Un pol¨ªtico para llamar a Berlusconi
El fichaje de Zaplana obedece a sus contactos - El ex ministro de Trabajo tiene relaci¨®n con Italia y Francia, sobre todo con Maroni y Fillon
Fue hace 15 d¨ªas. C¨¦sar Alierta, con muy buenas relaciones en el PP -fich¨® a Manuel Pizarro tres semanas antes de que le dejara plantado para ir en las listas de Rajoy-, se encontr¨® en un restaurante con Eduardo Zaplana. Sab¨ªa que ser diputado raso es muy poco para ¨¦l. Le tante¨®, le vio dudoso, y quedaron en hablar. Entonces se le ocurri¨® el puesto ideal: delegado para Europa. Zaplana sabe poco de telecomunicaciones, pero sabe casi todo de pol¨ªtica. Y Alierta buscaba un pol¨ªtico, un hombre con contactos. Lo mismo que buscaba JP Morgan en Tony Blair, Murdoch en Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, Lazard en Rodrigo Rato.
Zaplana no se ha prodigado mucho en Europa -aunque estuvo en el Comit¨¦ de las Regiones cuando presid¨ªa la Generalitat valenciana-, pero tiene contactos en ese mundo. Las constantes reuniones de ministros de la UE se lo han permitido. Tiene buena relaci¨®n, por ejemplo, con Fran?ois Fillon, primer ministro franc¨¦s, que fue ministro de Trabajo cuando ¨¦l lo era en Espa?a. Y sobre todo tiene muy buenos contactos en Italia, objetivo clave para Telef¨®nica y motivo del fichaje, seg¨²n fuentes de la compa?¨ªa.
"Es el fin de una etapa. Pero nadie puede decir lo que pasar¨¢ dentro de cuatro a?os", declara
All¨ª conoce a Roberto Maroni, de la Liga Norte, ahora ministro del Interior, que antes lo fue de Trabajo. "Zaplana es un tipo al que Berlusconi le va a coger el tel¨¦fono", explican personas del entorno del ex portavoz. Un puesto como el suyo necesita eso, la posibilidad de tener entrada en los despachos del poder europeo. Para lograr hacer lobby a favor de Telef¨®nica, nadie mejor que uno de los pol¨ªticos de raza que, tal vez junto al socialista Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, m¨¢s inter¨¦s pone en mantener contactos a todos los niveles, tambi¨¦n empresariales y period¨ªsticos -es muy amigo de Pedro J. Ram¨ªrez, director de El Mundo-.
Zaplana mantiene adem¨¢s una excelente relaci¨®n con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, un hombre muy vinculado a Berlusconi y a Italia sobre todo a trav¨¦s de los negocios de su yerno, Alejandro Agag, socio de Flavio Briatore, due?o de la escuder¨ªa Renault. Agag aparece con frecuencia en los peri¨®dicos italianos por su vinculaci¨®n a grandes operaciones financieras.
Sin embargo, Telecom Italia, el socio italiano de Telef¨®nica, es un avispero de accionistas enfrentados, con una gesti¨®n p¨¦sima que ha hecho que la empresa espa?ola perdiera la mitad de su inversi¨®n desde que adquiri¨® en mayo del a?o pasado el 6,9% de su capital. Una posible fusi¨®n entre ambas horroriza a C¨¦sar Alierta. Zaplana tendr¨¢ as¨ª poco margen de maniobra.
Nacido en Cartagena hace 52 a?os, lleva 18 en el PP, un partido que no piensa dejar de momento. De hecho, ayer tampoco quiso aclarar si ser¨¢ un abandono definitivo: "Es el fin de una etapa. Pero nadie puede decir lo que pasar¨¢ dentro de cuatro a?os". Abogado especializado en la asesor¨ªa a empresas, pas¨® los 80 en la UCD y despu¨¦s en "movimientos pol¨ªticos liberales", seg¨²n reza su biograf¨ªa en la p¨¢gina web del PP.
Su escalada desde 1990 es paralela a la de Aznar. Todo empez¨® en 1991, cuando gan¨® la alcald¨ªa de Benidorm (Alicante) con la ayuda de una tr¨¢nsfuga del PSOE, Maruja S¨¢nchez, a la que escondi¨® hasta el d¨ªa del pleno. Tanto ella como su marido han estado contratados como asesores pol¨ªticos desde entonces en el Ayuntamiento de Benidorm, a¨²n gobernado por el PP.
Zaplana se hizo con la presidencia del PP en la Comunidad Valenciana en 1993 y dos a?os despu¨¦s gan¨® las elecciones y lleg¨® a la Generalitat. Esa victoria se convirti¨® en mayor¨ªa absoluta en 1999, y forj¨® el actual caladero de votos inamovible que supone la regi¨®n para el PP. Zaplana siempre reivindica, y tambi¨¦n lo hizo ayer en su despedida, haber logrado esa mayor¨ªa absoluta en una tierra supuestamente de izquierdas. Y se queja de los pol¨ªticos de aparato, que nunca se enfrentan al voto.
El ¨¦xito electoral lo llev¨® a Madrid como ministro, pero tambi¨¦n le hizo perder el control en su tierra. Desde la presidencia, Francisco Camps, su sucesor -¨¦l se lo propuso a Aznar, algo de lo que sigue arrepinti¨¦ndose- cort¨® r¨¢pido los intentos de Zaplana por controlar el partido desde Madrid. Ya s¨®lo tiene fieles en Alicante.
Aznar decidi¨® que Zaplana fuera su ministro de Trabajo en julio de 2002. Su antecesor, Juan Carlos Aparicio, se hab¨ªa llevado la ingrata tarea de imponer el llamado decretazo, una reforma laboral que desemboc¨® en una huelga general. Zaplana era entonces la cara amable del Gobierno de Aznar. Un tipo bronceado, elegante y de amplia sonrisa que consigui¨® el acuerdo que los sindicatos le negaron a Aparicio. Gente que ha tenido que lidiar con ¨¦l en pol¨ªtica lo define como un genio de las relaciones p¨²blicas.
Alcalde, diputado auton¨®mico, presidente auton¨®mico y ministro: en 2002 Zaplana ya lo hab¨ªa sido casi todo en pol¨ªtica. Su identificaci¨®n con Aznar, el hombre que lo puso en todos los telediarios, era entonces absoluta. Tanto, que a partir de 2003 asumi¨® tambi¨¦n la tarea de portavoz del Gobierno. Desde ese puesto vivi¨® el momento pol¨ªtico m¨¢s duro de Aznar, y tambi¨¦n de todos sus fieles.
La imagen de Zaplana estar¨¢ marcada por su papel como portavoz del Gobierno durante la crisis del 11-M, los atentados islamistas que, a tres d¨ªas de las elecciones de 2004, traumatizaron al pa¨ªs y precipitaron la derrota del PP por una p¨¦sima gesti¨®n en la que ¨¦l, junto al entonces ministro del Interior, ?ngel Acebes, ser¨ªa la cara m¨¢s visible del desconcierto.
El ex portavoz personaliz¨® durante toda la etapa de la oposici¨®n el ala m¨¢s dura del PP y sobre todo de la teor¨ªa conspirativa del 11-M. ?l reivindica que con la oposici¨®n dura se logr¨® poner al PP, seg¨²n la ¨²ltima encuesta del CIS publicada antes de las elecciones, a un punto y medio del PSOE. Pero no fue suficiente. Su partido perdi¨®, y ahora s¨®lo Rajoy sobrevive a la derrota.
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