Gaza se queda sin gasolina

El Gobierno israel¨ª est¨¢ machacando Gaza. El bloqueo econ¨®mico causa estragos en una poblaci¨®n estoica que soporta golpe tras golpe. Sin trabajo, escasez de alimentos cada vez m¨¢s caros, encerrados en la franja, sin luz durante demasiadas horas al d¨ªa, y en muchas ciudades y pueblos con agua corriente durante tres horas diarias, el mill¨®n y medio de vecinos de Gaza afronta ahora otro desaf¨ªo: las tremendas hileras de coches que atestaban las gasolineras hace un mes se han esfumado.

Ya no hay gasolina, ni di¨¦sel, ni gas. Hay que ingeni¨¢rselas para suplir la penuria en un territorio en el que el precio de los burros se ha elevado un 50%, hasta 150 euros. Lo hace el taxista Ahmed Zabed y decenas de colegas. "Mezclo 16 litros de aceite de girasol con dos litros de disolvente. El coche no funciona bien hasta que se calienta, y s¨¦ que el motor se estropear¨¢ pronto", comenta en la ciudad de Gaza antes de partir hacia el sur. Hay que comer.

No hay gasolina, ni di¨¦sel, ni gas. S¨®lo mezclas que lanzan humo negro

El precio de los burros se ha elevado un 50%, hasta 150 euros

Es sencillo identificar a quienes recurren a este combustible tan casero como contaminante. Sus coches desprenden un humo negro apestoso que se suma al de las basuras quemadas. Los poqu¨ªsimos afortunados que pudieron hacer acopio de gasolina se han convertido en transportistas.

Las calles y avenidas de Gaza est¨¢n repletas de gente que alza el brazo. Tampoco as¨ª es f¨¢cil desplazarse, porque los veh¨ªculos van a menudo repletos. Autobuses varados que agotaron su dep¨®sito, coches abandonados en mitad del asfalto, gente esperando en las carreteras a que pase alg¨²n asiento vac¨ªo forman la estampa cotidiana. Lo dijo meses atr¨¢s el primer ministro israel¨ª, Ehud Olmert: "Por m¨ª, que vayan andando". El suministro de di¨¦sel en el ¨²ltimo a?o ha ca¨ªdo un 57%, y el de gasolina, un 80%.

Nadie se libra de la escasez. Munir Abu Hazira, due?o de un restaurante de pescado, se las ve y se las desea para ofrecer su men¨² habitual. "No tengo calamar", lamenta. "S¨®lo pescamos con red cerca de la costa y para el calamar se necesita ir mar adentro. Lo peor es que acaba de empezar la temporada de la sardina y muchos consiguen buena parte de sus ingresos en esta ¨¦poca. Lo perder¨¢n todo".

El racionamiento se sigue a rajatabla en las pocas estaciones abiertas. Se sirve a ambulancias y a organismos oficiales. Lista en mano, el empleado de una gasolinera, ocioso a la fuerza, comprueba el nombre del aspirante a repostar. M¨¢ximo: 20 litros.

Queda la opci¨®n del mercado negro. Pero los t¨²neles fronterizos con Egipto, para¨ªso del contrabando, dan para lo que dan. Y para que hagan su agosto los listos. Hasta a 25 shekels (unos 4,5 euros) se vende el litro de gasolina.

La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), que suspendi¨® el jueves el reparto de alimentos y la recogida de basuras por primera vez en a?os, se abasteci¨® ayer de gasolina.

S¨®lo para cinco d¨ªas. Sus funcionarios trabajan a destajo ignorando qu¨¦ suceder¨¢ despu¨¦s. John Ging, el brit¨¢nico que dirige UNRWA, incide en su despacho en un aspecto crucial: ni Israel ni el Gobierno de Ham¨¢s se atienen a la legislaci¨®n internacional.

"Hay que volver", asegura, "al punto de partida de la legalidad. Que una parte haga algo ilegal no exime al contrario de su responsabilidad. La ocupaci¨®n es ilegal, pero eso no justifica el lanzamiento de cohetes contra Israel; los cohetes son ilegales, pero eso no justifica el asedio. En la guerra hay leyes. No se pueden olvidar los derechos fundamentales. Los problemas pol¨ªticos perdurar¨¢n, pero no se puede eludir la legalidad hasta que se resuelvan".

Rafik Maliha, director de la ¨²nica central el¨¦ctrica de Gaza, tambi¨¦n se enfrenta, angustiado, a escollos sin fin. La planta abastece de energ¨ªa a 500.000 personas. "En octubre Israel disminuy¨® las entregas de di¨¦sel industrial. Hace un mes la redujo de nuevo a la mitad. El domingo estuvimos casi cerramos. Los dep¨®sitos de 20 millones de litros para encarar emergencias, que deber¨ªan estar siempre llenos, los tenemos vac¨ªos".

Maliha denota una profunda decepci¨®n: "La UE paga la factura, pero Israel decide cu¨¢ndo corta el suministro. Es un arma pol¨ªtica. En realidad, Israel dirige la planta, no yo. Las promesas de la UE y de EE UU son falsas. El aspecto humanitario no les interesa".

Aunque en algunas casas se empieza a cocinar con fuego de le?a; a pesar de que miles de estudiantes no asisten a la universidad; pese a que nadie celebra bodas o lo hacen sin invitados en el festejo; aunque Internet se emplea como nunca porque las relaciones sociales se han congelado, siempre hay quien se empe?a en ver la arista positiva. "No hay tr¨¢fico. Es un d¨ªa excelente para pasear con mi beb¨¦ en el carrito", sonr¨ªe Amal, madre de cuatro hijos.