"Ir de listo es de tontos"
El muy apacible, muy conversador, muy desconfiado -"?pero qu¨¦ va a poner usted en la entrevista?, ?me tiene en ascuas!"- y muy de vuelta de todo Jos¨¦ Luis Borau (Zaragoza, 8 de agosto de 1929) luce traje nuevo. El traje de inmortal. De la lengua, se entiende. El pasado 27 de marzo, el director y guionista de pel¨ªculas como Furtivos, R¨ªo abajo, Tata m¨ªa o Leo y autor de libros de relatos como Camisa de once varas o Navidad, horrible Navidad fue elegido nuevo acad¨¦mico de la Real Academia Espa?ola (RAE). Borau, que por ahora anda entre abrumado y deseoso, se sentar¨¢ en el sill¨®n B, cuyo anterior propietario se llamaba ni m¨¢s ni menos que Fernando Fern¨¢n-G¨®mez.
Luce casi fantasmal Borau este viernes por la tarde entre las sombras del palacete art nouveau de la Sociedad General de Autores: el irremediable viernes por la tarde que marca el inicio del colapso en la actividad del pa¨ªs, en el que la gente se eclipsa como por arte de birlibirloque; menos ¨¦l, que porf¨ªa en el tajo, reci¨¦n llegado de Valladolid y todav¨ªa sin pasar por casa -"a mi edad, ya ves t¨²"-. Pero desde el balc¨®n de una desgana mucho m¨¢s est¨¦tica que ¨¦tica, se tiran el cineasta y el acad¨¦mico, juntos, al precipicio de las confesiones, a la evocaci¨®n de los pasados y la constataci¨®n (no tan optimista) de los presentes.
?Un cineasta en la Academia? S¨ª porque, por esas cosas, la vida le ha regalado a este se?or, tan amplio en tama?o y en cultura, el lema "limpia, fija y da esplendor" justo cuando estaba metido de lleno en la preparaci¨®n de un libro irresistiblemente ad hoc: El cine en nuestro lenguaje, una reflexi¨®n sobre la influencia que expresiones y circunloquios paridos desde las ubres de la gran pantalla como "?m¨¢s madera!", "nadie es perfecto", "no te enrolles, Charles Boyer" o "la cagaste, Burt Lancaster" han podido ejercer en la lengua de la calle, que, como todos sabemos, es una lengua con la que los acad¨¦micos andan obsesionados. Igual por eso le han elegido. Y es que mola mazo, Borau.
Retomemos el t¨ªtulo de un libro suyo, 'Camisa de once varas'. ?No tiene la sensaci¨®n de meterse otra vez en ella con esto de la entrada en la Academia de la Lengua?
Pues un poco, un poco. La verdad es que estoy asustado. Yo ya s¨¦ lo que pasa en la Academia, porque me lo contaba Carmen Mart¨ªn Gaite. Ella me dec¨ªa: "Es que pasado el relumbr¨®n de la entrada y todo eso?, ?te ponen a trabajar!". Estoy contento, ?eh?, no lo voy a negar, pero muy asustado.
Qui¨¦n lo iba a decir, Jos¨¦ Luis Borau, todo un 'inmortal'?
Inmortalito, inmortalito. Yo, a lo sumo, soy inmortalito.
Ya, pero la verdad es que usted est¨¢ muy acostumbrado a las academias: la del Cine, la de Bellas Artes y ahora la de la Lengua.
Y la de San Luis de Zaragoza. Hombre, s¨ª. Recuerdo cuando me llam¨® Gerardo Herrero para que yo presidiera la Academia del Cine. Mira t¨², yo cre¨ªa que me llamaba para producirme una pel¨ªcula, y result¨® que no. Es que yo he sido productor, pero la verdad es que nunca he querido producir, ?eh? Siempre busqu¨¦ productores para todas mis pel¨ªculas, sin excepci¨®n; pero al final me liaba la manta a la cabeza y acababa produciendo yo, porque lo ¨²nico que quer¨ªa era que la pel¨ªcula se hiciera.
O sea, queda claro que producir cine no es santo de su devoci¨®n, sino puro fatalismo, algo irremediable.
