Lo ¨²ltimo en drogas: doparse en la farmacia
Alarma por el aumento del uso recreativo de psicof¨¢rmacos - Recetas falsas, urgencias fingidas o Internet proveen las sustancias
Nadie discute sobre la necesidad, la eficacia y los beneficios de los psicof¨¢rmacos. Medicamentos como los analg¨¦sicos opioides, los ansiol¨ªticos o los estimulantes son seguros cuando se toman con unos objetivos terap¨¦uticos concretos, bajo control m¨¦dico y en las dosis adecuadas. Sin embargo, lo que buscan en ellos algunas personas no es curar una enfermedad, sino directamente drogarse. Algunos, cual farmacia ambulante, los incorporan a su kit nocturno, junto a sustancias ilegales. Otros, lejos de los c¨ªrculos convencionales que se asocian con el consumo de drogas, empiezan a tomarlos de forma inocente y los acaban necesitando como una muleta cotidiana. ?Es ¨¦ste otro de los s¨ªntomas de que la sociedad ha perdido el respeto al medicamento?
Un 22% de los abusadores consume analg¨¦sicos
Medicamentos y drogas ilegales se mezclan para potenciar su efecto
En EE UU las drogas legales son las m¨¢s consumidas tras el cannabis
Los farmac¨¦uticos identifican 27 f¨¢rmacos utilizados de forma l¨²dica
El 63% de los que se enganchan a los f¨¢rmacos son varones
"Empec¨¦ con una pastilla al d¨ªa y acab¨¦ con 30", dice una mujer
Los usuarios creen m¨¢s seguro doparse en la botica que con los 'camellos'
Muchos empezaron por prescripci¨®n, pero decidieron no parar la dosificaci¨®n
La Junta Internacional de Fiscalizaci¨®n de Estupefacientes de Naciones Unidas (JIFE) alert¨® el a?o pasado de que el uso indebido y el tr¨¢fico de medicamentos de venta con receta hab¨ªa aumentado en todo el mundo. En Estados Unidos, el consumo l¨²dico de f¨¢rmacos de prescripci¨®n sobrepasa ya al resto de drogas, excepto al cannabis. Los expertos coinciden en que es preocupante, pero pocos pa¨ªses conocen su situaci¨®n real. Incluso la JIFE aconseja crear mecanismos para reunir datos que documenten esta realidad.
Ponerle cifras es, por tanto, dif¨ªcil. Se venden en el mercado negro, en Internet y en las farmacias. Aunque s¨®lo sea la punta del iceberg, en Espa?a el Observatorio de Medicamentos de Abuso (OMA) del Colegio de Farmac¨¦uticos de Barcelona acaba de concluir un estudio de dos a?os gracias a las notificaciones de los farmac¨¦uticos de la provincia de Barcelona. Seg¨²n los resultados, se est¨¢ abusando de forma l¨²dica de un total de 27 sustancias. Un 22% de los abusadores consumen analg¨¦sicos, la mayor¨ªa con opi¨¢ceos (code¨ªna); un 12% de ansiol¨ªticos o tranquilizantes (benzodiacepinas); un 10% de estimulantes y el resto una amplia gama de sustancias, incluido el misoprostol, que s¨®lo se receta para tratar la ¨²lcera, aunque se utiliza para abortar.
Lidia se conoce todas las farmacias del ¨¢rea metropolitana de Barcelona. Tiene 52 a?os y toma ansiol¨ªticos desde los 16. Empez¨® por prescripci¨®n m¨¦dica, tras suspender un curso de bachillerato, pero cuando el doctor le dijo que ya no era necesario que los tomase, que ten¨ªa que ir dej¨¢ndolos gradualmente, fingi¨® y continu¨® haci¨¦ndolo. "Empec¨¦ con una pastilla al d¨ªa, y he llegado a tomar hasta 30". Al cumplir los 20 a?os, se sum¨® el alcohol. "No buscaba la euforia, sino el baj¨®n, potenciar el efecto tranquilizante". Por aquel entonces, Lidia empez¨® a trabajar como relaciones p¨²blicas. Sus jornadas eran largas, su entorno laboral exigente y muy falso. "Me ayudaba a aguantar la mentira, no la soporto".
