Robin Hood del celuloide
Hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, cuando John Sayles comenzaba a construirse un nombre en el mundo del cine independiente con sus primeros filmes (The return of the Secaucus Seven, Lianna y Baby, it's you), su amigo Bruce Springsteen le propuso filmar el v¨ªdeo de su himno al trabajador, Born in the USA. Al cineasta le pareci¨® divertido probar un g¨¦nero que comenzaba a nacer por aquel entonces y no quiso cobrar nada por aquel trabajo as¨ª que Springsteen le ofreci¨® filmar otro, el single de I am on fire. Esta vez, en cambio, Maggie Renzi, su productora, compa?era de existencia y profesi¨®n desde que se conocieran en Williams College (Massachusetts) hace m¨¢s de tres d¨¦cadas, encargada entre otras cosas de poner una nota pr¨¢ctica en la vida de este idealista por vocaci¨®n, le dijo que deber¨ªa cobrar y que si no quer¨ªa el dinero, que lo invirtiera en una buena causa. Fue as¨ª como John Sayles (Schenectady, Estados Unidos, 1950) entabl¨® relaci¨®n con los supervivientes de las Brigadas Lincoln, la secci¨®n estadounidense de las Brigadas Internacionales que lucharon en el bando republicano durante la Guerra Civil espa?ola.
"Con 'Silver City' me acusaron de querer influir en las elecciones de 2004, como si eso fuera un pecado"
"Los grandes estudios crean divisiones en las que producen pel¨ªculas m¨¢s baratas, a las que llaman independientes"
Los 10.000 d¨®lares (de la ¨¦poca) que le pag¨® Springsteen acabaron financiando una campa?a de los brigadistas para comprar ambulancias para Nicaragua, que en aquel momento se desangraba en una cruenta guerra civil. Desde entonces, el nombre de John Sayles se ha repetido a menudo en los encuentros anuales que los brigadistas celebran en Nueva York, ya sea para leer uno de sus textos m¨¢s conmovedores, ?Y qu¨¦ hay de los tipos de las Brigadas Lincoln?, o para acogerle como invitado de honor, como ocurri¨® hace dos semanas.
Grande, corpulento y con cierto aire de sindicalista salido de otra ¨¦poca, Sayles, quien acudi¨® a la cita con EL PA?S tras el emotivo encuentro con los veteranos, se siente "desde siempre" como una especie "en peligro de extinci¨®n", casi como los brigadistas a los que tanto admira. "Tuvieron el coraje de desafiar a su propio pa¨ªs y luchar por sus ideales. Su historia es ¨²nica y apenas quedan vivos unos pocos", afirma un hombre que, por supuesto, ha pensado en hacer una pel¨ªcula sobre ellos. "Pero tengo que ser realista: una producci¨®n de guerra y de ¨¦poca ser¨ªa demasiado cara. Nunca podr¨ªa financiarla. Escrib¨ª un gui¨®n sobre ellos para Bill August hace unos a?os pero desde el principio supe que jam¨¢s llegar¨ªa a la pantalla. Era una producci¨®n para Hollywood pero Hollywood no se mete en pol¨ªtica de esta manera y la historia de los brigadistas es, sobre todo, pol¨ªtica. Obviamente, los productores abandonaron la idea", explica con cierta sorna.
En realidad, considera que todo el cine que se hace es pol¨ªtico "porque lanza mensajes sobre el statu quo y c¨®mo mantenerlo". Lo que ocurre es que "refleja c¨®mo la sociedad se ve a s¨ª misma. ?Hace cu¨¢ntos a?os que no ves una pel¨ªcula en la que alguien aborte? En general, evitan entrar en barrios conflictivos. En mis pel¨ªculas, en cambio, entramos de lleno en esos barrios porque no puedes entender las historias personales sin contexto social, racial o econ¨®mico", afirma.