Es que yo ya no estoy para esos trotes. Y adem¨¢s, las pel¨ªculas cuestan una fortuna. Ya no tengo ni ganas, ni edad, ni condici¨®n, ni nada. Y adem¨¢s es que ya aburre hablar con los productores. Los productores son tremendos. Todav¨ªa me acuerdo de cuando iba a hacer Furtivos y un productor me dijo: "Pero hombre, Jos¨¦ Luis, ?qu¨¦ es eso? Eso no vende nada. Un dram¨®n as¨ª, en medio de un bosque?".
Total que, volviendo al tema acad¨¦mico, a usted cada vez que se lo proponen no sabe decir que no?
Me dijo Gerardo Herrero cuando lo de la Academia del Cine: "Pero si no es nada, es ponerte un esmoquin una vez al a?o y hacer un discursito de tres minutos". Y total, que al final se van acumulando las responsabilidades, y luego, claro, pasa lo que pasa hoy, mira: que soy el ¨²nico que queda trabajando hoy aqu¨ª [son las nueve de la noche de un viernes]. Y es cierto. No s¨¦ decir que no. Decir que no es un arte que desconozco. Siempre pico.
?Qu¨¦ le atrae de la cosa acad¨¦mica?
Bueno, a m¨ª hay una cosa que me gusta mucho, y son los vestigios del siglo XVIII que quedan en las academias, en todas. Por ejemplo, ?sabes lo que es un cabestro?
Pues?, m¨¢s all¨¢ de los bicharracos que acompa?an a los toros en los encierros, lo siento, pero creo que no.
Cabestros se les llama a los acad¨¦micos que te han propuesto y te llevan en procesi¨®n hasta el estrado el d¨ªa que vas a ingresar. Suena a insulto, pero ellos ya manejan el t¨¦rmino con toda naturalidad.
Suena fuerte, s¨ª. F¨ªjese la que mont¨® hace poco el PNV, cuando llam¨® "cabestro" a Jos¨¦ Bono.
Ah, no s¨¦, es que yo no sigo la pol¨ªtica.
No est¨¢ como para seguir, no.
No ha estado nunca; pero ahora, menos. Toda la legislatura anterior fue tremenda. Todo el d¨ªa insult¨¢ndose unos a otros -unos m¨¢s que otros-, algo terrible. A m¨ª la pol¨ªtica me desasosiega mucho, y no s¨¦, bastante tiene uno con sus problemas.
?No le interesa ahora la pol¨ªtica o es que nunca le interes¨®?
Bueno, hay razones familiares en todo esto. Es que en casa de mis padres, en Zaragoza, nunca se hablaba de pol¨ªtica, porque ellos ten¨ªan ideas diferentes, o m¨¢s bien contrarias, aunque eran personas muy civilizadas. Te estoy hablando de la ¨¦poca de la Guerra Civil, ?eh?
?C¨®mo recuerda aquello?
Pues yo ten¨ªa seis a?os cuando estall¨® la guerra. Me acuerdo de una se?ora dici¨¦ndole a mi madre por el balc¨®n que hab¨ªan matado a Calvo-Sotelo, y la que se mont¨® luego. Yo era hijo ¨²nico de unos padres que hoy dir¨ªamos "chapados a la antigua". Estaba solo siempre en casa, hasta que fui al colegio. Pero luego empezaron a caer bombas cerca y dej¨¦ de ir. Mi padre dec¨ªa: "Tranquilos, que esta guerra es absurda, esto se acaba pronto". Y es que eso era lo que pensaba much¨ªsima gente, ?eh?
?Conserva recuerdos n¨ªtidos, de esos que guardamos como fotograf¨ªas?
?De la guerra? ?M¨¢s que de ahora mismo! El colegio de monjas que hab¨ªa enfrente de casa acab¨® siendo un hospital para los soldados italianos. En la otra esquina estaba el Front¨®n Aragon¨¦s, que acab¨® en manos de la Falange. Y la otra esquina era el Gobierno Militar. All¨ª se organizaban unas que para qu¨¦. Hab¨ªa desfiles todo el tiempo, y yo los ve¨ªa desde casa. Y ten¨ªa dos primas en edad de merecer que estaban refugiadas, y mi padre no les dejaba salir a la calle porque toda la ciudad estaba llena de soldados. Pero se escapaban y ten¨ªan sus novietes, claro.
Por ser ni?o, ?vivi¨® quiz¨¢ la guerra casi como una pel¨ªcula de aventuras, o ya sent¨ªa el miedo y la angustia de los mayores?
