Atrapados entre el paro y un retorno no deseado
Los inmigrantes empiezan a perder empleos en pleno proceso de reagrupamiento familiar - Regresar supone un fracaso y desarraigar de nuevo a unos hijos que empiezan a integrarse
En todo proyecto migratorio se suelen dar, con cientos de matices, tres fases: salida del pa¨ªs de origen, vinculaci¨®n con el mismo y retorno, bien peri¨®dico o definitivo. La ¨²nica experiencia que Espa?a tiene en esta ¨²ltima fase es la que vivieron los emigrantes que tuvieron que salir del pa¨ªs como consecuencia de la guerra y de la dictadura. Por eso ahora todo el mundo est¨¢ expectante por ver qu¨¦ ocurrir¨¢ con la poblaci¨®n inmigrante, la m¨¢s afectada por la crisis econ¨®mica. ?Se va a producir un retorno en masa de este colectivo? ?Han saltado las alarmas antes de tiempo? ?Qu¨¦ implica para una persona volver a su pa¨ªs de origen?
Marlene, una ecuatoriana de 47 a?os, es el fiel reflejo de que los procesos migratorios no son una ciencia matem¨¢tica. Vino a Espa?a, como tantos otros, por probar, con las facilidades de entrada que no le daba Estados Unidos, el pa¨ªs donde siempre ha querido vivir. En uno o dos a?os regresar¨ªa a Loja, su ciudad natal, con la maleta a rebosar de experiencias. Con la satisfacci¨®n del emprendedor que logra su objetivo. Y as¨ª fue. Volvi¨®, para traerse a su hijo de tres a?os. Ecuador no le daba ninguna garant¨ªa entonces. Ya regresar¨ªa.
Han pasado 12 a?os, pero Marlene sigue pensando en retornar. "Yo, como persona, ya no estoy haciendo nada. Siento c¨®mo poco a poco la vida me consume", dice sentada en un banco de un parque madrile?o, con la mirada perdida en un horizonte que no acaba de atisbar. ?Por qu¨¦ no se vuelve entonces? "Mi hijo est¨¢ completamente adaptado a Espa?a, quiero que sea mayor de edad -ahora tiene 15 a?os- y que decida qu¨¦ le conviene. No quiero arrastrarle conmigo y partirle su vida de repente".
Hay un factor m¨¢s que Marlene trata de ocultar, pero que es incapaz de negar cuando se le pregunta por ¨¦l. ?Supone un fracaso regresar a tu pa¨ªs? "Implica volver a empezar de cero. Con el tiempo, la sensaci¨®n de que he perdido unos a?os de mi vida aumenta; ?qu¨¦ puedo hacer yo ahora en Ecuador?", se pregunta. Acto seguido, suspira y, siempre sin mirar a los ojos, a?ade: "Pero all¨¢ tengo a mi familia, volver a verlos ser¨ªa un alivio".
Esa especie de Dr. Jeckyll y Mr. Hyde suele asaltar al migrante cuando se da de bruces con la realidad y comprueba que el regreso id¨ªlico que hab¨ªa so?ado al acabarse un ciclo no se cumple. La inmigraci¨®n entiende poco de utop¨ªas. De ah¨ª que sea dif¨ªcil, pr¨¢cticamente imposible, responder de forma concreta qu¨¦ implica el regreso para un inmigrante: cada persona es un mundo.
"Lo que no hay que olvidar es que todo aquel que sale de su pa¨ªs, tarde o temprano, salvo excepciones, tiene en mente regresar", explica Mar¨ªa Guti¨¦rrez, una de las responsables del ¨¢rea jur¨ªdica de la ONG Rescate, una de las siete organizaciones que gestiona el programa de retorno voluntario de inmigrantes financiado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales -ahora pasar¨¢ a estarlo por la nueva cartera de Inmigraci¨®n-, y que desde el a?o 2003 ha facilitado el regreso a casi 3.700 personas, una cifra que muy pocos se atreven a calificar de exitosa.
