Un error facilita que un recluso ejecute sus amenazas
El preso, que ten¨ªa una orden de alejamiento, atac¨® a sus familiares tras recibir permiso para vivir en una casa contigua
Juan Jos¨¦ R. R., de 50 a?os, envi¨® desde la c¨¢rcel una carta firmada a su hermano Andr¨¦s y a su cu?ada Luc¨ªa: "Cuando salga libre, os voy a matar a todos, y os echar¨¦ de casa". Sab¨ªan que se acercaba su libertad y fueron a la polic¨ªa y a los juzgados de Rub¨ª (Barcelona) a pedir protecci¨®n. No sirvi¨® de nada: una descoordinaci¨®n judicial estuvo a punto de facilitar la tragedia.
"Si compro una escopeta y me defiendo, que no me pidan explicaciones"
Los destinatarios de la misiva estaban de l¨ªos de herencias y se tomaron en serio las amenazas. Y m¨¢s con el historial de Juan Jos¨¦, profuso en atracos, tr¨¢fico de drogas y agresiones. En los a?os setenta, cercado por la polic¨ªa, cogi¨® a una mujer como reh¨¦n en un asalto a una sauna de Barcelona y sali¨® del local disparando a los agentes. En el fuego cruzado, la reh¨¦n muri¨®.
El Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 5 de Rub¨ª asumi¨® la denuncia por la carta y, en julio de 2003, le conden¨® por amenazas y le dict¨® una orden de alejamiento: a partir de que saliera de la c¨¢rcel, y durante seis meses, no pod¨ªa acercarse a menos de 500 metros a la casa de Andr¨¦s. El 18 de julio de 2004, la junta de tratamiento de la c¨¢rcel de Quatre Camins y el juzgado de vigilancia de Barcelona le dieron un permiso de salida.
Entonces, Andr¨¦s, Luc¨ªa y las dos hijas de ambos ocupaban la planta baja de un modesto inmueble de dos alturas encajonado en la sierra de San Cugat del Vall¨¦s. Juan Jos¨¦ sali¨® de permiso el d¨ªa 18, y el d¨ªa 19, con nocturnidad, ya la estaba liando. Pero lo sorprendente del caso es que, al darle el permiso, el juzgado de vigilancia y la propia c¨¢rcel establecieron como domicilio del preso -el lugar donde deb¨ªa estar localizado- una casa contigua a la de Andr¨¦s. En esa otra casa viv¨ªa otra hermana de Juan Jos¨¦, que tambi¨¦n estaba de gresca con la herencia.
"Al darle el permiso sin avisar, encendieron la mecha", describen Luc¨ªa y Andr¨¦s. Ese d¨ªa se oyeron disparos en la casa de Andr¨¦s, y durante la refriega, la primera planta de la vivienda ardi¨®. "A mi perro, pastor alem¨¢n, que sali¨® en defensa nuestra, le peg¨® un tiro", se?ala Andr¨¦s. El animal muri¨® tiempo despu¨¦s. Adem¨¢s, Andr¨¦s cay¨® al vac¨ªo tras subirse al tejado, desde una altura de seis metros. "Ven¨ªa hac¨ªa m¨ª y le lanc¨¦ una teja. No s¨¦ qu¨¦ me pas¨® y ca¨ª al suelo", afirma. Su pie izquierdo qued¨® destrozado. En el juicio por estos hechos, el fiscal pidi¨® para Juan Jos¨¦ casi siete a?os de c¨¢rcel por los delitos de incendio, amenazas, lesiones y quebrantamiento de condena. La Audiencia de Barcelona le impuso s¨®lo dos a?os por las amenazas, y 24 meses de multa (cinco euros diarios) por no vulnerar el alejamiento. El tribunal vio acreditado que el acusado intent¨® entrar en la casa de su hermano y que rompi¨® aquella noche dos ventanas del inmueble. Pero entendi¨® que no hab¨ªa pruebas de que fuese el autor del incendio, ni de las lesiones de Andr¨¦s, ni que hubiese disparado al perro. "Ech¨® la culpa a tres encapuchados. Y van y le creen...".
Cuatro a?os despu¨¦s, la casa sigue calcinada. "No tenemos dinero para arreglarla", comenta Luc¨ªa. Ahora viven en la planta de arriba del inmueble, que se salv¨® de las llamas. En total, siete personas en tres habitaciones. Los rostros de Luc¨ªa y Andr¨¦s reflejan sufrimiento y penurias. Y los de sus hijas, de 16 y 13 a?os, miedo e incertidumbres.
Quieren recurrir al Supremo, pero el abogado de oficio ha desistido de llevar el caso. "Uno privado nos pide cuatro millones, y no los tenemos...". Luc¨ªa y Andr¨¦s tambi¨¦n han reclamado que se les indemnice con 260.000 euros ("En el incendio lo perdimos todo") por el error judicial. La petici¨®n ha sido denegada por el Poder Judicial. "Si ahora compro una escopeta y salgo en mi defensa, que la justicia no me pida luego explicaciones, ?eh?...", clama Andr¨¦s apretando los labios.
Un jabal¨ª en la carretera
A sus 44 a?os, Andr¨¦s R. R. no podr¨¢ trabajar m¨¢s. Le han dado la invalidez. Desde que se cay¨® del tejado defendi¨¦ndose de las iras de su hermano, la pierna izquierda no le responde. Ahora se halla convaleciente en el hospital de Terrasa. Lleva ya tres operaciones. "El problema de que mi madre quisiera desheredarlo es porque le peg¨®; de todas formas, ¨¦l tambi¨¦n se ha llevado su leg¨ªtima, casi tres millones de pesetas. Espero que ese dinero le tranquilice y no vuelva m¨¢s por mi casa", cuenta Andr¨¦s desde el hospital.
Andr¨¦s se halla inmerso ahora en otro pleito que se est¨¢ eternizando. El 12 de noviembre de 2003, sobre las doce de la noche, iba con su moto por la sierra de Barcelona y se le cruz¨® un jabal¨ª en una curva. No pudo esquivarlo. El animal muri¨® y ¨¦l se destroz¨® la rodilla derecha y la clav¨ªcula. Reclam¨® una indemnizaci¨®n al Ayuntamiento, al Departamento de Medio Ambiente y al Consorcio del Parque de Collserola...
Nadie quiere hacerse cargo de los da?os. "Hace m¨¢s de dos a?os me llamaron para ir al juicio, y fuimos. Pero, f¨ªjese el tiempo que ha pasado y a¨²n no sabemos nada", se?ala Luc¨ªa, su esposa. "Lo que nos est¨¢ pasando no tiene nombre...", remata.
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