Sin recetas ya no pod¨ªa conseguir su dosis diaria. As¨ª puso en marcha el ingenio. "Durante muchos a?os he tenido dos cartillas de la Seguridad Social, una la consegu¨ª en el mercado negro", explica. "Me iba a urgencias, al psiquiatra, al m¨¦dico de cabecera, y a otros doctores cuando estaba de viaje. Luego, me pasaba tardes enteras yendo a farmacias en ciudades de los alrededores de Barcelona, lejos de casa para que no me pillaran", explica. "Acumulaba recetas, pero descubr¨ª que si no las ten¨ªa tambi¨¦n pod¨ªa compr¨¢rselas a los camellos en una plaza cerca de casa", a?ade.
El caso de Lidia no es excepcional, reconoce Rafael Borr¨¢s, director del OMA. Para detectar al cliente abusador, el farmac¨¦utico debe tener los ojos bien abiertos, incluso cuando hay una receta por medio. "Muchas veces es gente que pide el tama?o grande, que traen m¨¢s recetas de las normales aunque est¨¦n en regla. Adem¨¢s, si hablas con ellos te acabas dando cuenta de que conocen muy bien el f¨¢rmaco y, sobre todo, sus efectos secundarios, que al fin y al cabo es lo que buscan experimentar".
Para conseguir el medicamento en la botica, en un 19% de los casos se utilizan recetas falsas. Imitan las de las consultas privadas, o las roban y el profesional les descubre porque est¨¢n mal cumplimentadas. Otro 30% acude sin receta, "inventan mil historias para justificar que la han perdido o practican el chantaje emocional para convencer al farmac¨¦utico", explica Borr¨¢s. En el resto de casos, el farmac¨¦utico ha acabado detectando las intenciones del usuario por su comportamiento, aunque llevaba prescripci¨®n.
Entre las personas que los toman, hay perfiles de todo tipo, explica Borr¨¢s. El 63% son hombres. En cuanto a las edades, el 45% tiene entre 25 y 35 a?os. El 28%, entre 36 y 46. Los menores de 24 a?os s¨®lo son un 15%. Los patrones de uso tambi¨¦n son variados. "Desde personas que los mezclan con otras drogas, a usos m¨¢s inocentes, como quienes abusan de los tranquilizantes o se enganchan a jarabes que contienen analg¨¦sicos opioides", explica. Estos ¨²ltimos son los mismos que toma el popular protagonista de House. Los empez¨® a tomar para el dolor y ahora es adicto.
Los medicamentos siempre han formado parte de la cultura de la droga, afirma Carlos Campos, terapeuta y educador en un centro residencial terap¨¦utico, Vives CRT. Las personas adictas a la hero¨ªna, por ejemplo, siempre han echado mano a los analg¨¦sicos opioides.
Campos acaba reconociendo que hoy d¨ªa se utilizan m¨¢s. "No es que entonces se fuese m¨¢s tonto, es que ahora hay m¨¢s informaci¨®n. En los foros de Internet o con el boca a boca, la gente comparte informaci¨®n sobre los efectos de drogas ilegales y de medicamentos de prescripci¨®n", explica.
Los h¨¢bitos han cambiado. Hace unos a?os, los consumidores de drogas eran fieles a una sustancia concreta. S¨®lo coqueteaban con otras, o acud¨ªan a ellas cuando no ten¨ªan acceso a la que estaban habituados. Hoy d¨ªa ya no existe el consumidor puro, y ah¨ª tambi¨¦n entran los medicamentos de prescripci¨®n.
Seg¨²n la ¨²ltima encuesta domiciliaria sobre alcohol y drogas de 2006 del Plan Nacional de Drogas, un 10,6% de los cocain¨®manos tambi¨¦n toma tranquilizantes, adem¨¢s de otras sustancias como alcohol, tabaco o anfetaminas.
Rafael Borr¨¢s cree necesario investigar en otros frentes. "Hemos detectado m¨¢s de 150 p¨¢ginas web en las que es posible comprar f¨¢rmacos que precisan receta sin pedirla. Hay demasiada informaci¨®n que se est¨¢ pasando por Internet, donde, adem¨¢s, el 40% de los medicamentos que se ofrecen son falsos".
