Un acumulador de detalles
Aqu¨ª terminan, al parecer, las aventuras y desventuras del se?or Frank Bascombe, que a los 38 a?os se dio a conocer como personaje, en 1986, en la novela El periodista deportivo, que alcanz¨® la madurez cuando a su autor le concedieron el Premio Pulitzer por El d¨ªa de la independencia y que concluye a los 55 a?os y con un c¨¢ncer de pr¨®stata en esta Acci¨®n de Gracias aparecida hace un par de a?os escasos. Bascombe era un escritor con excelentes perspectivas tras la publicaci¨®n de su primer libro de cuentos hasta que abandon¨® la literatura y se dedic¨® al periodismo deportivo. El abandono de la literatura, el divorcio de su mujer, la muerte de su hijo Ralph a los nueve a?os... son escalones de un camino indeseado que prefiere aceptar como sucesos inevitables de la vida antes que plante¨¢rselos en funci¨®n de duda y cavilaci¨®n o, dicho de otro modo, lo que hace Bascombe es renunciar a la ambici¨®n y a las explicaciones y tratar de sobrevivir ayudado por las peque?as cosas de la existencia.
Acci¨®n de Gracias
Richard Ford
Traducci¨®n de Benito G¨®mez Ib¨¢?ez
Anagrama. Barcelona, 2008
736 p¨¢ginas. 29 euros
En Acci¨®n de Gracias Bascombe se ha convertido en un agente inmobiliario al que no se le da mal el negocio, que sigue trabajando porque quiere estar ocupado, que se ha vuelto a casar y cuyos dos hijos restantes de su primer matrimonio son ya dos j¨®venes con vida propia. Estamos en las v¨ªsperas del d¨ªa de Acci¨®n de Gracias (Ford elige fechas patri¨®ticas significativas para cada cap¨ªtulo de la vida de su h¨¦roe) y se propone reunir a la familia y a un par de a?adidos para celebrar el acontecimiento. Vive en una casa en la playa, en la zona costera de Nueva Jersey, y su segunda esposa, Sally, le ha dejado moment¨¢neamente al reaparecer el primer marido de ella, al que daban por muerto.
Este Bascombe, que admiraba a los deportistas porque "no ten¨ªan duda ni introspecci¨®n" es, como el lector habr¨¢ supuesto, un hombre comido por la reflexi¨®n, la duda, el deseo de entender, su escasa y trabajada capacidad de expresar emociones y, para remate, atacado por un c¨¢ncer que no es fulminante, pero que ha vuelto a alterar el espacio de vida que se hab¨ªa buscado. En las v¨ªsperas del d¨ªa de Acci¨®n de Gracias, se dedica a circular de un lado a otro por la zona de Jersey como agente y en esa carrera encuentra a diversos personajes que le empujan a pensar en s¨ª mismo y en su pasado: por ah¨ª discurre el desarrollo dram¨¢tico de esta historia.
Richard Ford es lo que podr¨ªamos llamar un "realista exhaustivo". Sin duda pertenece a la tradici¨®n que constituyen (y son su inmediato antecedente) los grandes maestros de la narrativa jud¨ªa del pasado siglo (Bellow, Malamud, Philip Roth...), pero a diferencia de ellos, el mundo de Ford no es tan selectivo; quiero decir: los tres mencionados, cada uno a su manera, retratan la realidad norteamericana apoy¨¢ndose en momentos dram¨¢ticos muy intensos que empapan la cotidianidad de los personajes y la trascienden. Ford, por el contrario, es un minucioso acumulador de detalles que casi nunca cristalizan en una situaci¨®n dram¨¢tica de envergadura; de hecho, la ¨²nica situaci¨®n que se alza sobre la l¨ªnea constante y sin sobresaltos del relato es la consecuencia de la reaparici¨®n del esposo de Sally.
Esa minuciosidad detallista recuerda el uso de la descripci¨®n de los novelistas del siglo XIX, pero la abrumadora exhibici¨®n documental y cartogr¨¢fica de la cotidianidad de Bascombe es una igualaci¨®n de todos los peque?os sucesos de su existencia por lo que ofrece menos contrastes que la de aquellos antiguos personajes. Evidentemente, la vida de hoy es mucho m¨¢s plana y menos enjundiosa que la de entonces, pero ¨¦se es justamente el material con el que debe de trabajar un "realista exhaustivo" como Ford, ¨¦se es el mundo que nos quiere contar. El correr de la historia sin altibajos es reflejo de la mediocridad de esa clase media americana y el retrato de Ford responde fielmente a ella. Es un modo de contar bien distinto del "realismo selectivo" de un Bellow, al "realismo imaginativo" de un Salinger o al "realismo econ¨®mico" de un Carver.
Frank Bascombe se siente cerca del final (ese c¨¢ncer) y le gustar¨ªa reconciliarse con lo que ha sido su vida y con las gentes que han participado en ella: ¨¦sa es la clave de su relato en primera persona y por ello debe extenderse tanto su autor. Una serie de leitmotivs le acompa?a fielmente: la lista de los que ser¨¢n portadores de su f¨¦retro, lo que denomina el Periodo Permanente, esa parte equilibrada de su vida que ahora acaba, el hijo muerto, las semillas radiactivas implantadas en la pr¨®stata y, primero de todo, la se?ora McCurdy, una profesora de mediana edad que, apuntada con el rev¨®lver por un francotirador que entra armado en la escuela, recibe la pregunta: "?Preparada para reunirte con tu Hacedor?", y ella contesta: "S¨ª. Creo que s¨ª", y el hombre la mata y se vuela la cabeza luego. He ah¨ª la clave que hace que Bascombe, sabi¨¦ndose encarrilado hacia su final, trate de ponerse de acuerdo consigo mismo y con lo que le rodea. Este libro cierra la trilog¨ªa con peso real (es un tocho un tanto desmesurado en su detallismo) pero con un indudable peso espec¨ªfico. -
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