Adem¨¢s de dirigir, actuar y escribir, Sayles es un mercenario del gui¨®n, un trabajo alimenticio que comenz¨® a ejercer para Roger Corman a finales de los setenta y que con los a?os le ha llevado a participar en t¨ªtulos como Pira?a o Parque Jur¨¢sico IV y en muchas otras grandes producciones como Mimic o Apollo 13, en cuyos cr¨¦ditos, en cambio, no aparece porque prefiere quitar su nombre cuando no le gusta el resultado final. Pero gracias a esos filmes comerciales -"escojo pel¨ªculas de ciencia-ficci¨®n o fantas¨ªa para no entrar en conflicto con mis ideas"- consigue financiar las suyas, "historias donde lo importante son las personas y en las que no se ignora el mundo que est¨¢ a su alrededor", como le gusta definirlas a ¨¦l mismo.
Nacido hace 57 a?os en Schenectady, un pueblo al norte de Nueva York, este hombre de espont¨¢nea sonrisa y rostro atractivo siempre ha seguido el dictado de su conciencia y su curiosidad, que le llev¨® a abandonar los estudios para ponerse a trabajar en f¨¢bricas. Hijo de profesores y enamorado de la literatura desde su infancia, enseguida empez¨® a volcar sobre el papel todas sus experiencias. "En realidad, yo era escritor y creo que regreso hacia ese territorio", advierte Sayles, quien ha publicado varias novelas, recopilaciones de relatos y una autoentrevista. Act¨²a en casi todos sus filmes porque en la universidad, que no termin¨®, estudi¨® tambi¨¦n arte dram¨¢tico. Uno de sus compa?eros era David Strathairn, al que ha convertido en uno de los rostros de su obra. Sin embargo, las dificultades para seguir haciendo cine disidente, donde la forma se pone a los pies del contenido y no viceversa -y aun as¨ª, t¨¦cnicamente, tambi¨¦n consigue tener talento- y no ceder a las exigencias tem¨¢ticas de los productores, le ha llevado casi a la ruina. Por eso ahora se ha embarcado en la escritura de una larga novela hist¨®rica con la que quiere explorar el origen del imperialismo estadounidense "y no s¨¦ si volver¨¦ a hacer cine", comenta con aire apocal¨ªptico.
Sus ¨²ltimos dos filmes, Silver City y Honeydripper, que obtuvo el premio al mejor gui¨®n en el pasado Festival de San Sebasti¨¢n, los financi¨® ¨¦l pero le cost¨® sudor y l¨¢grimas que llegaran a las salas. "No quiero dejar de hacer pel¨ªculas pero cada vez es m¨¢s dif¨ªcil financiarlas y distribuirlas", explica este director que en su pa¨ªs fue machacado por la cr¨ªtica por Silver City. "Me acusaron de querer influir en las elecciones de 2004, como si eso fuera un pecado. Dec¨ªan que ten¨ªa que haber esperado a que pasaran pero ?por qu¨¦? Tiene m¨¢s sentido tratar de actuar contra algo que crees que est¨¢ mal cuando est¨¢ ocurriendo que limitarse a hacer un comentario diez a?os despu¨¦s. Pero en este pa¨ªs la gente le tiene tanto miedo a la pol¨ªtica despu¨¦s del 11-S y se ha vuelto tan c¨ªnica que nadie se atreve a tomar partido. Por eso Silver City les asust¨®", afirma respecto a un filme en el que un brillante Chris Cooper interpreta a una especie de corrupt¨ªsimo George W. Bush en su peque?o universo tejano.
Sayles puede considerarse un aut¨¦ntico independiente -nunca cede por dinero a las exigencias de un productor y se ha autofinanciado la mayor¨ªa de sus filmes- por lo que parece l¨®gico que le haga sonre¨ªr que en Hollywood lo que est¨¦ de moda sean las pel¨ªculas bajo esa etiqueta. "Es una falacia que se han inventado los grandes estudios para ahorrar dinero. Crean divisiones m¨¢s peque?as en las que producen pel¨ªculas m¨¢s baratas, a las que llaman independientes, y con esa excusa pueden pagar menos a actores y directores. Pero si luego deciden entrar en la carrera por el oscar, se gastan cuarenta millones de d¨®lares en publicidad", afirma. No obstante, no cree que la independencia est¨¦ re?ida con el dinero. "Se trata de serlo en esp¨ªritu y, sobre todo, de poder mirar tu propia pel¨ªcula y que lo que veas sea lo que t¨² quer¨ªas ver. Yo no podr¨ªa ser uno de esos directores que te dicen 'este corte no est¨¢ mal pero espera a que veas el director's cut".
