Los mejores y peores d¨ªas de Am¨¦rica Latina
El continente latinoamericano vive una gran contradicci¨®n: tiene unas importantes tasas de crecimiento econ¨®mico y a la vez est¨¢ m¨¢s enfrascado que nunca en conflictos sociales, pol¨ªticos y diplom¨¢ticos
La regi¨®n latinoamericana se encuentra hoy en uno de sus mejores y peores momentos. De esta contradicci¨®n se desprende la grave divisi¨®n y la creciente crisis pol¨ªtica que la agobian.
El mejor momento: hace por lo menos tres decenios que las econom¨ªas iberoamericanas no alcanzaban las tasas de crecimiento de los ¨²ltimos cinco a?os. Gracias a pol¨ªticas "macro" sensatas, y tambi¨¦n, por supuesto, a los elevad¨ªsimos precios de los commodities -cobre, hierro, soja, petr¨®leo...- la expansi¨®n econ¨®mica ha sido larga, sin inflaci¨®n ni desequilibrios externos, hasta ahora. Todo esto ha generado una reducci¨®n innegable de la pobreza, una peque?a pero alentadora merma a la desigualdad, y, sobre todo, una expansi¨®n notable de la clase media baja hasta en pa¨ªses como M¨¦xico y Brasil.
Am¨¦rica Latina est¨¢ hoy escindida entre democracias liberales y estatistas
Colombia es el centro de la batalla entre las diferentes visiones pol¨ªticas del continente
En lo pol¨ªtico, la evoluci¨®n ha sido igualmente positiva. Las transiciones a la democracia de los a?os ochenta han resultado ser duraderas y profundas. Con la excepci¨®n del r¨¦gimen de Cuba y de las FARC en Colombia, todos los actores pol¨ªticos de la regi¨®n compiten por el poder v¨ªa las urnas: incluso Hugo Ch¨¢vez acepta sus derrotas en las mismas. El respeto a los derechos humanos, imperfecto por supuesto, es mayor que nunca, y la eficacia y repercusi¨®n de las denuncias a sus violaciones tambi¨¦n. Am¨¦rica Latina importa menos en el mundo, porque genera menos problemas; su vitalidad cultural se encuentra intacta, m¨¢s extendida y menos espectacular.
?Por qu¨¦ entonces el subcontinente se encuentra enfrascado en m¨¢s conflictos diplom¨¢ticos, pol¨ªticos, sociales y de delincuencia que en cualquier otro momento de la historia reciente? En efecto, de sur a norte, atestiguamos una extrema polarizaci¨®n pol¨ªtica en M¨¦xico, que ha paralizado c¨¢maras legislativas y arterias de la capital; el diferendo antiguo pero agudizado, entre Nicaragua y Colombia por la isla de San Andr¨¦s y los l¨ªmites marinos (ya presentado ante la Corte Internacional de Justicia -CIJ-); el que impera con una creciente animosidad entre Venezuela y Colombia, en todos los ¨¢mbitos; el pleito fronterizo, personal y militar entre Colombia y Ecuador; el conflicto armado en Colombia sigue cobrando vidas a gran escala; el inminente cierre de las chavistas Casas del Alba en Per¨²; el litigio de l¨ªmites marinos entre Per¨² y Chile (tambi¨¦n ya ante la CIJ); la extrema tensi¨®n, a causa de varios referendos, entre las provincias orientales de Bolivia y el Altiplano, y las divergencias sobre suministro de energ¨ªa entre ese pa¨ªs, Argentina y Brasil, sin omitir, desde luego, el diferendo ancestral entre Chile y Bolivia sobre el acceso al mar. Si agregamos el reciente paro del campo en Argentina, la reacci¨®n feroz de los cripto-piqueteros kirchneristas (Luis d'El¨ªa: "Lo ¨²nico que me mueve es el odio contra la puta oligarqu¨ªa... Tengo un odio visceral contra los blancos del Barrio Norte") y el aquelarre incomprensible (tambi¨¦n llevado a la CIJ) entre Uruguay y Argentina por la papelera en la Rep¨²blica Oriental y el cierre fronterizo en Gualeyguachu, comprobamos una retah¨ªla ins¨®lita de l¨ªos. ?A qu¨¦ se debe?
Se antojan m¨²ltiples factores explicativos. Podemos, sin embargo, centrarnos en uno, que, sin ser suficiente, es necesario y primordial. Am¨¦rica Latina se encuentra hoy escindida en dos bandos: uno, el que bajo la afinidad con o f¨¦rula de -seg¨²n la ¨®ptica- el llamado Consenso de Washington, sigue el camino de la democracia representativa -con todos sus bemoles- de la econom¨ªa de mercado y la globalizaci¨®n -con sus insuficiencias irrefutables-, de relaciones cordiales, aunque no desprovistas de desacuerdos, con Estados Unidos, y que incluye a M¨¦xico, Rep¨²blica Dominicana, Costa Rica y Panam¨¢, Colombia, Per¨², Chile, Uruguay y Brasil; y otro, del proverbial "eje del bien" (o "del mal", de nuevo seg¨²n la ¨®ptica), estatista, globalif¨®bico, preso de tentaciones autoritarias y/o de democracia "participativa", antiamericano y convencido de que "otro mundo es posible", regenteado por La Habana y Ch¨¢vez (ya que la supervivencia del segundo representa un asunto de vida o muerte para el Gobierno isle?o), y con antenas importantes, dentro y fuera del poder, en M¨¦xico (L¨®pez Obrador y el PRD), El Salvador (el FMLN), Nicaragua, Colombia (las FARC y parte del Polo Democr¨¢tico), Ecuador, Bolivia, Argentina, y ahora, muy probablemente Paraguay. Ninguno de los dos bandos es qu¨ªmicamente puro: abundan fuerzas del primero en el seno del segundo, y muchos gobiernos de ese primer grupo se ven asediados por fuerzas financiadas y organizadas, por gobiernos del segundo. M¨¢s a¨²n, algunos pa¨ªses, sobre todo la Argentina y en menor medida Guatemala, oscilan entre un bando y otro.
