Gordos, y encima con moralina
No hay nada m¨¢s insoportable en la vida que tragar con moralina un f¨¢rmaco, o un paraf¨¢rmaco. "Es por tu bien", se nos indica a trav¨¦s de los expertos o quienes hacen de expertos cuando ingerimos una aspirina, un ansiol¨ªtico o hasta incluso un producto adelgazante. Debe ser sencillamente insufrible tener que aguantar encima m¨¦todos de captaci¨®n y proselitismo cuando compramos un producto para rebajar peso o mejorar nuestra nutrici¨®n. Cuando uno se atreve a dar el paso de solicitar por correo un remedio milagroso, en general caro, porque piensa que as¨ª recobrar¨¢ la felicidad, lo ¨²ltimo que desea es toparse con mensajes entusiasmantes, llamadas telef¨®nicas interes¨¢ndose por los resultados del producto, propuestas de citas para conocer a otras personas que como t¨² tambi¨¦n decidieron comprarlo u ofertas para formar parte de una red de distribuidores. En ese instante, hasta existe la tentaci¨®n de olvidarse de ese curalotodo. Con tal de no aguantar la moralina, incluso podemos olvidarnos de la b¨¢scula y caer en la desmesura.
Algo de eso ha ocurrido con los productos supuestamente nutricionistas (batidos, p¨ªldoras de fibra viva y vitaminas) de la firma americana Herbalife, fundada en 1980 por un tal Mark Hughes, ya fallecido, y su esposa, una rubia platino con pinta de actriz de culebr¨®n. Ha tenido que ser la denuncia de algunos de sus consumidores y distribuidores para que el Ministerio de Sanidad haya abierto una investigaci¨®n con el fin de determinar la presunta relaci¨®n de varios de los productos de Herbalife con nueve casos de toxicidad hep¨¢tica en Espa?a entre 2003 y 2007.
La situaci¨®n es grave y no como para tom¨¢rsela a broma. La firma niega irregularidades. El Gobierno regional madrile?o le ha impuesto una multa de 2,5 millones de euros por publicidad enga?osa. Pero m¨¢s all¨¢ de los supuestos efectos da?inos, el caso ilustra la ineficacia (y a veces peligrosidad) de tantos falsos medicamentos que se venden a bombo y platillo con propiedades terap¨¦uticas y que s¨®lo sirven para aumentar la frustraci¨®n y tirar el dinero. Y ahora, para perder la vida.
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