Obama, m¨¢s cerca
En su inacabable pelea, los aspirantes dem¨®cratas se olvidan de que su rival es McCain
Los resultados de las primarias dem¨®cratas en Indiana y Carolina del Norte han puesto a Barack Obama mucho m¨¢s cerca de la candidatura por su partido a la Casa Blanca, y debieran anticipar el final de la pesadilla en que para el partido opositor estadounidense est¨¢ convirti¨¦ndose este rosario de elecciones inconcluyentes. La realidad, en cualquier caso, ha liquidado la aspiraci¨®n de los dem¨®cratas de llegar a su convenci¨®n de agosto haciendo la ola a un aspirante consagrado en las urnas muchos meses atr¨¢s. En su lugar, si Hillary Clinton no decide retirarse de una carrera que ya tiene decididamente cuesta arriba, ser¨¢n los superdelegados del partido, unos centenares de mandarines sin mayores compromisos que su propio juicio, los que decidan finalmente la competici¨®n.
En las seis irrelevantes primarias restantes, Clinton no tiene posibilidades realistas de superar la ventaja cobrada por Obama en delegados o en voto popular, ganado Estado a Estado desde enero. Los resultados del martes -la exigua victoria de la ex primera dama en Indiana y la arrolladora de su oponente en Carolina del Norte- prolongan innecesariamente la pelea, aunque presumiblemente tendr¨¢n la virtud de multiplicar el incipiente flujo de superdelegados que van inclin¨¢ndose por el pol¨ªtico negro. Las primarias estadounidenses, adem¨¢s de aritm¨¦tica, tienen mucho de expectativa pol¨ªtica, y en este terreno Obama est¨¢ aventajando claramente a su correligionaria. El senador por Illinois ha conseguido sus excelentes n¨²meros tras una de las semanas m¨¢s duras de su campa?a, en la que su mentor espiritual, el reverendo Wright, ha salido de nuevo a la palestra con un nutrido florilegio de sus m¨¢s conspicuos disparates.
Una vez m¨¢s, la envenenada pugna dem¨®crata est¨¢ haciendo perder de vista a sus protagonistas que la verdadera batalla, a¨²n no comenzada, consiste en derrotar a su rival republicano John McCain, de alguna manera una suerte de prolongaci¨®n de los ocho a?os de George W. Bush, el presidente m¨¢s impopular de la historia contempor¨¢nea de Estados Unidos. Que el senador de Arizona, cuyas declaraciones sobre los m¨¢s diversos temas son cualquier cosa menos tranquilizadoras, pueda llegar a la Casa Blanca despu¨¦s del rodillo nefasto de Bush parece poco cre¨ªble. Pero puede suceder si Obama y Clinton siguen empe?ados en crucificarse y a la vez eludir un debate a fondo sobre los serios problemas de su pa¨ªs.
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