Para los ni?os no existe ese miedo. T¨² ves hoy a los ni?os de Irak jugando entre los tanques y entre los muertos. En aquel entonces, lo mismo. Sonaban las sirenas cuando ven¨ªan los aviones, mis primas me despertaban y me sacaban de la cama? La verdad es que, visto ahora, todo era como una pel¨ªcula italiana del neorrealismo. De hecho, todo eso lo vemos en Pais¨¤, de Rosellini. Yo no sufr¨ªa, no. Yo viv¨ªa aquello como una fiesta. Aunque era una fiesta llena de dramas.
Hablamos tanto de la fragilidad y de la vulnerabilidad del ni?o que se nos olvida lo fuerte que puede llegar a ser, ?no?
El ni?o siempre tiene una extra?a capacidad de resistencia al drama, tiene unos recursos que no tienen las personas mayores. El ¨²nico ni?o que est¨¢ triste es el ni?o al que en su casa le someten a vejaciones, el ni?o no querido.
Aparquemos guerras y dem¨¢s desgracias y volvamos a la RAE. Se sentar¨¢ en el sill¨®n que ocupaba Fernando Fern¨¢n-G¨®mez. ?Piensa mucho en ello o es un sill¨®n m¨¢s?
Bueno, yo tengo que contar una cosa, ?eh? Aunque est¨¦ mal decirlo, Fernando Fern¨¢n-G¨®mez entr¨® en la Academia por m¨ª. Siendo yo presidente de la Academia del Cine le dije un d¨ªa a Berlanga: "?Oye, a ver si de una vez se considera que un escritor de cine es un escritor merecedor de entrar en la Academia o no!". Vale, pues se lo dijimos a Fernando L¨¢zaro Carreter, y nos dijo que estaba de acuerdo, y que incluso ya hab¨ªan pensado en alg¨²n nombre. "?En qui¨¦n han pensado?", le dije yo. Y contest¨®: "Pues en Fern¨¢n-G¨®mez? y en usted", mirando a Berlanga. Berlanga se qued¨® pasmado. Y nos dijo L¨¢zaro Carreter: "Y ustedes, ?en qui¨¦n han pensado?". Y le dijimos que en Rafael Azcona.
?Y qu¨¦ ocurri¨®?
Pues que L¨¢zaro Carreter dijo que muy bien, pero muy maliciosamente nos pregunt¨® si ya se lo hab¨ªamos dicho a Azcona. Le dijimos que no, que se lo ¨ªbamos a decir. Y Berlanga, nada m¨¢s salir a la calle, me solt¨®: "?A Azcona se lo dices t¨², ?eh?!" O sea, que el que m¨¢s hab¨ªa trabajado con Azcona era ¨¦l, y resulta que se lo ten¨ªa que decir yo.
?C¨®mo reaccion¨® Azcona?
Pues le invit¨¦ a comer, y cuando ya estaba madurito le dije que la raz¨®n de la comida era proponerle entrar en la Academia de la Lengua. Se puso de pie hecho una furia en medio del comedor y dijo: "?Pero vosotros dos, que me conoc¨¦is tanto, ?c¨®mo pod¨¦is pensar que yo puedo entrar en ninguna academia? Parece mentira!". As¨ª que le dije a L¨¢zaro Carreter que ten¨ªa que ser Fern¨¢n-G¨®mez. Y Fern¨¢n-G¨®mez, cuando se lo dije, me contest¨®: "Pues mira, Borau, seguro que mucha gente andar¨ªa cantinfleando y diciendo que si s¨ª, que si no; pero yo te lo tengo que decir sinceramente, a m¨ª me interesa". Y fue ¨¦l. Total, que ese sill¨®n pertenece a Fern¨¢n-G¨®mez, pero tambi¨¦n un poquito a Azcona.
?Va usted a la RAE con ganas de marcha, de meter ca?a?
Voy aterrado. Es que ya digo, yo era muy amigo de Carmen Mart¨ªn Gaite, a la que le pidieron, bueno, le suplicaron varias veces que entrara, primero porque era una buena novelista y segundo porque era mujer, y entonces hab¨ªa el problema en la Academia de que hab¨ªa pocas mujeres, y?