"El retorno tiene que verse como una opci¨®n. Que suponga un porcentaje peque?o no quiere decir que sea una cantidad a infravalorar", matiza Carmen Pe?alva, jefa de la Oficina en Espa?a de la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones (OIM), que ha tramitado en los ¨²ltimos cuatro a?os la vuelta a casa de 2.795 personas.
Aquel que quiera participar en este programa deber¨¢ superar una serie de requisitos m¨ªnimos: no tener recursos econ¨®micos para volver por sus medios; haber residido en Espa?a al menos seis meses; una valoraci¨®n de los servicios sociales del Ayuntamiento en el que se resida o de una ONG especializada, y presentar por escrito una declaraci¨®n de voluntariedad del interesado. A partir de entonces, las organizaciones valorar¨¢n cada caso.
Que el retorno de migrantes no es algo nuevo lo atestigua que ambas organizaciones llevan trabajando desde hace muchos a?os. Ven¨ªan pidiendo a gritos que la Administraci¨®n emprendiese programas como ¨¦ste para ayudar a la gente que no le ha ido bien. Nacieron, pues, como una herramienta m¨¢s de los servicios sociales. Y est¨¢n a la espera de una evoluci¨®n que, seg¨²n ambas organizaciones, "es necesaria", puesto que el actual programa es m¨¢s humanitario que asistencial.
La promesa que lanz¨® el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, durante el pasado debate de investidura de que facilitar¨ªa el retorno voluntario de los inmigrantes, bien concediendo microcr¨¦ditos o pag¨¢ndoles el subsidio del paro de golpe y porrazo, ha pillado de sorpresa a las organizaciones, que no ten¨ªan ni idea de esta medida. Al menos ha conseguido que todo el mundo est¨¦ expectante por comprobar si se trata de una pol¨ªtica de Estado, de Gobierno o una mera improvisaci¨®n.
Uno de los grandes problemas que se encuentra una persona cuando quiere regresar a su pa¨ªs de origen es la cantidad de dinero que ha de desembolsar, y que en algunos casos supone gastarse todo lo ahorrado: billete de avi¨®n -si es una familia entera, el precio es desorbitado-, gastos de reinstalaci¨®n...
"El programa actual pide a gritos que se le a?ada un acompa?amiento final; ahora mismo su enfoque hace que sea residual, hay que vincular el retorno a la idea de que no supone un fracaso, sino una opci¨®n m¨¢s", recalca Juan Carlos Roiz, presidente de la asociaci¨®n Am¨¦rica Espa?a Solidaridad y Cooperaci¨®n (AESCO). Su organizaci¨®n trabaja con la OIM, tanto de Espa?a como con la de Inglaterra. Con esta ¨²ltima ha conseguido acuerdos con cerca de un centenar de empresas en los pa¨ªses de origen: del sector servicios, panader¨ªas, joyer¨ªas, etc¨¦tera.
Es inevitable relacionar las ayudas prometidas por Zapatero con la crisis econ¨®mica que se vive a escala mundial. ?Realmente un mayor n¨²mero de parados extranjeros propiciar¨¢ un retorno masivo de inmigrantes? Hasta el momento no hay apenas datos disponibles, aunque los expertos consultados no creen que ambas circunstancias vayan de la mano.
Actualmente hay 504.000 parados extranjeros, 97.000 m¨¢s que hace tres meses, seg¨²n los ¨²ltimos datos de la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA). "La tendencia es que aumentar¨¢ el n¨²mero de inmigrantes sin empleo, especialmente los que trabajan en la construcci¨®n y en la agricultura, aunque este ¨²ltimo sector fluct¨²a constantemente", explica Miguel Pajares, del Grupo de Investigaciones sobre Exclusi¨®n y Control Social de la Universidad de Barcelona, que est¨¢ preparando el informe Inmigraci¨®n y mercado de trabajo, para el Ministerio de Inmigraci¨®n.
