Los transg¨¦nicos ganan pulso
Espa?a aumenta un 40% su producci¨®n en un a?o -El debate sobre la modificaci¨®n gen¨¦tica moviliza a cient¨ªficos y agricultores
La crisis alimentaria global puede convertirse en el escenario perfecto. Los transg¨¦nicos ganan adeptos en medio de la crisis de los cultivos y en Espa?a viven un impulso especial frente al recelo que despiertan en otros pa¨ªses europeos. Los defensores preguntan por qu¨¦ se limita el cultivo y a la vez se permite la importaci¨®n, debilitando la competitividad europea. Los detractores alertan: las consecuencias medioambientales pueden ser peligrosas.
Un dato nuevo: la industria de la biotecnolog¨ªa ha sentado en el Consejo de Ministros a uno de sus principales representantes. La doctora en biolog¨ªa Cristina Garmendia, que llevaba las riendas de la empresa Genetrix, presid¨ªa, adem¨¢s, la Asociaci¨®n Espa?ola de Bioempresas (ASEBIO). Su nombramiento se produce en tiempos de disensi¨®n interna en la UE sobre si debe o no dar luz verde a la patata gen¨¦ticamente modificada propiedad de BASF, a la que Espa?a se ha mostrado favorable. La incorporaci¨®n de Garmendia coincide adem¨¢s con un llamativo repunte del cultivo del ¨²nico organismo modificado cuya producci¨®n est¨¢ permitida en Espa?a, el ma¨ªz transg¨¦nico Bt.
Greenpeace: "Hay agricultores que no saben que compran transg¨¦nicos"
Siete pa¨ªses de la UE han prohibido los cultivos modificados gen¨¦ticamente
La ministra Garmendia afirma que no tienen efectos adversos
Los sindicatos est¨¢n divididos: Asaja, a favor, y Coag, en contra
La superficie de variedades de ma¨ªz gen¨¦ticamente modificado que se cultivaron en Espa?a se dispar¨® un 40% en 2007. Alcanz¨® las 75.148 hect¨¢reas. La mayor¨ªa se cultiva en Arag¨®n (35.860 hect¨¢reas) y Catalu?a (23.013 hect¨¢reas) y no es casual. El ma¨ªz Bt incorpora un gen insecticida contra la plaga del taladro, que azota en especial zonas h¨²medas como la cuenca del Ebro. "Este insecto taladra la ca?a, las hojas, puede estropear el 15% de la cosecha y con el transg¨¦nico se evita esa p¨¦rdida", explica Esteban Andr¨¦s desde la Asociaci¨®n General de Productores de Ma¨ªz de Espa?a. El presidente de los productores, Agust¨ªn Marin¨¦, a?ade que el coste de la semilla es un 10% m¨¢s caro, pero que el agricultor acaba ahorrando por la cosecha que no se pierde y porque se conserva mejor. "Adem¨¢s, los fabricantes de pienso lo prefieren, porque el transg¨¦nico, al no haber sido atacado, no tiene microtoxinas".
Todas esas supuestas ventajas le han amargado la vida a agricultores como Juli Verg¨¦. Hace una d¨¦cada, este ingeniero agr¨®nomo de 55 a?os cultivaba 38 hect¨¢reas de ma¨ªz ecol¨®gico en Bellcaire d'Urgell (Lleida). Con el tiempo, la cifra fue cayendo a 15, a 10, a 2... "He perdido demasiado dinero. Tiro la toalla", dice, con voz desencantada. A otros agricultores ecol¨®gicos de Catalu?a, Arag¨®n o Castilla-La Mancha les ha ocurrido algo parecido: sus cosechas han sido v¨ªctimas de la contaminaci¨®n del polen transg¨¦nico de plantaciones pr¨®ximas. "Si mi ma¨ªz est¨¢ contaminado, se desclasifica como ecol¨®gico. El ¨²nico modo de evitar la contaminaci¨®n es iniciar la siembra, que tocar¨ªa en mayo, a finales de junio. Pero retrasarla significa obtener 4.000 kilos de ma¨ªz en lugar de 8.000. Son demasiadas p¨¦rdidas. En el pueblo somos cuatro gatos, ?c¨®mo iba a denunciar a mis vecinos?", relata Verg¨¦.
El Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino admite que todav¨ªa no est¨¢ en vigor la requerida normativa sobre la coexistencia de cultivos transg¨¦nicos y convencionales.
"En todo este debate, debe escucharse la opini¨®n de quienes utilizan los transg¨¦nicos. Nadie obliga a nadie a comprarlos", interviene Jaime Costa, director de Asuntos Regulatorios y Cient¨ªficos de Monsanto, el gigante de las semillas gen¨¦ticamente modificadas que se cultivan en Espa?a (MON 810). Pero el mercado espa?ol no pertenece s¨®lo a esta multinacional. Monsanto ofrece su modificaci¨®n gen¨¦tica a otras empresas del sector. En Espa?a son 10 las que la incorporan a sus variedades y comercializan a partir de ah¨ª sus propios productos: Pioner, Monsanto, Limagrain, Semillas Fit¨®, Arlesa, Koipesol, KWS, Coop de Pau, Agrar Semillas y Corn Status.
"La libertad de elecci¨®n es m¨¢s que dudosa. Hay agricultores que ni siquiera saben que est¨¢n comprando transg¨¦nicos", asegura Juan Felipe Carrasco, responsable de transg¨¦nicos de Greenpeace, contraria a ¨¦stos por razones de salud, econ¨®micas, medioambientales y de derechos humanos.
