Aceite contaminado

La inmovilizaci¨®n del aceite de girasol embotellado en los puntos de venta y el aviso a los consumidores acerca de la existencia de partidas contaminadas por hidrocarburos es un asunto de enorme gravedad, que pone de manifiesto importantes lagunas en nuestro sistema de vigilancia alimentaria.

A falta de una informaci¨®n detallada del asunto, lo que la noticia traduce es que la contaminaci¨®n fue detectada en el curso de an¨¢lisis rutinarios de aceite embotellado para el consumo y que, a partir de este dato, se ha trazado el origen de la contaminaci¨®n hasta una partida importada de Ucrania. De esto deducimos que la contaminaci¨®n se ha producido por la utilizaci¨®n de cubas de almacenamiento o transporte, previamente utilizadas para hidrocarburos; que las cubas no fueron debidamente lavadas para su utilizaci¨®n en aceite alimentario y que dicho aceite no fue debidamente analizado en aduanas o en los dep¨®sitos del importador, antes de su distribuci¨®n a las plantas embotelladoras; finalmente, que dicha partida de aceite no fue analizada antes de su embotellamiento y distribuci¨®n al comercio minorista.

La gravedad de toda esta supuesta cadena de fallos en el sistema de vigilancia alimentaria no puede menos que alarmar al consumidor. Recordemos que las m¨¢s graves intoxicaciones alimenticias del siglo pasado lo fueron por el consumo de aceite comestible contaminado por su transporte o almacenamiento previamente utilizado para otros fines: insecticidas organofosforados en el caso de la India, aceites minerales en el caso de Marruecos. En el caso espa?ol, la intoxicaci¨®n por aceite de colza desnaturalizado con anilinas, del que se cumplen ahora 27 a?os, puso de manifiesto una cadena de fallos en el sistema de vigilancia alimentaria y fraudes al consumidor, que cre¨ªamos superados. Y aunque en el caso que nos ocupa el riesgo para el consumidor se nos asegura que es muy bajo, ello no exonera a las autoridades sanitarias de la grave dejaci¨®n en su labor preventiva.