La marginaci¨®n femenina en la cultura
Desde hace a?os hay m¨¢s licenciadas universitarias que licenciados, y, sin embargo, ni siquiera en los campos m¨¢s feminizados, como la literatura, nos acercamos ni de lejos a un igual protagonismo
Por qu¨¦ hay tan pocas mujeres en el mundo de la cultura? Seg¨²n un estudio que acaba de presentarse, de las pel¨ªculas espa?olas de los ¨²ltimos a?os (2000-2006), s¨®lo un 7% han sido dirigidas por mujeres (F¨¢tima Arranz: Mujeres y hombres en el cine espa?ol).
La lista de los libros m¨¢s vendidos en Espa?a en una semana cualquiera (Abc, 29-3-08) incluye una mujer entre 10 en ficci¨®n y dos en no ficci¨®n: 10% y 20%. De las 43 exposiciones individuales organizadas entre 2002 y 2005 por la Sociedad Estatal para la Acci¨®n Cultural Exterior, s¨®lo dos (5%) llevaban firma femenina (Manifiesto Arco 2005). En los medios de comunicaci¨®n, aunque son mujeres el 46% de los profesionales, s¨®lo ocupan un 24% de los puestos directivos (Informe Anual de la Profesi¨®n Period¨ªstica, 2006). En teatro, de entre los candidatos a los Premios Max de Artes Esc¨¦nicas 2008, las mujeres son minoritarias en casi todas las categor¨ªas, especialmente directores (25%) y autores (19%) (www.projectevaca.com).
El lenguaje nos ense?a much¨ªsimo sobre el valor que la sociedad patriarcal asigna a cada sexo
Una cultura que invisibiliza a las mujeres no perjudica a las poetas o compositoras, sino a todas
Antes del siglo XX, el hecho de que muy pocas mujeres fueran pensadoras o artistas no tiene mayor misterio: no ten¨ªan la educaci¨®n necesaria. Pero son ya varias las generaciones nacidas, o al menos, formadas, en democracia; hay hoy m¨¢s licenciadas universitarias que licenciados; y sin embargo, ni siquiera en los campos m¨¢s feminizados -como la literatura, con d¨¦cadas de mayor¨ªa femenina entre estudiantes y lectores- nos acercamos, ni de lejos, a un igual protagonismo. Llama la atenci¨®n por ejemplo que los premios nacionales creados en 1977 apenas hayan reflejado evoluci¨®n alguna: en sus 10 primeras convocatorias, el Nacional de Ensayo, de Poes¨ªa y de Narrativa sumaron 29 varones galardonados y una mujer (3%); en las 10 ¨²ltimas (1998-2007), 4 mujeres entre 30 (13%).
Nos interesa fijarnos en la cultura porque es ah¨ª donde mejor vemos c¨®mo act¨²a un factor difuso, pero muy poderoso: la ideolog¨ªa patriarcal. Ahora bien: ?c¨®mo identificarla? Ser¨ªa una grosera simplificaci¨®n confundirla con la ideolog¨ªa de derechas. Pero si no se halla -o no s¨®lo- en tal o cual catecismo o programa de partido, ?d¨®nde se formula?
En el lenguaje. El lenguaje nos ense?a much¨ªsimo sobre el valor que la sociedad patriarcal asigna a cada sexo, y que se basa en tres axiomas. Primero: el var¨®n encarna todo el g¨¦nero humano (el hombre), la mujer s¨®lo una parte. Ellos pueden hablar en nombre de todas y todos; ellas s¨®lo se representan a s¨ª mismas. Segundo: el hombre se define como un ser social, cultural (hombre de Estado, hombre de negocios, hombre p¨²blico...), la mujer se identifica con la naturaleza (ser mujer significa menstruar), la sexualidad (mujer p¨²blica) y su relaci¨®n con el var¨®n (mujer=esposa). Tercero: lo masculino es visto como intr¨ªnsecamente positivo (hombre de pelo en pecho, ser todo un hombre...), lo femenino como negativo, como lo atestiguan las numerosas voces peyorativas que se aplican a las mujeres: pend¨®n, arp¨ªa, maruja...
Lo cual se refleja con toda claridad en el discurso dominante. V¨¦ase por ejemplo el titular: Un islamista, su mujer y su hermana mueren en un atentado suicida (El Mundo, 30-4-05): la ideolog¨ªa niega la evidencia (tres personas mataron y murieron por motivos pol¨ªticos) para sustituirla por sus categor¨ªas prefabricadas: el var¨®n se define por su relaci¨®n con instancias abstractas (un islamista), las mujeres, por su relaci¨®n con los varones. En literatura, el campo que conozco mejor -pero estas observaciones son f¨¢cilmente extrapolables-, se habla de "literatura de mujeres", no para oponerla a la "literatura de hombres" (no existe esa etiqueta) sino para distinguirla de la "Literatura" a secas: lo masculino no es visto como masculino, sino como universal, mientras que lo femenino se interpreta como particular. Por eso, obras literarias excelentes son excluidas de los c¨¢nones: al haber sido escritas (y especialmente si son, adem¨¢s, protagonizadas) por mujeres, se ven, inconscientemente, como algo de inter¨¦s puramente sectorial.
