El maquis en casa
Un anarquista de Os Ancares sobrevivi¨® aislado durante 40 a?os
"Aqu¨ª tengo dos balas", dice Segundo, de 89 a?os, se?alando el om¨®plato izquierdo con una sonrisa. "Me las metieron en el Segre. Luego me dieron 18 duros sin derecho a nada m¨¢s". Segundo, de 89 a?os, es el ¨²nico vecino de San Xo¨¢n de Viladicente, en As Nogais, que conserva el recuerdo inici¨¢tico de Gonzalo Becerra Souto.
"Yo lo ve¨ªa todos los d¨ªas porque viv¨ªamos puerta con puerta", relata, en el camino embostado que conduce al cementerio. "No se gana nada haci¨¦ndole mal a la gente". All¨ª, en el pante¨®n de los Becerra, est¨¢ la l¨¢pida de Gonzalo (1910-1976), "perseguido por sus ideales". El conductor es Ovidio Becerra. Hace un mes que Ovidio, el ¨²ltimo de ocho hermanos, decidi¨® donar la memoria de Gonzalo al proyecto de la Conseller¨ªa de Cultura As v¨ªtimas, os nomes, as voces e os lugares.
Los dos hermanos habilitaron una cueva de dos metros cuadrados
Los investigadores se ocupan de c¨®mo Gonzalo sobrevivi¨® y anot¨® "todo"
Esa memoria, pendiente de analizar, se distingue de las dem¨¢s. Son siete kilos de material diar¨ªstico, entre papel de barba, cuartillas y documentaci¨®n con c¨®digos cifrados de la primera guerrilla. "Era agosto de 1936 porque and¨¢bamos segando", recuerda Ovidio, de 78 a?os. "Mi madre vio a unos falangistas, me grit¨® y pude avisar a Gonzalo y Manuel Antonio. Por la noche empez¨® el laberinto". El caso es que, en vez de echarse al monte, los hermanos politizados de Ovidio decidieron regresar a casa.
A partir de ah¨ª la historia se descuaja. Ovidio emigr¨® a Madrid a mediados de los 50, y consigui¨® fundar una empresa de transportes. Manuel Antonio, que no quiso incorporarse a filas, se le present¨® all¨ª enseguida. "Empez¨® vendiendo aparatos de radio con una partida de nacimiento falsa. Yo creo que era comunista por una corbata con la hoz y el martillo que debi¨® quemar mi madre". Hasta entonces, Manuel hab¨ªa permanecido en la casa paterna con Gonzalo. Los dos hermanos habilitaron una cueva de dos metros cuadrados, ara?ando piedra y tierra, en el lateral donde se almacenaba la paja, ahora reconvertido en ba?o. "Hab¨ªa que entrar de culo para poder salir de cara", resume Ovidio.
?se fue su refugio durante los primeros a?os de la represi¨®n, cuando "algunos disparaban contra las paredes por vicio", o supuestos miembros de la Federaci¨®n de Guerrillas de Le¨®n-Galicia preguntaban por Gonzalo de madrugada. Su padre pag¨® el silencio con la c¨¢rcel. De c¨®mo sobrevivi¨® Gonzalo durante 40 a?os, registrando en papel "absolutamente todo", se ocupan ahora los investigadores. Se sabe que hac¨ªa zocas para los vecinos. Ovidio le tra¨ªa de Madrid papel y novelas del Oeste. "Tambi¨¦n le pagu¨¦ unos cursos por correspondencia que luego me valieron a m¨ª, y una suscripci¨®n al diario Ya, pero no s¨¦ qu¨¦ pasaba que nunca lleg¨® a la parroquia".
"Esto es ¨²nico", dice el historiador Andr¨¦s Dom¨ªnguez, consciente del peso de las vidas ocultas tras una represi¨®n que no admite foto fija. Dom¨ªnguez entrevist¨® a Ovidio para el proyecto As v¨ªtimas..., que antes del verano expondr¨¢ p¨²blicamente el balance de tres a?os de trabajo. "La familia se iba al campo y ¨¦l quedaba all¨ª con las criaturas, como un amo de casa". Dionisio Pereira, entusiasmado tambi¨¦n con el valor de los legajos, considera "muy probable" que hubiese contactado con Abelardo Guti¨¦rrez Alba, m¨ªtico guerrillero anarquista de Cervantes que se uni¨® a Xos¨¦ Castro Veiga, O Piloto, en 1946. "El mismo Abelardo no consigui¨® enlazar con la CNT org¨¢nica hasta 1944", se?ala Pereira. Alejados de sus ¨¢reas de riego, los paisanos anarquistas quedaron cortados, como la propia Federaci¨®n de Guerrillas Le¨®n-Galicia, inicialmente plural y militarizada en 1945 en plena deriva estalinista.
Gonzalo, cantero en Francia y militante de la CNT tras su experiencia bajando carb¨®n de Fabero a Ponferrada, en plena revoluci¨®n de Asturias, no quiso saber nada de la piedad invertida de Franco. "Estoy orgulloso de no tener que se?alar a nadie del pueblo", dice Ovidio, votante de UCD en 1977. Todos sab¨ªan que en San Xo¨¢n de Viladicente hab¨ªa un escondido, que se aparec¨ªa de noche o asustaba a las mujeres que recog¨ªan cerezas.
Al final, Gonzalo sobrevivi¨® a Franco. "Era una perra que ¨¦l ten¨ªa. Est¨¢ al caer, est¨¢ al caer... Medio a?o despu¨¦s cay¨® mi hermano, v¨ªctima del coraz¨®n". A la vista de todos y muy cerca de su casa.
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