Un silencio al fin conjurado
Hasta fechas muy recientes, el poeta Juan Millares Carl¨® (1895-1965) era solamente conocido por el reducido c¨ªrculo de lectores que hab¨ªa tenido acceso a la breve porci¨®n de su obra publicada, o por quienes reconoc¨ªan en ¨¦l al padre de Manolo Millares Sall, el m¨¢s universal de los pintores canarios, que ilustr¨® con sus dibujos los manuscritos y publicaciones paternas, adem¨¢s de dedicarle numerosos retratos y las estremecedoras serigraf¨ªas Mutilados de paz, o rendirle homenaje ferviente en sus memorias. Era incluso com¨²n que se le confundiera con su hermano Agust¨ªn Millares Carl¨®, el ilustre fil¨®logo cuyo largo exilio lo alej¨® -como a tantos docentes republicanos- de su c¨¢tedra en la Universidad Complutense y sus tareas en la Residencia de Estudiantes y el Ateneo, aunque no afect¨® al reconocimiento que le tributa su gremio en la ancha geograf¨ªa hisp¨¢nica. Pero el misterio que envolv¨ªa su figura ha quedado al fin disuelto con la publicaci¨®n de sus Obras completas, que lo revelan como el excelente poeta que fue, de quien Vicente Aleixandre ponder¨® "su noble voz" y su "madurez que con acento a veces solemne, y siempre grave, nos toca pesarosamente el coraz¨®n". Sus p¨¢ginas son, de alg¨²n modo, el diario de vida de un hombre que, desde los dram¨¢ticos sucesos de 1936, se vio doblegado por el oscurantismo y abocado al silencio, aunque no por ello ces¨® su dedicaci¨®n apasionada a las letras.
Juan Millares Carl¨® hab¨ªa integrado la llamada "generaci¨®n de los intelectuales", que protagoniz¨® una edad de plata en las letras canarias y que la Guerra Civil releg¨® a los m¨¢rgenes. Se form¨® al calor de la generaci¨®n modernista, agrupada en torno a lo que Miguel de Unamuno llam¨® el hogar de esp¨ªritus -tertulia y "teatrillo"- de los hermanos Millares Cubas, y tambi¨¦n Alonso Quesada, Tom¨¢s Morales, Domingo Rivero y Saulo Tor¨®n. Juan Millares comparti¨® la dedicaci¨®n a la literatura y el dibujo con la docencia, e incluso colabor¨® como actor en el legendario Teatro M¨ªnimo de sus primos Josefina de la Torre Millares -luego incorporada a la generaci¨®n del 27 y tambi¨¦n rescatada del olvido en los ¨²ltimos a?os- y su hermano Claudio. Particip¨® adem¨¢s en exposiciones, public¨® en la prensa sus poemas y prosas, y escribi¨® conferencias como la dedicada a los personajes de Benito P¨¦rez Gald¨®s -autor unido a su familia por una larga amistad-, donde recuerda la opini¨®n de Men¨¦ndez y Pelayo, para quien los h¨¦roes predilectos del novelista eran casi siempre "ingenios perseguidos por el oscurantismo", sin saber que muy pronto habr¨ªa de seguir un destino af¨ªn al suyo.
Su inmersi¨®n en los laberintos de la irracionalidad comienza cuando el director del Instituto P¨¦rez Gald¨®s -cargo ostentado por el presb¨ªtero Manuel Socorro, nombrado por los golpistas en noviembre de 1936- firma de pu?o y letra el 24 de julio de 1937 la primera de ocho cartas sucesivas que acusan a Juan Millares de haber herido los sentimientos cristianos de sus alumnos y de ser marxista avanzado, y pide su separaci¨®n de la ense?anza. Las acusaciones, pueriles y sin pruebas, no tuvieron efecto en un principio: el poeta era hombre de paz y nunca tuvo ruidos con nadie, si bien, al igual que Josefina de la Torre, hab¨ªa publicado versos de homenaje a la Rep¨²blica en la prensa insular, y pertenec¨ªa a una familia de se?alada tradici¨®n librepensadora: Agust¨ªn Millares Torres -su abuelo-, miembro de la Real Academia de la Historia y autor de una Historia de la Inquisici¨®n en Canarias, hab¨ªa sido p¨²blicamente anatemizado por el obispo de Canarias, Urquinaona, en 1874; Agust¨ªn Millares Cubas, su padre, hab¨ªa sido causa de duros ataques de sectores cat¨®licos cuando Margarita Xirgu represent¨® en Zaragoza su pieza teatral La ley de Dios, por su supuesta falta de respeto al sacerdocio.
Las cartas del presb¨ªtero lograr¨¢n su objetivo: el poeta es suspendido de empleo y sueldo; Manuel Socorro tambi¨¦n actuar¨ªa contra muchos otros docentes, como el escritor Agust¨ªn Espinosa, por dos actos se?aladamente "inmorales", escribir la novela Crimen -uno de los hitos del surrealismo espa?ol- y haber intentado proyectar -sin ¨¦xito- La edad de oro de Bu?uel. Espinosa, a pesar de su ideario conservador, fue perseguido, torturado y desterrado a La Palma, y muere en 1939. Todo esto ayuda a comprender muchas cosas, como el poemario sat¨ªrico de Juan Millares Los siete pecados capitales, distante de su sereno clasicismo, donde se escarnece el nacionalcatolicismo a trav¨¦s de la poderosa figura de los curas, como despu¨¦s lo har¨¢ su hijo Manolo en sus sobrecogedoras caricaturas de curas franquistas.
A partir de entonces sobreviene para el poeta y su familia la miseria. No obstante, Juan Millares sigue cultivando sus versos, y prepara junto a sus hijos revistas diversas, como las m¨ªticas Planas de Poes¨ªa, o la revista familiar Millares, ambas canceladas por la actuaci¨®n policial. En 1955, cuando el poeta es ya sexagenario, se le conmuta la sanci¨®n por el destierro a la isla de La Palma; all¨ª se le declara en 1957 el c¨¢ncer de laringe que le impide hablar durante sus ¨²ltimos a?os ("Las cuerdas de mi voz, / rotas un d¨ªa, / al impulso del aire / ya no vibran. / Inm¨®viles est¨¢n / como los bronces / de un campanario en ruinas..."). El silencio se convierte ya en un estigma, en una fatalidad ineludible.
Las d¨¦cadas que los manuscritos de Juan Millares Carl¨® han permanecido en la sombra no afectan a su voz serena y grave, que conserva toda su vigencia. Sus versos acogen ese simb¨®lico combate entre la luz y la sombra que fue toda su vida, siempre en el anhelo de conjurar el silencio o el peso de la tristumbre, y redimir el alma atribulada desde su profesi¨®n de humanismo. En sus p¨¢ginas la palabra afirma una vez m¨¢s su oficio de libertad, en este caso para devolver a su autor su dignidad y su memoria. Nunca es tarde, porque, como lo recordara Antonio Machado en sus versos, "hoy es siempre todav¨ªa". -
Selena Millares es editora literaria de las Obras completasde Juan Millares Carl¨®. Cuatro vol¨²menes (Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria y Gobierno de Canarias, 2007-2008).
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