Los guiris copan las playas
El puente y el buen tiempo espolean el arranque de la temporada tur¨ªstica
Barcelona comenz¨® el puente de mayo colapsada por mapas desplegables. "Me voy a cambiar a gu¨ªa tur¨ªstico", bromeaba un guardia urbano en la plaza de Catalunya. "Hoy no he hecho m¨¢s que ayudar a extranjeros desorientados". Los barceloneses dejaron la ciudad para un retiro de cuatro d¨ªas pero el centro estaba m¨¢s lleno que nunca. Aceras cargadas de peatones, autobuses repletos y hombres con prisas apostados en los sem¨¢foros. "Tenemos tanto que ver", explicaba a medio trote John, ingl¨¦s de 43 a?os dispuesto a escrutar la ciudad en tres d¨ªas. "No sab¨ªa por d¨®nde empezar. As¨ª que andar¨¦ todo el d¨ªa, sin pausa", resolvi¨®.
Mayo inaugura el periodo tur¨ªstico de Barcelona, que se prolonga hasta noviembre. Los 25 grados que caldearon la ciudad alentaron el arranque de la temporada: de aqu¨ª al domingo, 170.000 turistas -seg¨²n fuentes municipales- recorrer¨¢n Barcelona en sandalias. Unos 30.000 de ellos llegaron en siete cruceros.
Muchos se concentraron en el litoral barcelon¨¦s, donde Hami Klais se despojaba de los calcetines y la incredulidad. "Ayer iba con dos jers¨¦is debajo del abrigo", insist¨ªa este finland¨¦s de 43 a?os. "Impensable que hoy estar¨ªa as¨ª", dijo antes de zambullirse en una playa abarrotada de guiris tumbados al sol. La loci¨®n solar se husmeaba desde la orilla de la playa de Llevant hasta la de Sant Sebasti¨¤, m¨¢s all¨¢ de la Barceloneta. All¨ª los restaurantes no dieron abasto. "He dicho que no a unos 200 turistas", lamentaba Marc Cid, responsable de un local elogiado en numerosas gu¨ªas gastron¨®micas. "Ojal¨¢ no saliera ah¨ª", dijo burl¨®n. Fuera, pasadas las cuatro de la tarde, la hilera de comensales que aguardaban mesa segu¨ªa creciendo.
La recaudaci¨®n de los restaurantes multiplic¨® por cuatro la de un d¨ªa normal, mientras los hoteles c¨¦ntricos rozaron la plena ocupaci¨®n. "?Y que dure! 10 a?os atr¨¢s, este puente dejaba Barcelona hecha un fantasma. Y ahora genera una actividad econ¨®mica esencial", razon¨® Gaiet¨¤ Farras, presidente del gremio de restauraci¨®n de Barcelona.
Se notaba en el paseo de Gr¨¤cia, convertido en una concentraci¨®n de gu¨ªas tur¨ªsticas abiertas por la p¨¢gina 73: la correspondiente a la casa Batll¨®. "Incre¨ªble. M¨¢s gente que el a?o anterior. Pero mucha m¨¢s", contaba aturdido Asali, harto de rasgar boletos de acceso al edificio desde las nueve de la ma?ana. El tumulto se concentr¨® tambi¨¦n dos calles m¨¢s arriba, junto a la Pedrera, donde las colas llegaron a los 200 metros. "Los turistas nos invaden", brome¨® Ismael Pernas, coordinador tur¨ªstico de la Sagrada Familia. "Han llegado hoy, de golpe, y no damos abasto". Algunos tardaron una hora para acceder al recinto y dos para subir a las torres. Las colas doblaron hasta tres esquinas y los ¨¢nimos de algunos visitantes. Aurelio Basso, toscano de 32 a?os, protestaba por el exceso de turistas. "Demasiada gente", se quej¨®. Ismael le recomend¨® volver al d¨ªa siguiente, pero Aurelio, turista avezado, no se dej¨® enga?ar. "Ma?ana seguir¨¢n aqu¨ª".
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