El p¨¦ndulo arr¨ªtmico
La historia del Partido Nacionalista Vasco (PNV) escrita por Santiago de Pablo, Ludger Mees y Jos¨¦ Antonio Rodr¨ªguez (Cr¨ªtica, 2 vol., 1999 y 2001) fue titulada El p¨¦ndulo patri¨®tico como met¨¢fora de la oscilaci¨®n entre el pragmatismo autonomista y el radicalismo independentista del movimiento fundado por Sabino Arana. Ni los esfuerzos por mantener el equilibrio entre ambos extremos evitado rupturas, ni el p¨¦ndulo regulador se mueve de forma acompasada. El temor a las crisis internas explica la habitual prudencia de los dirigentes jelkides: la renuncia de Imaz a repetir como presidente del PNV y las cautelas de su sucesor, I?igo Urkullu, obedecen a esa causa.
El pragmatismo autonomista de la Comuni¨®n Nacionalista Vasca (nombre adoptado por el PNV en 1916) sufri¨® en 1921 la escisi¨®n independentista del grupo Aberri. Reunificado en 1930 bajo su antigua denominaci¨®n, el PNV fue desafiado durante la Rep¨²blica por el radicalismo de Jagi-Jagi. La creaci¨®n de ETA (desgajada de EGI, las juventudes del PNV) en el franquismo dej¨® a la democracia como pesada herencia una base electoral del nacionalismo violento en torno al 10% del censo.
El temor a la crisis interna explica la prudencia de Imaz y Urkullu
Las motivaciones ¨²ltimas de la escisi¨®n en 1986 de Eusko Alkartasuna (EA), fruto de la dimisi¨®n en 1984 como lehendakari de Carlos Garaikoetxea, remiten al ¨¢mbito de las luchas por el poder; sin embargo, los celos personales del entonces presidente del PNV, Xabier Arzalluz, y los conflictos de la poderosa organizaci¨®n vizca¨ªna con las agrupaciones de Navarra y Guip¨²zcoa fueron acompa?ados por los ecos doctrinarios de las viejas pol¨¦micas entre autonomistas moderados e independentistas radicales. Las consecuencias electorales a corto plazo fueron desastrosas: en las auton¨®micas de 1986 el PNV perdi¨® el 40% de los 450.000 sufragios cosechados en 1984.
El traum¨¢tico recuerdo de esas escisiones anima la voluntad de impedir la reincidencia y alimenta el ensue?o de una reunificaci¨®n nacionalista. El vergonzoso acuerdo secreto del PNV y de EA con ETA en el verano de 1998 y el Pacto de Estella inmediatamente posterior fueron el primer paso en el ilusorio camino hacia la reconciliaci¨®n de la familia nacionalista. La vuelta a la actividad criminal de ETA quebr¨® pronto esa candorosa ilusi¨®n. Tras sustituir en 1998 como lehendakari a Jos¨¦ Antonio Ardanza, presidente de un Gobierno de coalici¨®n con el PSOE durante casi 12 a?os, Ibarretxe se ha convertido en el depositario del compromiso milenarista con una Euskal Herria independiente formada por el Pa¨ªs Vasco, Navarra y los territorios ultrapirenaicos franceses. Los votos nacionalistas radicales prestados a Ibarretxe en el Parlamento de Vitoria, primero por Batasuna para la aprobaci¨®n del proyecto de nuevo Estatuto en diciembre de 2004, y despu¨¦s por EHAK -una segunda marca del brazo pol¨ªtico de ETA- en mayo de 2005 para investirle otra vez lehendakari, convirtieron al PNV en deudor de su apoyo. La convocatoria anunciada por Ibarretxe el pasado septiembre para la celebraci¨®n el pr¨®ximo 25 de octubre de un refer¨¦ndum/consulta de autodeterminaci¨®n -aprobado antes por el Parlamento de Vitoria con el inevitable apoyo de la segunda marca de Batasuna- confirma esa unidad de prop¨®sito soberanista.
Si la generosa renuncia de Imaz a presentarse a la reelecci¨®n como presidente del PNV fue un s¨ªntoma de que las tensiones dentro del partido se hallaban al borde de la ruptura, el alineamiento de Joseba Egibar con el radicalismo independentista -el presidente del PNV en Guip¨²zcoa es un firme sost¨¦n de Ibarretxe- deja poco espacio a las f¨®rmulas conciliatorias de Urkullu. Tras el asesinato de Isa¨ªas Carrasco, la inicial oposici¨®n de Egibar a las "mociones de censura ¨¦ticas" presentadas por el PSE y el PNV contra 16 ayuntamientos controlados por ANV con mayor¨ªa simple (han fracasado ya la interpuestas en Mondrag¨®n, Hernani y Bergara) fue una provocaci¨®n.
Pero las cr¨ªticas lanzadas contra el refer¨¦ndum/consulta de Ibarretxe por el diputado general de Vizcaya, Jos¨¦ Luis Bilbao, y el alcalde Bilbao, I?aki Azkuna, indican que la paciencia de los moderados est¨¢ a punto de colmarse. A¨²n mayor es la irritaci¨®n de los votantes: el 9-M, los socialistas lograron el 38% de los votos, un porcentaje superior a la suma de PNV (27%), EA (4,5%) y EB (4,5%), los tres socios del Gobierno de Vitoria.
El obstruccionismo o la abstenci¨®n de EA y EB ante las "mociones ¨¦ticas" contra ANV han terminado por arruinar las posibilidades de ¨¦xito de esa iniciativa conjunta -en s¨ª misma extra?a y escasamente viable- del PNV y del PSOE. Las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas -en octubre de 2008, caso de adelanto, o en la primavera de 2009- tal vez permitieran al PNV prescindir de unos aliados tan volubles y desleales como son EA y EB; ese viraje, sin embargo, dif¨ªcilmente llegar¨ªa a producirse si Ibarretxe continuase siendo el candidato a lehendakari del PNV y ganase las elecciones.
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