Un pa¨ªs en ruinas, pero rico en gas y opio
Cientos de birmanos hacen cola a diario frente a las oficinas de pasaportes de Yangon con la esperanza de encontrar un trabajo en el extranjero. Su objetivo es huir de uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo, cuya econom¨ªa est¨¢ en la ruina por la gesti¨®n de los militares. Pero el r¨¦gimen de Myanmar, rico en recursos naturales y segundo productor de opio tras Afganist¨¢n, no deja salir a casi nadie.
La crisis econ¨®mica -la inflaci¨®n anual supera el 35%- es un tema tab¨² para el Gobierno, que ha sido acusado de quedarse con el dinero de los birmanos en lugar de invertirlo en el pa¨ªs. Uno de cada nueve ciudadanos vive con un d¨®lar al d¨ªa, pese a que Myanmar tiene abundantes reservas de gas y madera de teca. En los ¨²ltimos a?os, ha aumentado las relaciones comerciales con pa¨ªses de la regi¨®n, como China, que han compensado en parte las sanciones econ¨®micas que mantienen Estados Unidos y la UE contra la dictadura.
Los consumidores birmanos llevaban un a?o sufriendo la escalada del precio del arroz (un 50% en 12 meses en Myanmar), mientras los productores, que destinan un 60% de la tierra a este producto, pensaban hacer su agosto vendi¨¦ndolo a precio de oro en el exterior. El cicl¨®n ha arrasado con toda la cosecha.
Los intentos liberalizadores del Gobierno, puestos en marcha en los noventa, no han servido de nada. Las infraestructuras del transporte son del siglo pasado. Uno de cada tres ni?os padece malnutrici¨®n y, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, Myanmar tiene el segundo peor sistema sanitario del mundo.
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