"Si fueran tan buenos los transg¨¦nicos, la enorme presi¨®n de la industria, que ahora est¨¢ hasta en el Gobierno, y los a?os que hace desde que el ma¨ªz transg¨¦nico fue autorizado (1998) lo habr¨ªan adoptado muchos m¨¢s agricultores", a?ade Carrasco. Sobre un total de 350.000 hect¨¢reas de ma¨ªz que se cultivan en Espa?a, la proporci¨®n del transg¨¦nico ronda el 20%.
Los sindicatos agrarios est¨¢n divididos al respecto. Asaja se inclina a favor. COAG rechaza de plano los transg¨¦nicos. "Casi no se encuentran semillas convencionales. Estamos en contra de la creciente y excesiva dependencia del agricultor de las grandes multinacionales", dice el portavoz de COAG, Rub¨¦n Villanueva. Aduce que si se compran semillas transg¨¦nicas a una empresa se le debe comprar tambi¨¦n su cadena de productos plaguicidas.
En Europa, siete pa¨ªses han prohibido el cultivo de transg¨¦nicos. Francia y Rumania se han sumado a las moratorias de Italia, Hungr¨ªa, Grecia, Polonia y Austria. La decisi¨®n corresponde al Consejo de Ministros comunitario (o a la Comisi¨®n Europea, si en el consejo no se da, como en el caso de la patata transg¨¦nica, una autorizaci¨®n por mayor¨ªa cualificada). Pero cada pa¨ªs puede invocar una cl¨¢usula de salvaguarda, justificada con informes cient¨ªficos. Cuando Francia invoc¨® la suya para suspender el cultivo del ma¨ªz m¨¢s empleado en Espa?a esgrimi¨® que la dispersi¨®n del polen transg¨¦nico puede alcanzar distancias "kilom¨¦tricas", de modo que no puede descartarse que una planta transg¨¦nica no vaya a contaminar a otra tradicional.
Los grupos contrarios a la modificaci¨®n gen¨¦tica de alimentos no esconden su "inquietud" por la pol¨ªtica que vaya a aplicar el Gobierno. Desde las empresas punteras de un mercado agrobiotecnol¨®gico, que el a?o pasado fue valorado por la firma Cropnosis en 4.400 millones de euros, se critica a sus detractores con el mismo arma de que les acusan ¨¦stos: la desinformaci¨®n.
"Las aplicaciones de la biotecnolog¨ªa a la mejora de las plantas cultivadas son descritas sin tener en cuenta las ¨²ltimas regulaciones y conocimientos derivados de las estrictas exigencias en la UE, que no permiten la comercializaci¨®n de productos que representen un riesgo para personas o para el medio ambiente", dice Isabel Garc¨ªa Carneros, secretaria general en funciones de ASEBIO.
Unos y otros s¨®lo coinciden en una paradoja: "En Espa?a se cultiva una variedad de ma¨ªz, pero se importan de otros pa¨ªses cerca de 10 toneladas de ma¨ªz y soja que no han sido autorizados a cultivarse aqu¨ª. El 85% de la soja que se consume en la UE est¨¢ modificada gen¨¦ticamente", afirma Carlos Vicente, director de Biotecnolog¨ªa de Monsanto.
?Qu¨¦ opina la ministra? Poco antes de asumir sus nuevas responsabilidades, en entrevistas, foros y art¨ªculos de opini¨®n, Cristina Garmendia insist¨ªa en que "no se ha observado ning¨²n efecto adverso ni sobre personas ni sobre el medio ambiente que sea achacable a los transg¨¦nicos". Y enfatizaba la necesidad de que "el consumidor pueda elegir libremente con una garant¨ªa de seguridad". Por ley, desde hace cuatro a?os todos los alimentos con m¨¢s de un 0,9% de ingredientes transg¨¦nicos deben llevar una etiqueta que informe de ello.
La declaraci¨®n de la asociaci¨®n ASEBIO -que presid¨ªa hasta ahora Garmendia- Ciencia, progreso y medio ambiente es m¨¢s contundente: "Las autoridades de nuestro pa¨ªs deber¨ªan facilitar su empleo [de las variedades gen¨¦ticamente modificadas] sin discriminaciones para que la competitividad de la agricultura de nuestro pa¨ªs no se vea perjudicada" e incid¨ªa en la "ausencia de estudios cient¨ªficos que desaconsejan el empleo" de este tipo de plantas.
Manifiesto contra manifiesto. Una no menos larga lista de acad¨¦micos, sindicalistas, ecologistas y representantes de organizaciones de consumidores se han adherido a otra declaraci¨®n, Democracia, precauci¨®n y medio ambiente. Este documento cuestiona las mejoras en la calidad de los alimentos que la industria atribuye a los transg¨¦nicos, afirma que sus impactos sobre el medio ambiente cada vez est¨¢n m¨¢s documentados, advierte de que no contribuyen a aliviar la pobreza ni el hambre en el mundo y concluye que "s¨®lo benefician a las multinacionales que los desarrollan y comercializan".
"La evoluci¨®n de la opini¨®n p¨²blica es clave, pero todo depender¨¢ de la regulaci¨®n. A m¨¢s trabas legales, m¨¢s tardar¨¢ en imponerse la tecnolog¨ªa. Pero es cuesti¨®n de tiempo", augura el economista Gonzalo Sanz-Magall¨®n, profesor de la Universidad San Pablo-CEU, para quien los transg¨¦nicos pueden beneficiar a agricultores y consumidores en el Tercer Mundo. Y agrega: "La clave est¨¢ en la voluntad pol¨ªtica".
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