Reformas y grisura pol¨ªtica
Apenas han transcurrido dos meses desde las elecciones legislativas y el Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero ha presentado esta semana un ambicioso plan de reformas legales que conllevan un decisivo y a¨²n hist¨®rico impulso en la l¨ªnea de la modernidad del Estado y de la sociedad. Una propuesta que, de llegar a ramos de bendecir, colmar¨ªa sobradamente esta novena legislatura y constituir¨ªa, adem¨¢s y de rebote, una feliz celebraci¨®n -la cuadrag¨¦sima ya- de aquellos a?os euf¨®ricos cuyo icono sigue siendo el Mayo del 68, cuando en casi todo el mundo, entre estr¨¦pitos y manis, se abonaron libertades que han resultado irreversibles.
No ser¨¢ necesaria tanta agitaci¨®n, obviamente, pero puede anticiparse que algunas de las innovaciones propuestas no hallar¨¢n un camino de rosas a pesar de que vienen a colmar d¨¦ficits institucionales y liquidar deudas del pasado que a menudo se mantienen vivas por un exceso de prudencia pol¨ªtica o falta de arrojo para acometerlas. Como por ejemplo la revisi¨®n de la vigente ley de Libertad Religiosa para promover la laicidad e igualdad de las distintas confesiones, tan menoscabada por la primac¨ªa hegem¨®nica del catolicismo, o el desarrollo de la Ley de la Memoria Hist¨®rica, o una nueva regulaci¨®n electoral m¨¢s equitativa, o la reforma del Senado para otorgarle contenido territorial a esta C¨¢mara hoy por hoy decorativa y ociosa, o la nueva financiaci¨®n auton¨®mica o, en fin, la puesta al d¨ªa del sistema judicial que actualmente linda con el colapso y el esperpento.
Para sacar adelante varias de estas iniciativas -y otras no menos oportunas pero de menor calado, cuya menci¨®n soslayamos- tendr¨¢n el Gobierno y sus eventuales aliados que bregar lo suyo y a cara de perro por ciertas de ellas debido a los demonios familiares y privilegios ancestrales -con la Iglesia hemos topado, Sancho- que estas reformas trastocan. Pero, prosperen o no, el Ejecutivo se vincula a un compromiso reformador ambicioso que le ennoblece y, simult¨¢neamente, pone al PP en el brete de dar la talla como partido con sentido de Estado en asuntos cruciales que requieren su consenso o, en cambio, de volver por donde suele, d¨¢ndole muchos cuartos al pregonero en todo aquello que no mangonea a fin de crispar al vecindario.
En contraste con este denso plan legislativo, el Gobierno auton¨®mico valenciano que preside Francisco Camps no ha hecho mucho m¨¢s que cortar el dividendo de su confortable victoria electoral de mayo de 2007, cultivando la imagen de que por estos pagos hemos tocado el techo de la prosperidad y de que no somos m¨¢s felices por los incumplimientos y discriminaciones a que nos somete el actual titular de La Moncloa. De la crisis inmobiliaria no tienen una palabra que decir o se sacuden las pulgas con la coartada de la coyuntura general. Victimismo duro y anacr¨®nico. De este modo el Consell y el partido permanecen asidos a la pancarta de agua para todos, al agravio comparativo y la financiaci¨®n insuficiente, lo que siempre ser¨¢ cierto por la distinta evoluci¨®n de los recursos disponibles y las necesidades crecientes, sobre todo si se omiten los derroches prodigados en obras y eventos descabellados cuya principal utilidad es nutrir el discurso demag¨®gico oficial.
No ha de extra?arnos, pues, que cumplido un a?o de legislatura los episodios m¨¢s notorios y novedosos del Gobierno del PPCV hayan sido, a tenor de su alcance medi¨¢tico, el estramb¨®tico boicot a la asignatura Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa, que habr¨ªa de impartirse en ingl¨¦s, y la no menos rocambolesca propuesta o borrador de ley valenciana de integraci¨®n del inmigrante con esa suerte de contrato o compromiso que ha suscitado casi un¨¢nime desd¨¦n. Eso, por no citar el enredo que se ha escudri?ado recientemente en estas p¨¢ginas acerca de la daci¨®n de cuentas del encuentro familiar que el Papa presidi¨® en el verano de 2006 en Valencia y del que no hay manera de saber cu¨¢nto cost¨® y c¨®mo se financi¨®, lo que hay que juzgar como un rid¨ªculo -y por supuesto antidemocr¨¢tico- ejercicio de ocultaci¨®n.
Por fortuna, la Comunidad Valenciana no est¨¢ a cubierto de la bater¨ªa legislativa con car¨¢cter estatal que proyecta el Gobierno y que hemos anotado m¨¢s arriba, lo cual ha de compensar de alg¨²n modo la grisura pol¨ªtica, cuando no la involuci¨®n, en que nos ha sumido el PP.
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