Amistad c¨ªvica
Las sociedades para prosperar, seg¨²n Arist¨®teles, necesitan leyes e instituciones justas, gobernantes prudentes y jueces honestos, pero tambi¨¦n un ingrediente sin el que la vida p¨²blica no funciona con bien: la amistad c¨ªvica.
La amistad c¨ªvica no consiste en que los ciudadanos se vayan de tapas, porque ¨¦stas son cosas que se hacen con los amigos corrientes, con ¨¦sos a los que, seg¨²n el diccionario, se tiene afecto personal desinteresado que se fortalece con el trato. La amistad c¨ªvica ser¨ªa m¨¢s bien la de los ciudadanos de un Estado que, por pertenecer a ¨¦l, saben que han de perseguir metas comunes y por eso existe ya un v¨ªnculo que les une y les lleva a intentar alcanzar esos objetivos, siempre que se respeten las diferencias leg¨ªtimas y no haya agravios comparativos.
En Espa?a parece que si unos dicen "blanco" los otros han de decir "negro"
Cu¨¢les son esas metas comunes es f¨¢cil de aclarar. En el orden global, en que los Estados deber¨ªan estar comprometidos, erradicar el hambre y la pobreza extrema y los restantes Objetivos del Milenio son una orientaci¨®n suficiente. En este sentido, es una buena noticia que Espa?a haya aumentado la ayuda al desarrollo, y no hay sino que progresar al m¨¢ximo. En lo que se refiere al orden interno del Estado, bregar por la educaci¨®n de calidad, la atenci¨®n sanitaria eficiente y buena, el trabajo estable, y por hacer realidad que todos los ciudadanos puedan expresar sus ideas libremente, siempre que no atenten contra la libertad y la vida de otros, son metas suficientes para vincular a las personas en una tarea com¨²n.
Y, sin embargo, no parece que ese v¨ªnculo amistoso exista en nuestro pa¨ªs. Las ¨²ltimas elecciones generales, endurecidas como pocas, han generado la sensaci¨®n de una ciudadan¨ªa enfrentada en la soluci¨®n de cada uno de los problemas comunes, como si para cada tema hubiera dos bandos: si unos dicen "blanco", los otros han de decir "negro". Las razones para cada posici¨®n parecen en principio irrelevantes, porque despu¨¦s ya vienen los "argumentadores" oficiales, que dise?an argumentarios para sostener hasta lo insostenible. Se divide entonces la ciudadan¨ªa en bandos, que parecen ser irreconciliables.
Cuando en realidad es mucho m¨¢s lo que les une que lo que les separa. Cuando no se construye una vida p¨²blica justa desde la enemistad, porque entonces falta la argamasa que une los bloques de los edificios, falta la "mano intangible" de la amistad c¨ªvica. Junto a la mano visible del Estado y la presuntamente invisible del mercado, es necesaria la mano intangible de la amistad entre ciudadanos que se saben artesanos de una vida com¨²n.
Esto no significa abolir la diversidad y generar una sociedad de individuos homog¨¦neos, porque existen diferencias de capacidades, de creencias religiosas, de sensibilidad pol¨ªtica, de tendencia sexual, y tantas otras que componen una "ciudadan¨ªa compleja", y no la ciudadan¨ªa simple, sin atributos, sin carne ni sangre humanas, que no existe m¨¢s que en las mentes totalitarias.
Los grupos que luchan por el reconocimiento de las diferencias son un factor de progreso y, si las sociedades quieren ser justas, han de articular esas diferencias, siempre que sean leg¨ªtimas; una tarea de orfebrer¨ªa, que no tiene ¨¦xito si no hay voluntad de respetarlas desde las distintas partes. Para eso se necesita la amistad c¨ªvica de quien no ve en el otro un enemigo a abatir, sino un igual con el que hay que resolver con justicia los problemas comunes.
Para muestra, un bot¨®n. Hace unos d¨ªas en Zaragoza, en una conferencia, coment¨¦ a un p¨²blico encantador c¨®mo Zaragoza es la primera ciudad grande que visit¨¦ en mi infancia y me dej¨® deslumbrada. Ahora parece, sin embargo, que hay temas tab¨², como el del trasvase del Ebro, porque vengo de la "Espa?a seca". ?No vamos a poder hablar de este asunto y otros, para ver c¨®mo encontramos soluciones conjuntas desde la solidaridad y sin agravios comparativos? ?Es que de pronto no puede haber amistad c¨ªvica entre aragoneses y valencianos por temas que hay que discutir con voluntad de llegar a la soluci¨®n m¨¢s justa y con esp¨ªritu solidario? Una se?ora que hab¨ªa pedido la palabra, empez¨® su pregunta con una frase magistral: "Ante todo -me dijo-, ?bienvenida!". Como en aquellos tebeos de la infancia: "Sin palabras".
Por desgracia, hay gentes que ganan creando discordia. Otras, anestesiadas, a las que importan los problemas s¨®lo cuando les afectan -"ahora vienen a por m¨ª, pero ya es demasiado tarde"-. Otras, cuyas pretensiones leg¨ªtimas no se ven reconocidas, y ¨¦stas son las excluidas. Otras empe?adas en hacer creer que sus pretensiones son las m¨¢s importantes y que nunca se les hace justicia. Son las que utilizan el victimismo como herramienta para convertir sus deseos en prioridades frente a las necesidades de otros. Es lo que ocurre en esos lugares con bonanza econ¨®mica y social, donde no hay ninguna raz¨®n para reprimir a quienes no piensan igual, mucho menos para matar por la independencia. A la hora de reclamar el derecho a la diferencia hay que ponerlo en sus justos t¨¦rminos.
La amistad -dec¨ªa Arist¨®te-les- es lo m¨¢s necesario para la vida; sin amigos nadie querr¨ªa vivir, aunque poseyera todos los dem¨¢s bienes. Y parece -a?ad¨ªa- que es la amistad c¨ªvica la que mantiene unidas a las ciudades.
Adela Cortina es catedr¨¢tica de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad de Valencia.
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