Estas consideraciones pueden servirnos tambi¨¦n para aclarar un gran misterio. Si, como hemos visto, la participaci¨®n femenina en la cultura es m¨ªnima (hay lectoras y espectadoras, desde luego, pero en t¨¦rminos relativos muy pocas escritoras, directoras de cine, compositoras...), ?c¨®mo se explica la insistencia de los medios en proclamar, a bombo y platillo, un supuesto triunfo? Citemos algunos titulares, todos de este peri¨®dico aunque podr¨ªan ser de cualquier otro: Los libros son cosa de mujeres. Leen m¨¢s que ellos y dominan el mundo editorial (23-4-00), El cine es de las mujeres. Ellas toman el mando (1-2-04), La revoluci¨®n musical de 2008 es cosa de chicas (8-2-08)... La clave nos la da una vez m¨¢s la ideolog¨ªa patriarcal: si las mujeres son la parte y los hombres el todo, cualquier incremento de una m¨ªnima presencia femenina es visto, no como un avance hacia la normalidad (de la que estamos a¨²n muy lejos, si por tal se entiende el 50%), sino como una anomal¨ªa. Que se espera pasajera, a juzgar por la palabra tan a menudo empleada para definir la nueva situaci¨®n: "moda".
Digan lo que digan los medios, sabemos -cifras en mano- que la presencia femenina entre los agentes culturales sigue siendo muy minoritaria. ?Y c¨®mo, insistimos en preguntarnos, se perpet¨²a esa marginaci¨®n, cuando ya hace tiempo que las facultades de artes y letras son mayoritariamente femeninas? Ve¨¢moslo con un ejemplo al azar: un art¨ªculo sobre la biograf¨ªa como g¨¦nero, publicado en una revista de pensamiento (Letras libres, enero 2008). El texto, por lo dem¨¢s brillante, contiene m¨¢s de 60 nombres. Entre ellos s¨®lo dos femeninos. ?Es que no ha habido en la historia mujeres bi¨®grafas o biografiadas? Si las ha habido, ?es que no han alcanzado la excelencia que las har¨ªa dignas de menci¨®n? Y si no las ha habido, ?por qu¨¦ no las ha habido?... Lo importante no es tanto la respuesta que se d¨¦ a estas preguntas, como el hecho de que el autor del art¨ªculo ni siquiera las plantea. Despu¨¦s de eso, que en el ¨ªndice de la revista en cuesti¨®n encontremos s¨®lo 3 colaboradoras entre 36 (8%) ya no puede ser una sorpresa. Es decir, que la ausencia de mujeres entre los creadores de cultura produce unos contenidos que naturalizan, legitiman, la ausencia de mujeres, y viceversa.
Para romper este c¨ªrculo vicioso, no basta que aumente, durante varias generaciones, el n¨²mero de mujeres con estudios. No basta que cambie la realidad, si la ideolog¨ªa patriarcal no s¨®lo distorsiona nuestra percepci¨®n de lo real, sino que act¨²a sobre la realidad, frenando nuestro avance. As¨ª, las noticias antes citadas sobre un supuesto "dominio" femenino en el campo de la edici¨®n, la m¨²sica o el cine tienen un efecto desmovilizador: cuando exigimos mayor presencia, nos contestan: "Pero ?qu¨¦ m¨¢s quer¨¦is?"...
Si la exclusi¨®n o marginaci¨®n de las mujeres en la cultura afectara solamente a las profesionales de la cultura, estar¨ªamos ante un simple problema gremial. Pero ser¨ªa un grave error verlo en tales t¨¦rminos. Pues una cultura que invisibiliza a las mujeres -o las ridiculiza, o trivializa sus preocupaciones- no perjudica s¨®lo a las poetas o las compositoras, sino a todas. Cuando los pol¨ªticos se preguntan, desesperados, qu¨¦ se puede hacer para frenar la violencia de g¨¦nero, habr¨ªa que sugerirles que no vayan s¨®lo a los juzgados, sino al cine. All¨ª ver¨¢n c¨®mo en las pel¨ªculas dirigidas por hombres -no as¨ª, nunca, en las dirigidas por muje-res-, la violaci¨®n y los malos tratos se presentan con frecuencia en clave de humor (Pilar Aguilar: Mujer, amor y sexo en el cine espa?ol de los 90). ?Se imaginan que alguien hiciera lo mismo respecto al terrorismo?... Este ejemplo deber¨ªa bastarnos para empezar, por fin, a darnos cuenta de que todo el esfuerzo que se est¨¢ realizando en cuanto a malos tratos, igualdad salarial o paridad pol¨ªtica, se arriesga a ser insuficiente -por no decir saboteado- si no nos tomamos en serio la igualdad en la cultura.
Laura Freixas, escritora, es autora de Literatura y mujeres.
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