Carlos Campos corrobora que los m¨¢s utilizados por las personas que acuden a los centros de desintoxicaci¨®n son los ansiol¨ªticos. "Se est¨¢n mezclando con la coca¨ªna, para bajar el efecto de la droga y poder ir a dormir. Tambi¨¦n con el alcohol, para potenciar su efecto", explica. En el caso de otros medicamentos, directamente se buscan nuevas sensaciones. Estados alterados de consciencia, como la disociaci¨®n entre cuerpo y mente. En definitiva, un "nuevo viaje".
Nuria tiene 19 a?os y sigue un programa de desintoxicaci¨®n. A pesar de ser tan joven, lo ha probado casi todo. En su caso ha sido un anest¨¦sico de uso veterinario, la ketamina, que se consume sobre todo en raves [fiestas nocturnas que se prolongan cuando sale el sol], el que la ha llevado al extremo. Algunas personas intentan comprarlo en farmacias, aunque lo tienen pocas. "Me daba respeto tomarlo, pero un d¨ªa me lanc¨¦. Ves que tus colegas lo toman, que no les pasa nada y te lanzas". Explica c¨®mo act¨²a este psicod¨¦lico: "Es como si el cuerpo y la mente se separasen".
El primer viaje la llev¨® a desmayarse, pero pese a ello volvi¨® a probarlo. A veces se lo compraba a alg¨²n camello, otras se lo pasaba alg¨²n colega, e incluso lleg¨® a cocinar el medicamento en casa porque con el calor se separa la sustancia activa. Los amigos le explicaron c¨®mo hacerlo. ?Se creen expertos farmac¨¦uticos? "Eso no lo piensas, eres joven y el resto lo hace, crees que nada pasar¨¢". Hasta que ocurre. "Puede llegar a provocar convulsiones, par¨¢lisis, n¨¢useas, paradas cardiorrespiratorias e incluso la muerte si lo combinas con alcohol u otras sustancias", dice Borr¨¢s.
Fuera de los c¨ªrculos que tradicionalmente se asocian al consumo de drogas, tambi¨¦n hay personas que se enganchan a los medicamentos. Es el caso de los ansiol¨ªticos. "No se puede perder de vista que la ansiedad es una de las enfermedades m¨¢s comunes en nuestra sociedad", afirma Cecilio ?lamo, catedr¨¢tico de Farmacolog¨ªa de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares. Son personas a quienes "el m¨¦dico se lo ha recetado en alguna ocasi¨®n, les ha dicho que lo dejen de tomar pero contin¨²an porque les resulta m¨¢s f¨¢cil tirar adelante tomando una pastilla. Su objetivo es alcanzar un punto de bienestar normal, no drogarse", explica.
El problema es que muchos acaban enganch¨¢ndose, y que no siempre llegan a la red asistencial. Ancianos, hombres y muchas mujeres. Con frecuencia ocurre en un periodo de su vida en que se ven obligados a enfrentarse a alg¨²n tipo de p¨¦rdida. No hay datos y el terreno se vuelve pantanoso cuando a los expertos se les plantea por qu¨¦ ocurre. ?La falta de tiempo de los m¨¦dicos de asistencia primaria para una dolencia de largo recorrido? ?Una sociedad que ha perdido su fortaleza para afrontar los problemas de la vida? Muchas veces existe alg¨²n otro problema de fondo, y lo adecuado ser¨ªa tratarlo. No hay que perder de vista que cuando un enfermo debe abandonar los tranquilizantes por indicaci¨®n m¨¦dica, siempre debe hacerlo gradualmente. Por tanto, quienes contin¨²an tom¨¢ndolos sin prescripci¨®n pueden acabar desarrollando adicci¨®n. "La maquinaria de la neurona se acostumbra a trabajar con esa pieza", apunta ?lamo.
Seg¨²n datos del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA), 6,3 millones de americanos manifestaron haber utilizado medicamentos de prescripci¨®n para usos no terap¨¦uticos en el a?o 2003. El n¨²mero de estadounidenses que abusan de f¨¢rmacos de venta con receta sujetos a fiscalizaci¨®n se duplic¨® pr¨¢cticamente entre 1992 y 2003. Buena parte de ellos son menores de 24 a?os y los toman con el fin de experimentar nuevas sensaciones o mejores rendimientos en la escuela.
