El nacionalismo no se cura viajando
El avi¨®n que me llev¨® a Buenos Aires se llamaba P¨ªo Baroja. Me da tranquilidad viajar en un avi¨®n con ese nombre. El escritor no hizo muchos viajes. Nada que ver con los viajeros de nuestro tiempo. Lanzados a conocer el mundo y sus maravillas. R¨¢pidos viajes a cataratas, selvas o finisterres de inmensidades vac¨ªas. Don P¨ªo fue m¨¢s de viajes por su habitaci¨®n, con sus viejos libros comprados en Moyano. Feria que ahora termina en Recoletos y que present¨®, en homenaje a Fern¨¢n-G¨®mez, una lectora llamada Emma Cohen.
Aqu¨ª dej¨¦ la feria del libro viejo y me fui a la nueva feria en la libresca capital de Buenos Aires. Hab¨ªan desembarcado muchos amigos escritores, los mismos que me encuentro sin moverme del barrio, y decid¨ª poner un poco de paisaje por medio y me march¨¦ a la Patagonia. Helado fin del mundo donde hay un interminable surtidor de cubitos de hielo, glaciar que tiene nombre de un perito que nunca estuvo all¨ª.
Juan Filloy: "Cuando usted viaje, deje su vida en su casa, en su pueblo, en su ciudad. Es un artefacto in¨²til"
Ver panoramas considerables, paisajes de belleza abrumadora; de hielos m¨¢s perfectos y hermosos que los de cualquier whisky. Ir al sur del sur. Hacer el viaje que tanto cost¨® a Darwin, en unas pocas horas de avi¨®n y en c¨®modos coches que te llevan a un hotel con vistas a la helada y viva maravilla.
Frente al espectacular panorama record¨¦ a Pl¨¢ -ahora reeditadas sus notas y cuadernos- cuando dec¨ªa que en el Ampurd¨¢n no hab¨ªa panoramas considerables: "En este rodal, a los paisajes los llamamos vistas". Mundano hombre de pueblo que no se deja sorprender con un espectacular paisaje.
No somos Pl¨¢, y fuimos al viaje como recomienda el maestro, casi secreto, Juan Filloy: "Cuando usted viaje, deje su vida en su casa, en su pueblo, en su ciudad. Es un artefacto in¨²til". Eso s¨ª, no olvidar las tarjetas de cr¨¦dito.
Y si se quiere pasear sobre el glaciar, hermosa y extravagante caminata, se deber¨ªan dejar los nacionalismos. Pero no. No hacen caso a Baroja, ni a Filloy, ni a Camba, del que ahora se recuperan sus escritos nada nacionalistas, sus humor¨ªsticas maneras de ser espa?ol. All¨ª van los turistas con sus banderas. Hasta con las de su equipo. Y all¨ª, en el fin del mundo, hay que soportar que alg¨²n turista haga un brindis por Dios y contra Darwin. Por la Patria en may¨²sculas. Y por la Madre Patria con m¨¢s fervor que Carmen Chac¨®n. Cuando ya cre¨ªa poder beber mi whisky con hielos del glaciar, el patriota grit¨® el ¨²ltimo de los brindis: "Por nuestros gobernantes, para que encuentren la luz y la justicia al dirigirnos". Baj¨¦ mi vaso. No brind¨¦ y record¨¦ algunas cosas de los gobernantes de su pa¨ªs. Era colombiano. Record¨¦ de los gobernantes argentinos. De otros. Y termin¨¦ por recordarnos. Tengo que brindar m¨¢s y beber menos. Viajar m¨¢s, pero dentro de casa. -
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