La sabidur¨ªa de Antela
M¨¢s de 50 a?os despu¨¦s, el agua vuelve a ocupar su espacio natural en la desecada laguna de Antela, en pleno coraz¨®n de A Limia. Esa es la feliz noticia que leo en este peri¨®dico y que da fe de la conjura de la naturaleza contra la barbarie. Fue en 1956, cuando el pensamiento quim¨¦ricamente absurdo, aut¨¢rquico y autoritario del general Franco decidi¨® desecar m¨¢s de 40 kil¨®metros cuadrados de patrimonio acu¨¢tico y ecol¨®gico. Se arrasaba as¨ª una riqueza de flora y fauna que durante siglos hab¨ªa sido respetada e integrada por los sucesivos nativos de la comarca. Integrada, s¨ª. Las vacas nadaban en la laguna.
La estupidez era pretender crear una especie de vergel secano a la castellana, que result¨® definitivamente est¨¦ril para la agricultura al perder la tierra su humedad natural. Parad¨®jicamente, ha sido la acci¨®n depredadora de las graveras de arena la que ha beneficiado el retorno del agua invocado por la terquedad de la naturaleza. La naturaleza es sabia e insistente, e igual que en el imaginario colectivo de la zona pervivi¨® la leyenda de la ciudad de Antioqu¨ªa sumergida en las aguas, el oc¨¦ano de Antela ha sobrevivido camuflado durante medio siglo para resurgir triunfante. No s¨®lo la flora, la fauna y la productividad natural de aquel espacio h¨²medo sucumbieron al capricho del tirano, sin¨® tambi¨¦n un rico patrimonio arquitect¨®nico de puentes que ya no se podr¨¢ recuperar.
Lo que ocurre ahora en la laguna da validez a eso tan et¨¦reo que se da en llamar justicia po¨¦tica
Con todo, la laguna de Antela y su Antioqu¨ªa subacu¨¢tica bien pueden constitu¨ªr una metafora de esta Galicia maltratada por otros y por s¨ª misma. La memoria de la naturaleza y de la gente es inexpugnable y quiero pensar que indestructible por muy contradictoria que sea su sobrevivencia. Pienso en una terapia colectiva de autoestima restropectiva que nos reconcilie con lo mejor de nuestra historia de viejo pa¨ªs de comedores de patatas.
El idioma, por ejemplo, ahora que se quiere levantar la hostilidad social contra su t¨ªmida normalizaci¨®n, pues no dejar de haber ¨¦pica, aventura, abnegaci¨®n y sabidur¨ªa en los cientos de miles de gallegas y gallegos que lo han mantenido vivo a lo largo de siglos y siglos hasta llegar a nosotros como un vers¨¢til y moderno sistema de comunicaci¨®n. Si el idioma sobrevivi¨® a la sordidez de los s¨¦culos escuros ?c¨®mo no va a sobrevivir a esta epidemia de estupidez y apocalipsis medi¨¢tica? Si fueron capaces de protegerlo miles y miles de ciudadanos analfabetos ?c¨®mo no lo vamos a recuperar con leyes, programas de ense?anza y nuevos criterios de ecolog¨ªa ling¨¹¨ªstica?
La emigraci¨®n, otro agujero negro de nuestra memoria colectiva. Es cierto que fue consecuencia de la miseria y de la impotencia para cambiar el propio pa¨ªs, pero no por ello deja tambi¨¦n de haber ¨¦pica y aventura humanas en esos cientos de miles de gentes agr¨ªcolas que conocieron el mar por primera vez para cruzar el Atl¨¢ntico y tener una nueva vida en Am¨¦rica o en los que llenaron los trenes de Europa para ser proletarios industriales en la d¨¦cada de los a?os 60 del siglo pasado.
No hay peor epidemia para la memoria colectiva que el pesimismo hist¨®rico. Lo que ocurre ahora en la laguna de Antela le da validez a eso tan et¨¦reo que se da en llamar "justicia po¨¦tica". El agua de la laguna, igual que as¨ª deber¨ªa ser con nuestra conciencia colectiva y proactiva, se limit¨® a estar ah¨ª. Tercamente. Incluso algo negativo, como la extracci¨®n de arena, ha propiciado su recuperaci¨®n, que ahora debe activar el Goberno gallego.
Enti¨¦ndase mi pasi¨®n por la laguna y por la convicci¨®n de que la mejor Galicia es la Antioqu¨ªa que a¨²n no conocemos y que nos espera y resiste en su obstinaci¨®n h¨²meda, pero es que soy el ¨²nico individuo en el planeta que es padre de la ¨²nica mujer del universo que lleva por nombre Antela. Recuerdo que los naturales de la Limia no entend¨ªan mi decisi¨®n onom¨¢stica. "Non ¨¦ nome de xente", dec¨ªan. Es nombre de esperanza, digo yo.
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