En Espa?a, los expertos creen que la situaci¨®n no ha llegado a estos extremos, pero que hay que estar alerta. "En Estados Unidos el problema afecta sobre todo a adolescentes. Sin embargo, aqu¨ª estamos viendo que sobre todo es gente adulta, entre los 24 y los 35 a?os. Creemos que pueden ser consumidores muy informados que ya vienen utilizando otras drogas, pero que llega un punto en que no se f¨ªan de lo que compran en la calle porque han tenido un mal viaje y no se f¨ªan de la que les vende el camello, que puede estar muy cortada [mezclada] con cualquier otra cosa".
En estos casos, para ellos el medicamento es algo que conocen, lo perciben como una sustancia pura, segura. Piensan: "En la farmacia no me van a enga?ar", explica Rafael Guayta, miembro del comit¨¦ cient¨ªfico del OMA. El f¨¢rmaco se ve como algo m¨¢s limpio, con garant¨ªas. Sin embargo, olvidan que la qu¨ªmica, igual que muchas otras cosas, puede ser perjudicial o beneficiosa seg¨²n el uso que se haga de ella.
Cuando el dolor lleva a la adicci¨®n
Tambi¨¦n las personas con dolor cr¨®nico, con migra?as, pueden acabar desarrollando adicci¨®n a los analg¨¦sicos. "Muchas veces cuando les dices que tienen este problema se ofenden y te dicen ?Qu¨¦ crees, que lo tomo por gusto?", explica Patricia Pozo, neur¨®loga de la Unidad de Cefaleas del Servicio de Neurolog¨ªa del Hospital Universitario de la Vall d'Hebron en Barcelona. Por su consulta pasan pacientes que padecen graves migra?as, que se han convertido en cr¨®nicas a causa de la adicci¨®n que les ha generado el abuso de los analg¨¦sicos. La mayor¨ªa son mujeres: "Es l¨®gico, la cefalea afecta a 80 mujeres por cada 20 hombres", afirma Pozo.
El dolor les hace ir aumentando la dosis, sin que el m¨¦dico se lo haya dicho, y la cefalea se acaba convirtiendo en cr¨®nica. "El dolor inicial empeora y se cronifica, porque a causa del abuso el sistema se ha sensibilizado, el tipo de dolor se ha transformado, es continuo aunque m¨¢s llevadero, y aumenta cuando no toman el medicamento porque, en realidad, lo que les est¨¢ ocurriendo es equivalente al mono", explica Pozo. "No sabemos por qu¨¦, pero hay personas con predisposici¨®n a generar esta dependencia, podr¨ªa haber una base gen¨¦tica, o educacional; si en tu casa has visto toda la vida a tus padres tomando muchos analg¨¦sicos es posible que acabes procediendo igual", explica. Muchos terminan tomando tranquilizantes porque el abuso de analg¨¦sicos tambi¨¦n genera dificultades para dormir. "El enfermo no quiere drogarse, quiere curar su dolor, pero lo acaba haciendo", explica Pozo.
Las personas adictas a los analg¨¦sicos tambi¨¦n deber¨ªan seguir programas de desintoxicaci¨®n para dejarlos. "Hay que cortar por lo sano", afirma Pozo, que para tratar estos casos trabaja en colaboraci¨®n con Carlos Roncero, psiquiatra y coordinador del ambulatorio de drogodependencias del Hospital de la Vall d'Hebr¨®n. "Se les ense?a a diferenciar los est¨ªmulos que les desencadenan las ganas de tomar el medicamento, aprenden t¨¦cnicas para manejar el dolor de otra manera y se analiza si hay otros rasgos de enfermedades psiqui¨¢tricas", explica Roncero. En la mayor¨ªa de los casos no hace falta hospitalizaci¨®n.
El m¨¦dico detecta estos abusos en pocos casos. "Todos sabemos que en la primaria el problema son los pocos minutos de visita", apunta Carlos de Barutell, presidente de la Sociedad Espa?ola del Dolor. Y el poco acceso a centros especializados en el tratamiento del dolor. Actualmente, tan s¨®lo un 2% de los enfermos con dolor cr¨®nico llega a tratarse en las unidades adecuadas, y un 85% se visita en primaria. "Los analg¨¦sicos son una familia muy numerosa de medicamentos, se deber¨ªa regular que se sirvieran tambi¨¦n con receta", concluye Barutell.
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