectivo. Luego, est¨¢n las contaminaciones: el videoclip ha infiltrado una est¨¦tica y un ritmo narrativo en muchas pel¨ªculas, aparte del concepto de la pel¨ªcula modular, de la que se pueden extraer canciones aptas para su emisi¨®n por MTV o similares. Finalmente, estamos hablando de realizadores que ven la vida a trav¨¦s del rock y pueden as¨ª vivir vicariamente sus fantas¨ªas.
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