Y sigue habi¨¦ndolo
? y sigue habi¨¦ndolo, y encima alguna que es acad¨¦mica tampoco va, as¨ª que? Bueno, total que Carmen, Carmi?a, por la raz¨®n que fuera, nunca quiso entrar. Igual por eso, porque dec¨ªa que all¨ª te pon¨ªan a trabajar.
Ser presidente de academias y de cosas como la SGAE , ?no le quita tiempo para pensar, escribir y hacer cine?
?C¨®mo que si me quita, me quita todo el tiempo; si ya no puedo casi ni corregir las galeradas de los cuentos que escribo! Es horroroso. Bueno, lo de hacer cine no, porque, ya le digo, yo ya no quiero hacer pel¨ªculas, a no ser, claro, que me las encarguen.
?Decisi¨®n irrevocable?
?Es que cansa mucho tratar con imb¨¦ciles! Yo tengo escrito desde hace dos a?os un gui¨®n a medias con Azcona, titulado Las hermanas del Don, y no se hizo por distintas razones. Y lo mismo ha pasado con otro gui¨®n m¨ªo, el de La pajarita de oro. Bueno, pues en otras ¨¦pocas me las habr¨ªa producido yo. Ahora, no. Hubo y hay mucho imb¨¦cil especializado en tonter¨ªas prefabricadas del tipo "eso ya no se lleva". Por ejemplo, me acuerdo cuando Jaime de Armi?¨¢n y yo fuimos donde el productor de turno a decirle que quer¨ªamos hacer Mi querida se?orita, y nos pregunt¨® que en qu¨¦ actor hab¨ªamos pensado. Y le dijimos que en Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez. Y nos contest¨® que imposible, que c¨®mo iba a hacer de mujer un se?or tan feo, que todav¨ªa si fuera Carlos Larra?aga, pues bueno? Y con Furtivos pas¨® igual. El dichoso "esto ya no se lleva".
La vida es que est¨¢ llena de morlacos con los que hay que lidiar.
Ya, bueno, a m¨ª eso me pasa muchas veces en la vida. Que desisto. O sea, tengo delante a alguien que yo veo que no, que es in¨²til, y entonces ya no discuto. Porque ?para qu¨¦?
?Por qu¨¦ y para qu¨¦ se ha dedicado al cine Jos¨¦ Luis Borau, b¨¢sicamente?
Pues para ver yo mis propias pel¨ªculas.
?sa es una explicaci¨®n estupenda. No s¨¦ si hay que cre¨¦rsela.
Pues claro. A m¨ª no me gusta repetirme. Nunca me ha gustado ser ese director instalado que hace su peliculita cada equis tiempo, y no me pidas nombres porque no los dir¨¦. A m¨ª eso me horroriza. Yo hago mis pel¨ªculas para m¨ª y para verlas yo. Si adem¨¢s luego dan dinero, pues maravilloso.
Entonces, si hacer pel¨ªculas ya se le antoja complicado, ?ad¨®nde van las ideas que seguro que le brotan cada d¨ªa?
Pues yo ahora, en cuento puedo, las convierto en un cuento.
Otro de los morlacos con los que tuvo que lidiar usted, y otros como Luis Garc¨ªa Berlanga, Juan Antonio Bardem o Rafael Azcona, se llamaba censura. ?Qu¨¦ recuerdos tiene de aquel tiempo franquista
?Hombre, es que eso es otro cap¨ªtulo!
Aunque tambi¨¦n existe la censura impuesta por el mercado, o eso dicen?
Bueno, a ver, en aquel entonces exist¨ªan todas las censuras posibles. Exist¨ªa la censura-censura y la de los idiotas de turno. Y ahora s¨®lo existe la de los idiotas de turno. La ¨²nica novedad es que las pel¨ªculas cuestan much¨ªsimo m¨¢s dinero. ?sa es la nueva condici¨®n. Pero la condici¨®n fija a todo tiempo es ¨¦sa, la de los idiotas de turno.
?Aprendieron mucho en aquella ¨¦poca, ya no s¨®lo como cineastas, sino como personas?
Mucho. Yo era un chico de colegio, de universidad, de escuela de cine?, y me cre¨ªa que todo el mundo sab¨ªa qui¨¦n era Fritz Lang. Y claro, en el fondo es que no lo sab¨ªa casi nadie. Bueno, esa ignorancia no s¨®lo se ha dado aqu¨ª, en Estados Unidos tambi¨¦n tienen ese problema. All¨ª citabas a Lang o a Lubitsch y quedabas fatal, bajabas escalones. "?Ah, o sea que es una pel¨ªcula artie", te dec¨ªan en broma, o sea, una pel¨ªcula art¨ªstica.
