Infancia eterna en Ribadeo
La villa en la que Calvo-Sotelo vivi¨® su juventud y que eligi¨® para su descanso le despide en un entierro multitudinario
La muerte de Leopoldo Calvo-Sotelo cogi¨® por sorpresa a Ribadeo (Lugo), la villa en la que vivi¨® su infancia y su adolescencia, y en la que, con una fidelidad extrema, disfrut¨® de su tiempo libre durante los ¨²ltimos 30 a?os. "Pasaba aqu¨ª la mitad del a?o", exagera una mujer en la cola de la capilla ardiente. "Sobre todo desde que arregl¨® la casa de piedra", precisamente en el paseo que lleva su nombre. "Ven¨ªa tanto", tercia otra, "que hasta uno de sus guardaespaldas, Francisco, se cas¨® con una de aqu¨ª. Y otro, uno de los ch¨®feres, se ha echado novia".
Calvo-Sotelo, en Ribadeo, lo era todo. Era el vecino que sal¨ªa con vaqueros y zapatillas, esquivando a la escolta, y cruzaba el pueblo en su vespino rojo hasta la plaza de abastos, donde compraba pescado y nabizas. Aunque por la ma?ana lo primero que hac¨ªa era arrancar el ciclomotor para ir a buscar los pasteles de La Candelaria y los churros de Linares. Calvo-Sotelo era alcalde de honor, hijo adoptivo, miembro predilecto de la Coral Polif¨®nica, patr¨®n mayor honorario de la Cofrad¨ªa de Pescadores... aunque, en realidad, su afici¨®n no fuera la pesca.
El sal¨®n de plenos del Ayuntamiento acogi¨® la capilla ardiente
Calvo-Sotelo era el vecino que cruzaba cada d¨ªa el pueblo en su vespino rojo
Porque a ¨¦l lo que le apasionaba era navegar sin m¨¢s. As¨ª que cuando el Rey le pregunt¨® qu¨¦ marquesado quer¨ªa, ¨¦l no lo dud¨®: "El de la R¨ªa de Ribadeo". Ese brazo de mar que se tiende entre Galicia y Asturias, con el puente de los Santos, que ¨¦l mismo promovi¨®. Aunque aqu¨ª se le agradece incluso m¨¢s la construcci¨®n del hospital y el campo de f¨²tbol "o las multas que nos quitaba a los mariscadores sin carn¨¦", rememora Pepe Santos.
Ah¨ª abajo, en el muelle deportivo, esperaban siempre, y siguen esperando, los barcos del ex presidente. Ese bote de vela latina, su favorito, que ¨¦l aseguraba que no cambiar¨ªa "por ning¨²n yate del mundo". Y el peque?o de remos Poldo o Leopoldito, a bordo del que sal¨ªa todas las ma?anas. Y las dos menorquinas, m¨¢s nuevas, de siete metros: La Marquesa y La Ribanova, que capitaneaba por la tarde, ya con Pilar, su mujer, cruzando hasta Arnao o yendo a buscar los canales que aparecen con la bajamar en la r¨ªa.
Todo esto lo recuerda "el atracador" de Calvo-Sotelo, Julio Lombardero, ex botero del puerto deportivo y amigo del pol¨ªtico. Tanto, que asisti¨® a las bodas de sus hijos. Tanto, que cuando eran ni?os, en el Cant¨®n, se tiraba al suelo y se pon¨ªa muy tieso, con los ojos cerrados y los dientes apretados, para que Leopoldito, el ¨²nico de la panda que ten¨ªa patines, le saltase por encima. Nunca hubo accidentes: "Mi amigo patinaba muy bien".
Entonces, antes de volverse con 14 a?os a Madrid, Calvo-Sotelo y Bustelo viv¨ªa en la "casa grande" del abuelo Ram¨®n, diputado en Cortes. La familia se vino desde la capital porque de aqu¨ª era su madre, Mercedes Bustelo. Y fueron a?os felices, a pesar de todo. Cuando volvieron a irse, Leopoldito ya se hab¨ªa aficionado a la vela. Y todo, porque en su pandilla tambi¨¦n jugaban los Tapiegos, due?os de los barcos que pasaban a la gente entre las dos orillas cuando a¨²n no estaba el puente.
Ayer, Ricardo Tapiego sal¨ªa consternado de la capilla ardiente, instalada en el sal¨®n de plenos del Ayuntamiento de Ribadeo. Dentro, permanec¨ªa la familia casi al completo del ex presidente, y entre sus hijos, mezclado como uno m¨¢s, el hijo de Adolfo Su¨¢rez, Su¨¢rez Illana. El cuerpo lleg¨® de Madrid, v¨ªa Avil¨¦s, con dos horas de retraso. La Banda Sinf¨®nica Municipal toc¨® un fragmento del r¨¦quiem de Mozart, y entre aplausos de los vecinos fue montado el t¨²mulo. El largo viaje machac¨® las flores que lo acompa?aban. Pero aqu¨ª lo esperaban otras.
Entre las autoridades, estuvieron el presidente de la Xunta, Emilio P¨¦rez Touri?o; la consejera de Cultura, ?nxela Bugallo; el delegado del Gobierno en Galicia, Manuel Ameijeiras; y por supuesto, la ministra Mercedes Cabrera, sobrina de Calvo-Sotelo. A 17.30, las campanas de la sencilla iglesia de Santa Mar¨ªa del Campo, al otro lado del parque, empezaron a tocar. Pero no a muerto, sino con alegr¨ªa. En el funeral, desbordado, el obispo de Mondo?edo-Ferrol, Manuel S¨¢nchez Monge, compar¨® el destino del pol¨ªtico con el del protagonista de Vivir, la pel¨ªcula de Kurosawa. Porque los dos tuvieron la "muerte apropiada" de quien ha descubierto el sentido de la vida. En este caso "al servicio de los dem¨¢s".
Ayer hubo otros entierros en este cementerio municipal que va perdiendo las vistas a la r¨ªa a fuerza de nuevas urbanizaciones. Al ex presidente hubo que improvisarle el domingo un sitio cerca de sus padres. Al lado ya era imposible. En esta esquina discreta del cementerio ya no se ve el agua.
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