El propio Pajares puntualiza que ese an¨¢lisis no tiene que llevar a ninguna conclusi¨®n precipitada. "Hay que ver cu¨¢ntas personas son reciclables en otros sectores distintos de la construcci¨®n; no hay que olvidar que los inmigrantes tienen mucha capacidad de movimiento", una opini¨®n que qued¨® contrastada hace apenas dos semanas con unos datos publicados por el Ministerio de Trabajo, seg¨²n los cuales la hosteler¨ªa hab¨ªa sido capaz de equilibrar el descenso registrado en la afiliaci¨®n de trabajadores extranjeros a la Seguridad Social en la construcci¨®n. En concreto, este ¨²ltimo sector perdi¨® 7.170 afiliados, un 1,9% respecto al mes anterior. La Semana Santa propici¨®, sin embargo, que la afiliaci¨®n total de for¨¢neos fuese de 255.798 personas, 14.546 m¨¢s que en febrero, lo que supone un 6% de incremento.
Hay que tener en cuenta tambi¨¦n que una persona no se vuelve as¨ª como as¨ª. Muchas familias est¨¢n tratando de reagruparse actualmente en Espa?a, y el regreso no es tan sencillo. "Despu¨¦s de cinco a?os aqu¨ª, he conseguido traerme a mi mujer y a mis tres hijos, que quiero que crezcan conmigo", afirma Carlos, un colombiano de 43 a?os, que hasta ahora trabajaba en la construcci¨®n. "Ahora sale menos trabajo, pero ya ando busc¨¢ndome otra cosa, no me voy a quedar quieto". Su objetivo es que, cuando Espa?a remonte el vuelo econ¨®mico, tambi¨¦n se vengan sus dos hermanas. "La vida en Colombia es mucho peor, cr¨¦ame", asegura.
Del mismo modo que cada persona es un mundo, lo es el pa¨ªs de origen. En la mayor¨ªa de casos la situaci¨®n econ¨®mica es m¨¢s cruda que aqu¨ª. Eso hace que a muchas personas, cuando se les habla de regreso, miren con ojos de incr¨¦dulos.
Los que m¨¢s sencillo lo tienen para regresar son, a priori, los originarios de los pa¨ªses del Este, especialmente Rumania y Bulgaria, que cuentan con una comunidad en Espa?a de m¨¢s de 600.000 y 120.000 personas, respectivamente.
El pasado mes de marzo, el Ministerio de Trabajo rumano organiz¨® unas jornadas en Castell¨®n en las que ofrec¨ªa 10.000 empleos y as¨ª planteaba a sus compatriotas la posibilidad de regresar a su pa¨ªs, donde hay ya muchos puestos que cubrir. Recientemente, el ministro Paul Pacuraru estim¨® en unas 500.000 las plazas vacantes. En las jornadas, sin embargo, no se ofreci¨® ning¨²n contrato laboral, critica Gelu Vlasin, portavoz de la Federaci¨®n de Asociaciones de Rumanos en Espa?a (FEDROM).
"No los hab¨ªa, la gente dejaba sus curr¨ªculos y quedaban a la espera de que les llamasen para hacer la prueba pertinente en Rumania", lamenta Vlasin, quien aporta dos ejemplos bastante ilustrativos: "En Castell¨®n hay una colonia rumana de unas 50.000 personas y s¨®lo acudieron a las jornadas 1.000; los sueldos que ofrec¨ªan eran de entre 400 y 1.000 euros, aunque, en realidad, a estos ¨²ltimos s¨®lo ten¨ªan acceso las personas m¨¢s cualificadas. ?Realmente se va a volver la gente por menos dinero de lo que cobra aqu¨ª? Lo dudo mucho".
Alguien que decide salir de su pa¨ªs, que recorre miles de kil¨®metros en busca de una oportunidad, no se vuelve as¨ª como as¨ª. Se agarra a lo que pueda. Andrada, rumana de 29 a?os, lleg¨® con su marido a San Sebasti¨¢n de los Reyes (Madrid) hace cuatro a?os. Segu¨ªan la estela de su madre, que hab¨ªa tenido que dejar Rumania hac¨ªa un tiempo para poder salir del atolladero econ¨®mico en el que estaba la familia.