A lo largo de su carrera, este Robin Hood del celuloide ha tocado temas como los derechos de los trabajadores en Matewan, la desmedida avidez de las inmobiliarias en La tierra prometida (Sunshine State) o Ciudad de esperanza (City of hope) o la corrupci¨®n en Ocho hombres (Eight men out). Incluso ha sido candidato a dos oscars al mejor gui¨®n original, por la dur¨ªsima Lone Star y por Passion Fish. Sin embargo, siempre aborda sus temas partiendo de la vida de comunidades peque?as, donde problemas universales encuentran su reflejo a peque?a escala. En su ¨²ltimo filme, Honeydripper, en cambio, el verdadero protagonista es m¨¢s abstracto, la m¨²sica, aunque las tensiones raciales de principios de los a?os cincuenta en el sur de Estados Unidos no pueden separarse de la historia que Sayles trata de contar. "Quer¨ªa explorar ese territorio porque fue el momento en el que se produjo la transici¨®n entre el swing y el rock and roll. Y fue un momento especial, en el que el piano, que era un instrumento de los negros, fue sustituido por la guitarra, que culturalmente pertenec¨ªa a los blancos. Me interes¨® hablar de la m¨²sica porque fue en la m¨²sica y en el deporte donde se produjo la integraci¨®n racial por primera vez en Estados Unidos, mucho antes que en las otras ¨¢reas de la vida".
Honeydripper es tambi¨¦n una excusa para hablar de "los momentos de grandes cambios en los que hay un grupo que quiere avanzar y otro que quiere que todo se mantenga igual. En esta pel¨ªcula es la evoluci¨®n de la m¨²sica, pero tambi¨¦n podr¨ªa haber sido el paso del cine mudo al sonoro o incluso la muerte de Franco, que provoc¨® que media Espa?a quisiera ir hacia delante y la otra media quedarse donde estaba", explica este enamorado de la historia que, para tener una visi¨®n m¨¢s amplia sobre Am¨¦rica Latina y Espa?a, aprendi¨® espa?ol (¨¦l solo).
Pero puestos a hablar de cambios, es quiz¨¢s su propio pa¨ªs ante el que ahora se abre esa puerta. "Creo que es posible que Hillary Clinton o Barack Obama lleguen a la presidencia. El problema es que los a?os sesenta a¨²n pesan sobre Estados Unidos. Por eso estos candidatos, pese a ser una mujer y un negro, que deber¨ªan estar hablando en t¨¦rminos m¨¢s radicales, no pueden hacerlo. Se ven obligados a hablar de generalidades para no asustar a los estadounidenses. No obstante, quiz¨¢s el problema mayor ante un cambio real sea el poder de las multinacionales. Quiz¨¢s recuperemos el pa¨ªs pol¨ªticamente, pero estos conglomerados tienen tanto poder que no s¨¦ qu¨¦ podemos hacer realmente los ciudadanos para luchar contra ellos". ?Pel¨ªculas? Sayles sonr¨ªe afable y sin dudarlo exclama: "Claro, al menos ayudan a animar el di¨¢logo porque si s¨®lo tuvi¨¦ramos las de Hollywood, el discurso ser¨ªa muy aburrido". -
Honeydripper. John Sayles, 2007. Int¨¦rpretes: Danny Glover, Lisa Gay Hamilton, Yaya DaCosta, Charles S. Dutton. 123 minutos. Se estrena el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, d¨ªa 14, en Madrid, y el viernes 16 en el resto de Espa?a.
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