?Qu¨¦ tiene que decir del relativo desinter¨¦s actual del p¨²blico por el cine espa?ol? La cuota de mercado est¨¢ baj¨ªsima.
Yo lo que digo es una cosa: un espectador espa?ol ve una pel¨ªcula americana y si le gusta dice, como es natural, que le ha gustado. Si por el contrario no le ha gustado, pero no lo sabe -cosa que ocurre a buena parte del p¨²blico-, no dice nada. Y si se da cuenta de que no le ha gustado, dice lo que debe decir, "esta pel¨ªcula es mala". Pero si un espectador ha entrado a ver una pel¨ªcula espa?ola -lo cual es ya casi un milagro- y no le gusta, en vez de decir "qu¨¦ mala es esta pel¨ªcula", dice "qu¨¦ malo es el cine espa?ol". ?sa es la terrible diferencia. Aqu¨ª se hacen demasiadas pel¨ªculas al a?o y la mitad de ellas no se estrenan, o se estrenan en condiciones mal¨ªsimas. Pero cada a?o se hacen siete u ocho pel¨ªculas que est¨¢n muy bien, y dos o tres que son formidables. M¨¢s o menos el mismo porcentaje de Hollywood. Lo que pasa es que el espa?ol no est¨¢ orgulloso de su cultura ni de nada suyo, como no sea de su aldea o del equipo de f¨²tbol correspondiente.
?Nos falta ser un poco m¨¢s chovinistas?
Es tan rid¨ªcula una cuesti¨®n como la otra. Son extremos. Creerte, como los franceses, que lo tuyo es siempre lo mejor, es rid¨ªculo. Pero tambi¨¦n lo es lo contrario. Y hay muchos que se las dan de listos. Aunque est¨¢ claro que ir de listo es de tontos.
Oiga, m¨¢s all¨¢ del cine espa?ol, ?c¨®mo ve este santo pa¨ªs?
Pues a m¨ª este pa¨ªs, con todos sus problemas -algunos de ellos verdaderamente tontos, por cierto-, me apasiona. Yo creo que s¨®lo hay tres pa¨ªses en los que merece la pena de verdad vivir: Italia, Francia y Espa?a, aunque tambi¨¦n en estos pa¨ªses haya gente muy infeliz. Pero yo veo que la gente es muy desgraciada. Me refiero a los pa¨ªses desarrollados, claro, porque de India o ?frica ni hablo. La verdad es que tenemos un pa¨ªs que no nos merecemos.
?Considera, pues, que los lugare?os no estamos a la altura del lugar?
As¨ª es. ?ste es un pa¨ªs con una historia detr¨¢s, y eso es muy importante, porque los pa¨ªses que no la tienen son peque?os limbos pac¨ªficos, en el mejor de los casos. Es un pa¨ªs con una cultura que no estimamos en lo que vale, desconocida en el mundo en buena medida por culpa nuestra?, y desde luego desconocida por los j¨®venes. Hay como un desapego negativo, como un fondo de ignorancia? Es un pa¨ªs de enanos, un pa¨ªs de enanos morales.
Oscuro autorretrato pinta usted?
Una cosa que a m¨ª me deprime de este pa¨ªs es lo de la educaci¨®n. Hoy pr¨¢cticamente todo el mundo aqu¨ª sabe escribir, no como antes; pero en cambio, los j¨®venes son mucho m¨¢s ignorantes. Aplican estereotipos, casi siempre extranjeros y mal conocidos. Y eso es mal¨ªsimo no s¨®lo para la juventud, que lo pagar¨¢, sino para el pa¨ªs en s¨ª, porque cuando manden los ignorantes, ya no habr¨¢ soluci¨®n. Es aquella frase fant¨¢stica de S¨¢nchez Ferlosio sobre "los borriquitos en ch¨¢ndal". Y luego est¨¢n los Gobiernos, que a todos les importa un carajo la cultura. A todos. De todos los colores. La prueba es que eligen siempre al ministro de Cultura a ¨²ltima hora, y bueno, ahora es un hombre, pero con frecuencia nombran a una chica s¨®lo para llenar el cupo femenino.
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