Poemas -y una novela- de Blaise Cendrars

Narrativa/Poes¨ªa. Blaise Cendrars -tras las brasas, las cenizas- es el seud¨®nimo con el que su autor, el escritor suizo Fr¨¦d¨¦ric Sauser Halle (1887-1961), que escribi¨® en franc¨¦s, pas¨® a la historia de la literatura despu¨¦s de una vida derrochada y aventurera, viajera y cosmopolita, repleta de una obra m¨²ltiple escrita a toda velocidad, que hunde sus ra¨ªces tanto en las primeras vanguardias como en los modernismos de su ¨¦poca, pero que toc¨® todos los g¨¦neros, novelas y cuentos, viajes, poes¨ªa y reportajes, y todo ello sin parar, acumulando sus obras completas en ocho gruesos vol¨²menes reunidos por las ediciones D¨¦noel a partir de 1960. La mayor parte de su obra es de car¨¢cter autobiogr¨¢fico, tumultuosa y viajera. Una herida le dej¨® manco del brazo derecho en la Primera Guerra Mundial, en la que particip¨® en la Legi¨®n Extranjera Francesa, lo que no dej¨® de marcar su vida y su literatura, como si prolongara una estirpe de escritores mancos (Cervantes, Valle-Incl¨¢n...) a la manera de los bardos ciegos (Homero, Milton, Borges) ya m¨ªtica en las letras universales.

Blaise Cendrars hizo y escribi¨® de todo. Fue novelista, narrador, poeta, autor de guiones de cine y cr¨ªtico cinematogr¨¢fico, colaborador de Abel Gance y articulista. Public¨® casi un centenar de t¨ªtulos, entre poemas (donde encontramos Prosa del Transiberiano y El Formose), bastante tempranos y que no se sabe muy bien si est¨¢n escritos en verso o en prosa, pues su escritura es siempre vanguardista, apelotonada, que pronto dar¨ªa lugar a su torrencial prosa, inspirada en su propia vida itinerante y aventurera, que no hac¨ªa otra cosa que seguir siempre adelante, sin detenerse, siguiendo todas las inspiraciones que le surg¨ªan sin parar.

Fijada su residencia en Par¨ªs, en 1919, obtenida ya su nacionalidad francesa -aunque sigui¨® viajando sin parar-, conect¨® con las vanguardias de la ¨¦poca (Apollinaire, Cocteau, Picasso, Chagall, Modigliani, Braque y otros), empez¨® una deslumbrante carrera como narrador con una obra dispersa, con novelas inspiradas en sus ex¨®ticos viajes como Oro, Ron, Moravagine, El hombre fulminado, La mano cortada, El plan de la aguja, Las confesiones de Dan Yack, m¨¢s experimentales, Bourlinguer (Trotamundeando en castellano), La urbanizaci¨®n del cielo, Antolog¨ªa negra, Historias verdaderas, Peque?os cuentos negros para los hijos de los blancos, Ll¨¦vame al fin del mundo, y algunos t¨ªtulos m¨¢s, muchos de ellos ya traducidos entre nosotros, antes de fallecer en Par¨ªs en 1961. Escribi¨® con sangre, m¨¢s que tinta, fue muy respetado por los surrealistas, que le admiraron, pues es su directo referente, y su fama ha llegado as¨ª, intacta, hasta nosotros, pues fue un escritor experimental, vanguardista y rompedor, que escribi¨® a borbotones, con las venas abiertas hasta el final, que bien merece una atenta relectura en estas dos muestras muy bien traducidas ahora entre nosotros. -