Moralismo familiar

Cuenta una leyenda urbana disfrazada de estad¨ªstica sociol¨®gica que durante el a?o posterior al estreno de Atracci¨®n fatal (Adrian Lyne, 1987), el porcentaje de maridos que confesaban haber tenido alguna relaci¨®n ad¨²ltera hab¨ªa bajado de forma tan religiosamente loable como humanamente desproporcionada. ?La raz¨®n? Los hombres se hab¨ªan cagado de miedo ante la posibilidad de toparse con una demente vengadora como el personaje que interpretaba Glenn Close y prefer¨ªan malo conocido que bueno por conocer. Estrenada durante el segundo mandato del presidente Ronald Reagan, Atracci¨®n fatal fue relacionada por diversos cronistas con la pol¨ªtica del mandatario republicano, cristiano amante de los valores tradicionales de la familia.

Casualidad o no, en la fase final del mandato del presidente George W. Bush llega Chantaje, thriller del mont¨®n que saca la cabeza sobre sus compa?eros de viaje por el inconfundible tufo moralista que posee su trama general y, sobre todo, buena parte de sus di¨¢logos. A la manera de El club de los negocios raros, que el insigne G. K. Chesterton compuso para divertimento de ociosos la pel¨ªcula dirigida por Mike Barker se basa en un continuo juego psicol¨®gico ejercido por un perro de presa sobre un personaje que desconoce incluso las reglas de la contienda; es decir, con un punto de partida semejante a la tambi¨¦n moralista (aunque infinitamente m¨¢s eficaz y espeluznante) The game (David Fincher, 1997). Sin embargo, el supuestamente malsano control ejercido por el personaje que interpreta Pierce Brosnan sobre el marido intachable, triunfador y honesto al que interpreta Gerard Butler, no es m¨¢s que fuego de artificio. As¨ª, la pel¨ªcula se convierte en una especie de gincana criminal sin sustancia en la que Butler y su guapa esposa (Maria Bello) parecen mucho m¨¢s idiotas de lo que deber¨ªan seg¨²n su formaci¨®n intelectual.

Pautas

Como contrapunto cr¨ªtico, el gui¨®n escrito por el desconocido William Morrisey deja apuntadas una serie de pautas muy utilizadas en el cine americano para desmitificar la impecable fachada de ciertas familias de aire triunfador que guardan m¨¢s de un cad¨¢ver en el armario. Aunque lo peor para la pel¨ªcula es que Barker, el director, subraye las contradicciones desde el inicio: primero, con un casting m¨¢s que discutible; y segundo, por una planificaci¨®n tan consciente de que hay que explicarle absolutamente todo al respetable que acaba con cualquier capacidad de sorpresa. De modo que, cuando por fin se alcanza el desenlace, parece inevitable que el malvado de turno aclare lo sucedido con pelos y se?ales, y el director lo remarque a trav¨¦s de flash-backs visuales para espectadores poco avezados o somnolientos.