A Andrada no le hab¨ªan concedido el visado de trabajo, as¨ª que tuvo que apa?¨¢rselas como pudo para viajar "un tanto ilegal" hasta Espa?a. Trabaj¨® de dependienta en una tienda china cuando apenas sab¨ªa decir "hola" y "hasta la vista", porque lo hab¨ªa aprendido con Terminator; posteriormente, se dedic¨® a cuidar a un ni?o, y ahora alterna labores dom¨¦sticas en distintas casas con clases particulares. Andrada est¨¢ licenciada en el equivalente al Magisterio en Rumania.
De aquel piso compartido "con algunos rumanos m¨¢s" de cuando lleg¨® ha pasado a uno en el que vive con su madre y su marido. Sus sueldos, adem¨¢s, les permiten ahorrar. Con un castellano cada vez m¨¢s fluido, y con unas ganas de aprender todav¨ªa mayores, lo tiene muy claro: "?C¨®mo me voy con todo lo que me ha costado integrarme! Crisis tambi¨¦n la hay en mi pa¨ªs, y mucho peor", se defiende.
El soci¨®logo y director del Observatorio Vasco de Inmigraci¨®n, Xabier Aierdi, cree que Espa?a sigue basando su esquema en la sociedad industrial, y quiz¨¢ sea ¨¦se el problema a la ahora de abordar la situaci¨®n actual y de no tener respuestas a tantas preguntas: "Se han hecho predicciones centradas en la f¨¢brica, en un empleo de por vida, cuando hoy lo que cuenta es que existe mayor precariedad laboral y m¨¢s sitios donde trabajar, aunque seguramente con peores condiciones que anta?o".
Dejar de analizar una sociedad din¨¢mica con esquemas est¨¢ticos es una constante en la que Aierdi lleva trabajando mucho tiempo. "La l¨®gica del empleo es diferente de la de hace 40 a?os. Ahora estamos en carreras de 800 metros, de 1.000, a lo sumo de 10.000, pero para nada se corren ya maratones. El empleo no da esa imagen de identidad que s¨ª supon¨ªa en el pasado, ahora estamos en otra fase, se quiera o no", insiste el profesor.
?Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo entonces? ?Por qu¨¦ da la impresi¨®n de que, en cuanto ha aumentado el paro entre los inmigrantes, se ha pensado en su retorno? ?Realmente el Gobierno, con las ayudas prometidas, est¨¢ animando a la gente que no tenga trabajo a volver a su pa¨ªs?
"Lo que ocurre es que las pol¨ªticas migratorias tienen un componente de opini¨®n p¨²blica muy importante, y a veces ¨¦sta pesa m¨¢s y distorsiona la realidad", opina Carlos Gim¨¦nez, catedr¨¢tico de Antropolog¨ªa Social de la Universidad Aut¨®noma. "Cuando se hace referencia a la necesidad de enfatizar el control de la inmigraci¨®n clandestina, en realidad se est¨¢ hablando de una minor¨ªa de otra minor¨ªa. Pero lo que llega a la gente no es tanto un mensaje de control de los flujos, sino de tranquilidad de que no se est¨¢n produciendo avalanchas de inmigrantes", a?ade.
La inmigraci¨®n, coinciden varias de las personas consultadas, es una necesidad estructural, un fen¨®meno de larga duraci¨®n al que se le est¨¢ relacionando con uno que, en teor¨ªa, no va a durar mucho tiempo. Cuando la situaci¨®n econ¨®mica mejore, se seguir¨¢ necesitando mano de obra inmigrante. ?Qu¨¦ pasar¨¢ entonces si ahora se fomenta el retorno?
Xabier Aierdi opina que la ra¨ªz de cualquier debate que surge hoy d¨ªa es que a la hora de estudiar los procesos migratorios poca gente se da cuenta de que se est¨¢ hablando de personas. "Hay quien acusa de estar sobrepasando el umbral de tolerancia, como si se tratase de fluidos, como si estuviese hablando de una pol¨ªtica h¨ªdrica y no de personas. La ilusi¨®n de todo Gobierno es tener unos flujos migratorios controlados, pero, desgraciadamente para ellos, no son dos bidones que se nivelan y que determinan cu¨¢ntos extranjeros hay que tener en cada momento".
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