Las ONG y Hacienda

En los ¨²ltimos a?os hemos asistido al nacimiento y la consolidaci¨®n de ONG de toda ¨ªndole, la inmensa mayor¨ªa relacionadas con la atenci¨®n asistencial a colectivos marginados o en riesgo de exclusi¨®n social, dentro y fuera de nuestro pa¨ªs. Yo creo que el papel m¨¢s adecuado a desempe?ar, por este tipo de entidades, ser¨ªa constituirse en herramientas ¨¢giles para la participaci¨®n comunitaria: formulando los problemas sociales y reclamando intervenciones p¨²blicas, efectivas y eficientes, para resolverlos.

Sin embargo, casi todas han acudido sol¨ªcitas a cubrir las necesidades detectadas, asumiendo prestaciones que deber¨ªan ser, en la mayor¨ªa de los casos, servicios p¨²blicos. Se han hecho imprescindibles, saben que la actividad que desarrollan, aunque te¨®ricamente no es lucrativa, s¨ª tiene valor econ¨®mico en el mercado de bienes y servicios; en el a?o 2006 movieron 1.077.814.543 euros. Poco a poco han aumentando su capacidad de influencia, y la de sus poderosos donantes, para movilizar determinados recursos p¨²blicos, y hacerlo de una manera muy concreta, debilitando al Estado social. Convencidos, sin ninguna prueba, de que su gesti¨®n es m¨¢s rentable que el servicio p¨²blico al que sustituyen.

Necesitan financiaci¨®n, la obtienen de las formas m¨¢s diversas, un 41,5% del ¨¢mbito privado, un 38,4% del sector p¨²blico y un 20,1% de origen indeterminado. Nos piden que se?alemos su casilla en la declaraci¨®n de la renta, porque ellos son los nuevos gestores profesionales de la caridad, y no la Iglesia cat¨®lica.

Dado el estado de cosas, las administraciones deber¨ªan reclamar criterios reales de transparencia y democracia interna, as¨ª como evidenciar el car¨¢cter no lucrativo de estas organizaciones, porque est¨¢ comprobado que la "bondad" cansa.