Existe, sin embargo, una asimetr¨ªa fundamental entre ambos bandos. Los partidarios y adeptos de la ortodoxia macroecon¨®mica, de la democracia antes llamada burguesa y del entendimiento con Washington, incluso gobernado por Bush, son timoratos, introvertidos y cautelosos al extremo; no fue ninguna casualidad que quien le espetara a Ch¨¢vez "?Por qu¨¦ no te callas!", fue Juan Carlos I, no Calder¨®n, ni Uribe, Garc¨ªa, Bachelet, V¨¢zquez, o Lula. Mientras que el otro lado posee, desde a?os atr¨¢s, una estrategia, y de manera mucho m¨¢s reciente, los medios para ponerla en pr¨¢ctica. He aqu¨ª el quid del asunto.
El conglomerado en cuesti¨®n hoy cuenta con la capacidad de realizar el a?ejo sue?o del Che Guevara: no "uno, dos, muchos Vietnams", sino uno, dos muchos Venezuelas, en el sentido de conquistar el poder v¨ªa las urnas, de conservarlo, transformarlo y concentrarlo v¨ªa la modificaci¨®n constitucional y la creaci¨®n de milicias armadas y partidos monol¨ªticos, todo ello financiado por el petrolero de PDVSA, defendido y promovido por cuadros de seguridad cubanos, alentado por pol¨ªticas sociales a largo plazo equivocadas pero a corto plazo seductoras, llevadas al terreno por m¨¦dicos, maestros e instructores cubanos, respaldados, en la teor¨ªa y cada vez m¨¢s en la pr¨¢ctica, por las armas rusas suministradas a Caracas.
M¨¢s que nada, este bando cuenta con una narrativa convincente. Ante la persistencia de la pobreza y la desigualdad, la recurrente agresi¨®n y/o descuido norteamericanos, la mezquindad del empresariado y la corrupci¨®n e incompetencia de los gobiernos anteriores, la alternativa bolivariana aparece como so?ada. Se entregan servicios de educaci¨®n y salud a los m¨¢s pobres a trav¨¦s de las llamadas misiones y de los cuadros cubanos; se obtienen fondos para pagarlos ya sea nacionalizando empresas de recursos naturales (Venezuela, Bolivia), ya sea cobrando rentas o impuestos m¨¢s elevados por servicios o exportaciones (Ecuador, con la telefon¨ªa y el petr¨®leo; Paraguay, con la electricidad). Se imponen -amenaza de expropiaci¨®n me-diante- reducciones de precios de productos de consumo popular (cemento, varilla, harina, pan, bebidas, etc¨¦tera). Es decir, la narrativa ofrece un diagn¨®stico intolerable y propone una soluci¨®n alcanzable. Dentro de su simplismo, pero en democracia (a diferencia de la ¨¦poca del Che y de las guerrillas urbi et orbi en Am¨¦rica Latina) y con acceso a medios, partidos, y sindicatos, el mensaje funciona. Es falso, pero veros¨ªmil y asimilable. Al otro bando, aun si poseyera un discurso equivalente, le aterra pronunciarlo.
En este esquema, la joya de la corona es Colombia. Los cubanos son demasiado inteligentes para creer que pa¨ªses como M¨¦xico o Brasil puedan caber dentro del Plan Estrat¨¦gico de las FARC en las famosas computadoras; se dan por bien servidos con que Calder¨®n y Lula sean sus amigos o c¨®mplices, no en sustituirlos con aliados incondicionales (izquierda del PT, L¨®pez Obrador). Argentina y Per¨² son objetos codiciados, pero en ninguno de los dos casos disponen de quintas columnas fieles y poderosas. Pero en Colombia, a pesar de la supuesta distancia de las FARC con La Habana y de la reticencia de parte del Polo Democr¨¢tico de ser correa de transmisi¨®n de Ch¨¢vez, cuentan con la ausencia de un sucesor viable de Uribe, para transformar la elecci¨®n de 2010 en un hito. Por eso, todo va encaminado a Colombia: las negociaciones para liberar a los rehenes, el apoyo y b¨²squeda de reconocimiento para las FARC, la promoci¨®n internacional de figuras como Piedad C¨®rdoba, las negociaciones entre Uribe y el ELN en Cuba.
En los meses que vienen, veremos c¨®mo esta estrategia se despliega, con reveses y aciertos, llenando el vac¨ªo dejado por el otro bando. Y comprobaremos, por desgracia, c¨®mo los conflictos de la regi¨®n, proliferar¨¢n y se acentuar¨¢n. Y c¨®mo, por ¨²ltimo, estos mejores d¨ªas de Am¨¦rica pueden r¨¢pidamente virar en una nueva debacle, si no se hace nada para evitarlo.
Jorge Casta?eda fue secretario de Relaciones Exteriores de M¨¦xico y es profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Nueva York.
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